❛4. El inicio❜

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❝28 de septiembre de 20097:10 amCampamento Mestizo, Long Island, Nueva York❞

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❝28 de septiembre de 2009
7:10 am
Campamento Mestizo,
Long Island, Nueva York

Percy se quedó mirando el techo de su cabaña, notando cada nudo y grieta en la madera como si fueran las marcas de las cicatrices que había acumulado a lo largo de los años. Hoy era veintiocho de septiembre, el día que lo cambiaría todo. Hace exactamente un mes, todo se había torcido, desmoronado y convertido en algo que apenas podía comprender. Los dioses, en su arrogancia y poder desbordado, habían hecho algo terrible. Algo de lo que ni siquiera eran conscientes. Lo habían dejado cargando con un peso que no podría soportar solo, un peso que le recordaba, a cada latido, lo que estaba creciendo dentro de él. Sus hijos.

Ya había preparado sus cosas, lo había hecho la noche anterior. Sabía que si esperaba hasta el último momento, sus manos temblorosas serían incapaces de meter ni una sola prenda en su mochila. Ahora, esa mochila estaba llena, esperando en la esquina de la habitación como un recordatorio de lo inevitable. Todo su cuerpo vibraba con una mezcla de miedo, ira y tristeza. Sus piernas temblaban bajo el peso de lo que estaba por hacer, y sus ojos estaban húmedos, aunque no le quedaban más lágrimas para llorar. No estaba luchando contra monstruos esta vez. No había un minotauro que derrotar, ni un ejército de gigantes que enfrentar. Esta batalla era mucho más personal, mucho más dolorosa. Y lo peor de todo, es que él seguía vivo. Estaba vivo, mientras tantos de sus amigos no lo estaban.

Se sentó en el borde de su cama y se frotó la cara con ambas manos, tratando de despejar su mente, pero era inútil. Su cabeza palpitaba con el eco de mil pensamientos y un antojo insoportable de fresas con crema lo atormentaba. Quizás en el desayuno le darían lo que deseaba. Últimamente, todo el campamento parecía inclinado a complacerlo, y eso solo añadía una capa más de extrañeza a la situación. Sabían que algo andaba mal con él, pero nadie se atrevía a preguntar. Nadie lo enfrentaba. Como si al ignorarlo, pudieran evitar el desastre que estaba por desatarse.

Se levantó con esfuerzo y se dirigió al baño que su padre, Poseidón, había construido para él después de la guerra. Las reformas habían sido más que generosas, con una cama de agua que imitaba las olas del mar y una fuente de piedra blanca decorada con conchas marinas y dracmas en la esquina. Pero todo eso parecía lejano ahora. La comodidad no era suficiente para ahogar la tormenta que rugía dentro de él.

Frente al espejo, Percy apenas se reconoció. Sus ojos, antes llenos de una chispa burlona y rebelde, ahora estaban opacos, oscuros como el fondo del océano que lo había reclamado tantas veces. Sus ojeras, profundas como cráteres, eran el testimonio de las noches sin dormir, noches en las que el miedo lo consumía desde dentro. Ser hijo de Poseidón tenía sus ventajas, sin duda: podía llorar por horas y no deshidratarse. Pero eso no le servía de consuelo. Su cabello negro caía en desordenadas ondas hasta sus hombros, y el mechón gris, que había ganado como una cicatriz del tiempo, se destacaba como una constante recordatorio de todo lo que había sacrificado.

Runaway . . ⌲◟⿻. - ،، Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora