❛4. Felicidad envidiable❜

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❝11 de septiembre de 200918:10 pmCampamento Mestizo, Long Island, Nueva York❞

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❝11 de septiembre de 2009
18:10 pm
Campamento Mestizo,
Long Island, Nueva York


Percy devoró su tortilla de verduras, pero cada bocado era como ceniza en su boca, incluso cuando había sido un antojo que había aparecido de la nada. Su tranquilidad se sentía ajena, como un disfraz que le quedaba grande. Sus ojos se posaron en los niños más pequeños que jugaban con un balón cerca de la orilla del lago, risas inocentes que resonaban en el aire, ajenas a la tormenta que lo asolaba. La vida continuaba su curso a su alrededor, mientras él se sumía en la oscuridad. Todas sus tareas habían sido desechadas, un gesto compasivo de Quirón al notar lo frágil que se había vuelto su espíritu. El centauro, había percibido el abismo en el que se hallaba Percy, ese vacío que lo devoraba sin piedad. Incluso cuando no podía entender el núcleo de este.

Entre los pequeños, un dios brillaba con una energía contagiosa: Hermes, había encontrado un momento para descender a este lugar, para invadir la apacible desesperanza del campamento. Su risa era un eco de vivacidad que parecía burlarse del sufrimiento del hijo de Poseidón. Ahora, Percy se veía forzado a soportar a un dios desbordante de alegría, cuya vitalidad lo irritaba en lo más profundo. Sin embargo, había algo en la presencia de Hermes que aliviaba, aunque fuera de forma temporal, el vacío que pulsaba en su pecho; esa llama abrasadora que lo consumía parecía atenuarse, pero solo un poco. Tomó una respiración profunda, sintiendo el peso de su melancolía mientras contemplaba el lago, que se extendía ante él como un espejo de su alma. El deseo de hundir al menos sus pies en esas aguas tranquilas lo atormentaba, aunque sabía que ni siquiera eso le estaba permitido.

El agua lo llamaba, le prometía un silencio absoluto, una paz eterna que parecía inalcanzable. Sus pensamientos divagaban, imaginando cómo sería perderse en la profundidad de ese lago, cómo sería dejar que las aguas lo tragaran, llevándose consigo su dolor.

—Estás muy tenso —dijo Hermes, rompiendo el silencio con su voz alegre, como un rayo de sol atravesando una tormenta.

Percy giró la mirada hacia el dios, que estaba a su lado, sonriendo como si el mundo no se estuviera desmoronando a su alrededor. La felicidad de Hermes le resultaba insoportable, como una burla cruel. ¿Por qué el dios podía sonreír así mientras él se desintegraba por dentro? No dijo nada, su egoísmo lo consumía, y una punzada de rencor surgió en su pecho. Sabía que su cuerpo había sido poseído, manipulado por aquel dios, quien parecía disfrutar de su compañía sin conocer la tormenta que se libraba en su interior.

¿Cómo es posible que dioses tan poderosos no pudieran despertar de ese vino?, pensó, su mente oscura retumbando con la rabia. ¿Cómo podían usarlo, pudrirlo desde adentro, y luego simplemente marcharse? Esa pregunta lo atormentaba, y la angustia crecía, un monstruo que se alimentaba de su desdicha.

—Percy... —lo llamó Hermes, su voz sonaba alarmada, como si percibiera el peso de su sufrimiento. Al girar de nuevo hacia él, Percy encontró el rostro del dios lleno de preocupación, un reflejo de pánico que lo llevó a tocar su mejilla. Al contacto, la humedad reveló la verdad: estaba llorando.

Runaway . . ⌲◟⿻. - ،، Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora