La Academia había quedado atrás... Habíamos sobrevivido... Y ahora, después de un mes de descanso para todos, teníamos que volver al infierno del que habíamos escapado por los pelos, a costa de la vida de los demás...
La Fortaleza de Ymir, ese era nuestro destino: el lugar donde, ahora mismo, está apostado el 4º Regimiento de Acorazados del Ejército del Norte, aguardando a menos de trescientos kilómetros de la frontera, a que el Imperio de Dragnassil haga su primer movimiento.
Pero mientras esperamos, los mandos de la Federación se encuentran en medio de una purga de traidores... Ya lo vi yo en la Academia y me lo confirmó la Princesa Astrid: gran parte del Alto Mando se presume que está trabajando para el Imperio de alguna u otra forma. La Princesa apenas me dio nombres... Asumo que tampoco conoce muchos...
La estancia en el Palacio fue tan... tan... la verdad no lo sé; recordarlo solo me deprime. Fue como llenarme la boca de dulces, disfrutando de todas sus comodidades, relajándome de alguna manera, sin pensar demasiado en nada de lo que sucedió en la Academia, y poder recuperarme de las heridas físicas que sufrí allí. Pero no puedo quitarme de la cabeza a los que murieron... A todos, aunque apenas los conociera...
Aún guardo el rosario de Gisela, a pesar de no ser creyente o devoto de la Diosa del Frío, o de Las Regiones del Norte... Realmente, nunca me interesó saber cómo se dice. Pero desde que Gisela murió, no he dejado de bendecir a los caídos en nombre de la Diosa. Incluso cuando abandonábamos la Academia, cuando el tren salió de aquel oscuro túnel, los bendije...
Es curioso, ¿no? Cómo en una situación desesperada como la que vivimos, me hizo caer en ese halo religioso... Quiero creer que, si realmente existe, pueda cuidar de todos ellos ahora que yo no puedo. Me ayudaría a sobrellevar las cosas y no me haría dudar en lo que hago.
Pero lo hecho, hecho está, y todos debemos vivir con ello. No por nada me uní a la Princesa Astrid para actuar en paralelo bajo sus órdenes. Si los mandos de la Federación están corruptos, dudo que duraremos mucho... Al menos, así sé que estoy luchando por lo correcto y bajo las órdenes de alguien que sí se preocupa por la Federación...
Dentro de las filas del 4º Escuadrón apenas se lo conté a alguien, salvo a Ludmilla, que estaba conmigo cuando su madre me lo pidió, y a Lars. A nadie más se lo dije. Me da pena por las Gemelas, pero no quiero arriesgarme; no es que no confíe en ellas, pero tampoco gano nada contándoselo. Solo las presionaría más. Además, los muchachos ya tienen suficiente como para ahora mermarles la moral con la noticia de la corrupción.
Quisiera contárselo, pero mientras menos sepan, mejor. No podemos dar pistas a nadie de que estamos por fuera. Si alguien ajeno al círculo de la Princesa se entera o sospecha, los corruptos mandarían matarnos, ya sea con espías o durante un bombardeo de artillería. Solo hace falta dar mal las coordenadas por "accidente" para barrer un batallón entero...
Para colmo, aún no me lo creo... Somos un batallón, el 4º Batallón. Evolucionamos muy rápido, y no sé cómo sentirme. Pasamos de ser cuarenta soldados a casi ochocientos; son demasiados soldados para mí. Pero ellos me confiaron sus vidas, y yo les corresponderé como es debido...
Aunque sé que poco después de que lleguemos a la Fortaleza, se declarará la guerra, haré lo posible para que todos puedan volver a sus casas... Porque ese es mi deber ahora: proteger a la Federación y a las Regiones del Norte del invasor imperial, aquel que hace años nos humilló a todos...
— Lo haré por todos los que ya no están, y por defender lo que una vez mis padres construyeron... Lo haré por ustedes, muchachos... Queens Victoria...
ESTÁS LEYENDO
Crónicas del Escuadrón Queens Victoria: Bajo la Sombra del Invasor y la Bestia
General FictionLa Academia Queens Victoria había quedado atrás, convertida ahora en un cementerio de miles de jóvenes inocentes. Pero el mundo no se detienen, ni ahora, ni nunca. Todos deben seguir adelante, obligados ahora, por las ordenes de la Princesa Astrid;...