birthday surprise

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Donde Martin planea sorprender a su novio por su cumpleaños y Juanjo no puede con la curiosidad de saber que esconde

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Era un sábado de noviembre, uno de muy soleado, pero Juanjo no estaba pensando precisamente en eso.

No, él tenía una misión mucho más importante ese día: descubrir qué estaba tramando Martin. Porque algo estaba claro, y Juanjo lo sabía, llevaba casi un año con él: su novio planeaba algo, y probablemente tenía que ver con su cumpleaños.

Martin era buen actor pero no un buen mentiroso. Desde hacía unos días, había estado comportándose de manera extraña: mandando mensajes a escondidas, haciendo llamadas que rápidamente colgaba si Juanjo entraba en la habitación, y, lo más sospechoso de todo, ¡habia estado escondiendo algo en el armario! Eso sí que era raro.

Aquella mañana, el chico despertó antes que el castaño y lo observó dormir durante unos minutos. Su novio estaba acurrucado bajo las mantas, con el rostro en calma, ajeno a sus sospechas. Juanjo sonrió, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de sonsacarle algo. Se deslizó suavemente hacia él, abrazándolo por detrás y enterrando el rostro en su cuello, dejando que su respiración cálida le acariciara la piel. El pequeño se movió un poco, medio despierto, soltando un suspiro adormilado.

—Buenos días, cumpleañero-, murmuró el chico con voz ronca, girándose apenas para darle un beso rápido en la mejilla.

—Buenos días-, respondió Juanjo, con un tono que ya de por sí sonaba travieso. Sabía lo que tenía que hacer.

—Oye, mi amor... ¿qué estás tramando?- La pregunta sonó casi casual, pero su sonrisa juguetona delataba que no esperaba una respuesta sencilla.

Martin soltó una risita entre dientes y enterró más la cabeza en la almohada, intentando evitar el interrogatorio. — ¿Yo? Nada, absolutamente nada- , dijo con una voz tan inocente que solo aumentó las sospechas de Juanjo.

Juanjo, determinado a desenmascararlo, comenzó a besarle el cuello con delicadeza, subiendo hacia su mandíbula y luego hasta su oído, sabiendo perfectamente lo que eso provocaba en su novio. Cada beso era lento, calculado, suave pero con la suficiente intención como para hacer que Martin se removiera bajo las sábanas, soltando un suspiro más pesado.

—Vamos... dime lo que estás planeando- , susurró Juanjo en su oído, justo cuando sus labios rozaban la piel detrás de su oreja. El vasco soltó una pequeña risa nerviosa, pero se mantuvo firme, intentando contenerse.

—Nada, nada..., murmuró, aunque su tono ya mostraba signos de rendirse. Pero Juanjo sabía que su novio tenía más resistencia de la que aparentaba, así que decidió seguir con su estrategia, besándolo una y otra vez, cada vez más despacio, dejándole claro que no se detendría hasta que confesara.

Después de varios minutos de tortura, cuando parecía que Martin estaba a punto de ceder, Juanjo se detuvo de golpe. Levantó la cabeza y lo miró con una sonrisa victoriosa, pero juguetona.

— Y bien? ¿Me lo vas a decir o no?-, preguntó el maño, inclinándose cerca de sus labios pero sin llegar a besarlo, como un castigo por no hablar.

El vasco, aunque frustrado por el repentino abandono de los besos, se giró y lo miró directamente a los ojos con una sonrisa que mezclaba diversión y desafío.

— Ni aunque me sobornes con todos tus besos te voy a decir lo que estoy planeando- , respondió, satisfecho consigo mismo. - Así que, si te rindes ahora, te lo pierdes tú, Juanjo-

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