The Min Empire | YoonJin

7: Príncipe Heredero.

El gran salón del palacio estaba adornado con sedas brillantes y farolillos que colgaban en lo alto, iluminando el lugar con una suave luz cálida. Los invitados llegaban uno tras otro, luciendo sus hanboks más elegantes y caros, con bordados intrincados y telas finas que reflejaban su estatus. La nobleza estaba presente en su máxima expresión, y los murmullos llenaban el ambiente mientras los alfas y omegas intercambiaban miradas y comentarios sobre quién lucía mejor aquella noche.

Sin embargo, entre todos ellos, había una figura que destacaba por encima del resto. SeokJin entró al salón con paso firme, su rostro sereno pero lleno de determinación. A pesar de los susurros que lo seguían como sombras, no prestaba atención a las miradas indiscretas ni a los comentarios maliciosos. Estaba acostumbrado a ello, pero esta noche era diferente. Esta vez llevaba algo especial.

Su hanbok, un elegante y delicado tejido de seda blanca aperlada, brillaba bajo las luces del salón, bordado con un dragón pequeño, casi invisible a primera vista, que en secreto marcaba la conexión con el poderoso linaje de la familia Min. SeokJin había elegido llevarlo esa noche en honor al misterioso admirador que le había enviado el lujoso atuendo, sin saber aún quién estaba detrás de tan generoso obsequio.

Lo que más llamaba la atención no solo era el hanbok en sí, sino el detalle inesperado que llevaba en su cabello. Un lazo cuidadosamente atado adornaba su cabello corto, algo inusual pero elegante, que añadía un toque de distinción y gracia a su apariencia. El lazo parecía resaltar su delicada belleza, atrayendo la atención de todos los presentes.

Entre la multitud, Yoongi, disfrazado como un noble más para no revelar su identidad, observaba desde su asiento elevado. Su mirada se clavó en SeokJin, y una sonrisa sutil se formó en sus labios al verlo caminar con la cabeza en alto. Había sido él quien había mandado a hacer ese hanbok especialmente para SeokJin, cuidando cada detalle para que resaltara su belleza natural. El hecho de que SeokJin lo llevara con tanto orgullo le provocaba una extraña sensación de satisfacción.

Yoongi, por lo general frío y reservado, se sintió complacido al ver que SeokJin lo había aceptado y lo lucía como si fuera una armadura contra las críticas. Sabía que algunos alfas y omegas maliciosos no tardarían en murmurar a su espalda, con insinuaciones vulgares y comentarios malintencionados, pero SeokJin los ignoraba, como siempre lo hacía. No le importaba lo que los demás pensaran.

"Así es él," pensó Yoongi con admiración. "Fuerte y hermoso en su propia forma. Más digno que cualquiera de los presentes aquí."

Los murmullos aumentaron, y algunas risas ahogadas intentaban provocarlo, pero SeokJin no flaqueó ni un momento. Su compostura era impecable. No había ni una pizca de inseguridad en su expresión mientras avanzaba entre la multitud, con los ojos de todos puestos sobre él, pero su atención estaba puesta solo en una cosa: mantenerse firme, con la misma dignidad que su padre siempre le había enseñado.

Algunos alfas más vulgares lanzaban comentarios obscenos sobre su hanbok o hacían insinuaciones al pasar cerca de él, pero SeokJin no les dio el placer de ver una reacción. Simplemente los ignoró, sabiendo que no valían su atención. Era consciente de las miradas de envidia de los demás omegas, pero esa noche se prometió a sí mismo no dejar que nadie arruinara su momento.

Desde su posición, Yoongi no podía evitar sentirse aún más fascinado por SeokJin. Esa fortaleza interior, esa dignidad inquebrantable ante el juicio de los demás, era precisamente lo que lo diferenciaba de todos los otros omegas presentes. Ninguno de ellos tenía la gracia o la resistencia que SeokJin demostraba. Y en ese momento, mientras el omega avanzaba con su hanbok rosa y su lazo en el cabello, Yoongi supo con certeza que había tomado la decisión correcta al fijarse en él.