7-Dualidad

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-Gojo Kagome, ¿verdad? -La voz del director Yaga tenía esa gravedad que resonaba con autoridad, fija en la joven frente a él. Sabía quién era, pero algo en su mirada decía que ella aún no lo comprendía por completo.

Kagome esbozó una sonrisa tranquila, la clase de sonrisa que uno usa cuando siente nostalgia sin saber por qué. Estar frente al director no la ponía nerviosa; al contrario, sentía una calma que no lograba explicar.

-Sí, soy yo. ¿Algún problema? -preguntó con una serenidad que parecía innata, aunque internamente algo en esa conversación le causaba una leve incomodidad.

Yaga la observó con detenimiento, como si buscara algo más allá de su apariencia.

-No, ninguno. Solo me recuerdas a una niña que conocí hace tiempo. Era de la familia Eito. Gran familia, aunque la salud del heredero se deterioró después de perder a su hermana. -Su tono era formal, pero los ojos del director mostraban una sombra de dolor, como si aquel recuerdo aún lo persiguiera.

Kagome sintió un nudo formarse en su interior, aunque no tenía conexión directa con la historia. Algo en esas palabras le causó un leve dolor. Tragó en seco antes de responder con aparente indiferencia.

-Qué historia tan interesante. Es una pena lo de esa familia. -Intentó sonar casual, pero una grieta en su fachada dejaba ver su agitación interna.

Sacudiendo la cabeza, volvió al tema principal con una mirada seria.

-Pero no estoy aquí por eso... Mi padre ya debió haberle informado que vendría a la Academia Jujutsu. Mi habilidad necesita dominio, y como probablemente le mencionó, tengo un tipo de técnica diferente: Reiki. Aunque hace poco descubrí que, si minimizo mi energía de Reiki por completo, puedo usar la energía maldita. Por eso estoy aquí, para controlarla. -Sus palabras eran claras y directas, sin adornos, como quien sabe exactamente lo que busca.

Yaga frunció el ceño, curioso por aquella energía nueva.

-¿Reiki? -repitió, con la mirada fija en la joven. Aunque era un término familiar, su naturaleza seguía siendo un misterio para él.

-Sí. Es como un contraste con la maldita. La mía es bendita. Pero, al anularla, permito que la energía maldita dentro de mí fluya. -Hablaba con una mezcla de certeza y confusión-. Aunque no sé muy bien cómo controlarla aún.

El director asintió lentamente, procesando la explicación. A su alrededor, el aire parecía haberse vuelto más denso, cargado de una energía que no pertenecía a ese lugar.

-Entiendo. Es un equilibrio difícil... pero veo por qué tu padre pensó que este sería el mejor lugar para ti. -Yaga mantuvo la mirada fija en ella por un momento más antes de agregar-. Creo que te necesitan en otro lado. Nos veremos pronto.

Kagome hizo una leve reverencia antes de girar hacia la puerta. Al salir del edificio, se encontró con una figura que reconoció de inmediato. Gojo Satoru la observaba de reojo, pero ella siguió caminando, como si su presencia no fuera más que un destello en su radar. Sabía quién era, por supuesto, pero no tenía tiempo para distracciones. No ahora.

Satoru

Gojo caminaba por los pasillos con su típico andar despreocupado, Yuji detrás de él como una sombra inquieta.

-La chica de ayer... -pensaba mientras sus ojos, ocultos tras las vendas, se fijaban en el vacío delante-. Me resulta familiar. Es obvio que es del clan Gojo, pero hay algo en ella... algo que no encaja del todo. Y, a decir verdad, ni siquiera sé por qué está aquí.

Cuando entraron a la oficina del director, el ambiente se cargó de inmediato con la presencia de Sukuna en Yuji, pero Gojo parecía casi indiferente. Hablaron de lo habitual, de la situación de Yuji como recipiente, de su capacidad para controlar la maldición. Todo siguió el curso normal hasta que llegó el momento de poner a prueba a Itadori, y el director convocó unos muñecos cargados con energía maldita. Yuji, siempre el combatiente nato, los esquivó con facilidad.

Mi Mundo- SATORU GOJO- KAGOME HIGURASHI  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora