Atracción

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- No tenías que acompañarme a la universidad, puedo venir solo.

- ¿Tiene algo de malo que quiera acompañar a mi destinado?

- Satoru... - el pelinegro se giró para mirarlo - Ya hemos hablado varias veces sobre esto.

- Sí, lo sé, lo entiendo - dijo el albino frotando su nuca - Pero también quiero que entiendas que mi instinto alfa es fuerte, está muy apegado a ti. No de manera romántica, claro. Pero no puedo evitar sentirme en el deber de protegerte hasta que consigas a alguien más, o en todo caso yo lo haga.

El pelinegro observó con tristeza al alfa albino, así que lo abrazó y cubrió un poco con sus feromonas con aroma a cereza y sándalo, pero Satoru lo apartó con delicadeza.

- No, ya no - le dijo con una amarga sonrisa - Solo empeorará las cosas.

A partir de ahí caminaron en silencio. A ambos les resultaba incómoda la situación. Se habían conocido desde cachorros pues sus padres eran amigos, y al ser hijos únicos se hicieron inseparables. Satoru era mayor por 5 años, así que se vio en el deber de actuar como el hermano mayor para el pequeño, el cual se sentía seguro a su lado, mucho más cuando el albino se presentó como un Alfa.

Pero su relación cambió a partir de la presentación del pelinegro a los 16 años, ya que no solo se presentó como un Omega, sino que pudo reconocer en las feromonas del albino los dos aromas de su destinado: Pino y sidra. El ahora jovencito se sentía feliz, pues no pensó que habría alguien mejor para ser su destino.

Sin embargo, no contaba con que Satoru lo rechazaría. No de una manera brusca, al contrario, hizo todo lo posible para no hacer sentir mal al Omega, al cual no podía ver más que cómo a un hermanito.

Pero aun así, con toda la delicadeza con la que lo trató, no pudo evitar que el omega se ofendiera, quebrando su relación. Estuvieron distanciados por más de un año y para cuando se volvieron a encontrar, nuevos sentimientos nacieron en el alfa, pero ya era muy tarde, pues el pelinegro había experimentado la libertad y no quería perderla por la persona que lo rechazó en primer lugar.

A pesar de todo, acordaron llevarse bien, retomando su amistad. Al principio funcionó, pero con el tiempo, en Alfa comenzó a ansiar la presencia de un omega, y estar cerca de su destinado le afectaba.

Para entretenerse, salía de vez en cuando a las discotecas, pasaba la noche con alguna de sus conquistas, luego no las volvía a buscar, pues básicamente lo hacía por reprimir su apetito sexval. Y al final volvía a sentirse vacío.

Necesitaba a alguien que lo complemente, pero, si no era su destinado ¿Quién entonces podría llenar su corazón?

- Llegamos - dijo el pelinegro sacando de sus pensamientos al alfa - Gracias por acompañarme, Satoru - dicho esto, caminó hacia la entrada.

- Nos vemos, Megumi - se despidió el albino, volviendo por donde regresó.

Sin embargo, cuando estuvo a punto de cruzar la calle, un conocido aroma a duranzo llegó hasta su nariz. Si no se equivocaba, entonces sabía de quien se trataba, así que lo siguió.

Caminó solo un poco, hasta llegar a la parada de autobuses, y entonces lo vió. Su cabellera rosa era inconfundible.

Frunció el seño al recordar el desplante que le hizo aquel día en la discoteca, y estaba dispuesto a enfrentarlo. Caminó hacia él, sin poder evitar soltar sus feromonas picantes y densas por el enojo que al parecer alertaron al pelirrosa, pues de inmediato se puso de pie.

Pero Satoru fue más rápido y lo tomó del brazo antes de que pudiera huir. El omega pelirrosa se giró a mirarlo, asustado, entonces le reclamó.

- Tú... - se quitó las gafas oscuras, para verlo directamente - Tú me debes una camisa.

No siempre es el Destino (GoYuu/SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora