3: Sangre sucia, Kim SeokJin el omega de trapos sucios

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El salón del consejo estaba sumido en una tensa atmósfera. Los ministros y consejeros se sentaban alrededor de una mesa de madera oscura, adornada con símbolos de poder y riqueza. Entre murmullos y miradas inquisitivas, el tema de conversación volvía a girar en torno a la posible elección del príncipe heredero Min Yoongi. Para su sorpresa, había un creciente rumor sobre su cercanía con un omega que no pertenecía a la nobleza.

— Vuestra Alteza.— comenzó uno de los consejeros más antiguos, su tono condescendiente, — He oído ciertos... rumores sobre su interés por un omega llamado SeokJin. Entiendo que pueda haber encontrado encanto en él, pero debo recordaros que no tiene sangre noble. Es un simple omega sin estirpe, sin herencia. No podemos permitir que el linaje de los Min se manche con sangre sucia.—  Las últimas palabras resonaron en el salón como una sentencia. Los demás consejeros asintieron, intercambiando miradas de acuerdo. La presión para que Yoongi tomara un consorte de alta cuna aumentaba, y el desdén hacia SeokJin era palpable.

Yoongi, que hasta entonces había permanecido en silencio, sentado en el trono del consejo con una postura fría y distante, comenzó a sentir cómo su cuerpo se tensaba. Sus ojos, que solían ser tan calculadores y fríos, se oscurecieron con una furia creciente. Su mandíbula se apretó mientras apretaba el puño sobre el reposabrazos, un leve temblor recorriendo su cuerpo.

El consejero continuó, ajeno al peligroso cambio en la atmósfera.

— Si os unís con ese omega de baja estirpe, defraudaréis el linaje Min, un linaje que ha perdurado por generaciones. Debéis entender, Vuestra Alteza, que la nobleza no se mezcla con sangre sucia. SeokJin no es digno de vuestro título ni de nuestra herencia.— Fue en ese momento cuando un sonido gutural salió de Yoongi. Un gruñido bajo, profundo, como el de un animal salvaje acechando a su presa. El salón quedó en un silencio mortal, los consejeros se miraron nerviosos, conscientes de que habían cruzado un límite.

— ¿Sangre sucia, dices?— La voz de Yoongi era fría, pero temblaba de ira contenida. Lentamente se levantó, sus ojos fijos en el consejero que había osado hablar mal de SeokJin. — Repítelo. Te desafío a que lo repitas.—  El consejero, ahora pálido, tragó saliva y dio un paso atrás, nervioso.

— Vuestra Alteza, yo solo quise decir que... que debemos cuidar el linaje...

— ¿Cuidar el linaje?— Yoongi avanzó un paso hacia él, su presencia imponente llenando el espacio. — ¿Crees que el valor de una persona se mide por la sangre que corre por sus venas? ¿Crees que el honor de un omega está en el título que lleva?— El gruñido se hizo más audible, profundo y lleno de una furia apenas contenida. — Si alguno de vosotros vuelve a insultar a SeokJin, si vuelvo a escuchar esa palabra de 'sangre sucia', os aseguro que será la última vez que habléis en este consejo.— Los consejeros permanecieron en silencio, ninguno atreviéndose a intervenir. El poder y la ira de Yoongi eran como una tormenta que estaba a punto de desatarse.— SeokJin es mucho más noble que cualquiera de vosotros,— añadió Yoongi, su voz cada vez más baja pero llena de veneno. — Su valor no radica en su cuna, sino en su carácter, algo que ninguno de vosotros parece entender.— Yoongi dio un paso atrás, pero sus ojos seguían clavados en el consejero.

— Este consejo debería preocuparse más por los asuntos importantes del reino y menos por intentar dictarme con quién debo unirme. Porque os advierto... la próxima vez que insultéis a SeokJin, no habrá palabras. Solo acciones.

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El príncipe heredero Min Yoongi no era alguien a quien le gustara seguir las reglas estrictamente. En más de una ocasión había dejado atrás las murallas del palacio, disfrazado como uno más del pueblo, para mezclarse con los plebeyos y observar la vida fuera de su jaula dorada. Pero hoy su motivación era diferente. SeokJin, el omega que tanto le había llamado la atención, lo mantenía inquieto desde el día en que lo vio caer al río.

Envuelto en una capa sencilla que ocultaba su identidad, Yoongi caminaba entre la multitud del mercado, sus ojos buscando a SeokJin. No tardó mucho en encontrarlo. Como siempre, SeokJin estaba ocupado, haciendo sus mandados, con una bolsa de hierbas y otras compras en brazos. Su hanbok, que alguna vez había sido de colores claros y delicados, estaba ahora manchado con lodo. Pero lo peor era lo que había escuchado minutos antes: algunas omegas y alfas cercanos habían lanzado excremento de caballo sobre él, riendo de su desgracia. Desde la distancia, Yoongi observaba, con el ceño fruncido. SeokJin no era un omega como los demás. No lo había visto jamás intentar defenderse con palabras venenosas ni buscar la aprobación de los alfas poderosos. Sin embargo, aquellos que lo rodeaban parecían no poder soportar su simple existencia. Los alfas tontos se reían y le lanzaban miradas lascivas, mientras que las omegas, llenas de envidia, le hacían maldades a cada oportunidad. Ese día, uno de esos alfas, con una sonrisa burlona, se le acercó demasiado.

—Ah, Kim SeokJin, —gruñó el alfa, mirando las manchas en su ropa—. Parece que hoy te dieron una lección. Aunque, honestamente, te ves mucho mejor así... como la basura que eres.— SeokJin, con la mirada fija en el suelo, respiraba profundamente, intentando contenerse. Sabía que cualquier reacción solo empeoraría las cosas. Ya había pasado por esto antes, cuando su hanbok recién comprado por su padre había sido arruinado en el mismo mercado, y su padre lo había consolado diciendo que siempre podía comprarse otro. Pero el dolor de ser menospreciado y humillado por aquellos que lo rodeaban no desaparecía tan fácilmente.

El grupo de omegas envidiosas no tardó en acercarse, sonriendo maliciosamente, como si su sola presencia fuera suficiente para aumentar el tormento de SeokJin. Una de ellas, una mujer de cabello rizado, le lanzó una mirada despectiva.

—¿Qué haces aún por aquí, SeokJin? Deberías saber que alguien como tú no tiene lugar entre nosotros. Nadie te querrá como esposo... menos aún después de esto. —señaló las manchas en su hanbok con una sonrisa de suficiencia, las palabras penetraron como cuchillos, pero SeokJin, apretando los dientes, no respondió. El silencio era su única defensa, aunque sabía que ellos lo interpretaban como una aceptación de su inferioridad.

Pero Yoongi lo veía diferente. Había una dignidad silenciosa en SeokJin que lo diferenciaba de los demás. Era un omega que no caía en los juegos crueles de la sociedad, pero también un hombre que soportaba más de lo que cualquiera debería. Y mientras el príncipe observaba todo esto desde las sombras, la ira comenzaba a hervir en su interior. Apretó los puños bajo su capa, resistiendo el impulso de intervenir de inmediato.

"No por mucho tiempo", pensó Yoongi. Sabía que ese tipo de humillaciones no continuarían cuando SeokJin estuviera bajo su protección. Lo había observado desde lejos por demasiado tiempo. Muy pronto, estos despreciables alfas y omegas que hoy se burlaban de él no tendrían más que silencio y miedo cuando se dieran cuenta de quién era el verdadero protector de SeokJin.

El alfa que había estado acosando a SeokJin intentó acercarse aún más, su mano levantada como si fuera a tocar su rostro. Fue entonces cuando Yoongi decidió que había visto suficiente. Lentamente, se acercó desde las sombras, su voz profunda resonando antes de que cualquiera lo notara.

—No creo que Kim SeokJin haya pedido tu opinión, perro estúpido. —su voz era baja, peligrosa, y cuando el alfa se dio la vuelta, su rostro se tornó blanco como la cera al darse cuenta de quién era.

SeokJin alzó la vista, sorprendido por la presencia de Yoongi, aunque aún sin saber quién era realmente ese hombre en su disfraz de plebeyo.

—Será mejor que te marches antes de que tengas que arrepentirte por completo. —continuó Yoongi, su mirada fría fijándose en el alfa,los acosadores retrocedieron, murmurando entre ellos, hasta que desaparecieron rápidamente entre la multitud. SeokJin, por su parte, respiró aliviado, pero también confundido. No conocía a este hombre, pero estaba agradecido.

—Gracias..., —dijo, inclinando la cabeza levemente, aunque todavía desconcertado por la repentina intervención.— Yoongi, ocultando una sonrisa tras la capa que cubría su rostro, simplemente asintió. No era el momento de revelar su identidad. Todavía no.

—Cuídate, Kim SeokJin. El mundo está lleno de bestias que no saben cómo apreciar a alguien como tú. —Y con esas palabras, Yoongi desapareció entre la multitud, dejando a SeokJin preguntándose quién era ese extraño misterioso que lo había salvado.

Era la primera vez que alguien salia a defenderlo otros alfas se quedaban viendo hasta que terminaban su humillación pero ese alfa lo defendio incluso le dijo cosas lindas.

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Les regalo dod capitulos porque Hoseok ya salio del sm

The Min Empire | YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora