Una vida juntos

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La puerta de la habitación sonó con dos suaves toques. Alguien dentro dijo 'adelante", por lo que el alfa peli negro ingresó.

Iba a decir algo, pero todas las palabras escaparon de su boca y de su mente al ver la preciosa imagen de su hijo vestido con su traje de bodas, listo para que lo llevara al altar.

Megumi llevaba un hermoso traje blanco con una rosa del lado izquierdo. Rompiendo el molde de las novias y novios tradicionales, decidió no usar el velo. Pues quería mirar sin obstrucción alguna el rostro de su amado mientras caminaba por el altar.

Ante la expresión de su padre, el Omega estaba esperando algún cumplido de su parte, pero el mayor no dejaba de admirarlo, maravillado.

— ¡Vamos, papá! - dijo el Omega - Di algo que estoy nervioso.

El Alfa se acercó a su hijo, tomandolo primero de los hombros, para luego llevar una mano y acariciar su rostro.

-- Luces espectacular, Megumi. Eres muy hermoso, una joya preciosa. Sukuna tiene mucha suerte, y espero que sea consciente del gran tesoro que tendrá en sus manos de ahora en adelante. Siempre te lo he dicho y no me voy a cansar de repetirlo: Eres mi mayor orgullo, hijo mío.

Emocionado por las bellas palabras de su padre, Megumi lo abrazó con toda su fuerza, mientras lágrimas de alegría brotaban de sus ojos. Su padre acarició su rebelde cabello con una mano para luego darle un beso en su mejilla.

-- No llores más, es momento de sonreír.

Megumi asintió. Secó sus lágrimas y ya recompuesto, tomó el brazo de su padre para dirigirse hacia el altar, donde Sukuna lo esperaba.

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El Alfa pelirrosa se encontraba en el altar sumamente nervioso, sin dejar de observar ni por un segundo la entrada del salón, por la cual Megumi ingresaría.

Al notar su nerviosismo, su padre se acercó para calmarlo.

-- Hijo, tranquilo, Megumi pronto vendrá.

— Pero es que está tardando demasiado... ¿Y si ya se arrepintió?

-- ¡Oh, vamos! No digas eso, no te sugestiones de ese modo. Es normal que los novios se tomen su tiempo. Les gusta hacerse esperar, aportarle drama al momento.

— Ya es suficiente drama para mí... ¡Ahhh, por qué no llega!

De pronto, la música comenzó a sonar, llamando la atención de todos.

El novio estaba en la entrada, el brazo de su padre y listo para iniciar su recorrido.

Sukuna no tuvo palabras para describir lo que veía. Su Megumi, su precioso Omega, parecía un ángel divino caminando hacia él.

Sus ojos resplandecían y su sonrisa era encantadora, mientras que con porte y caminar seguro iba a su encuentro.

El ser más hermoso y maravilloso que haya existido en la tierra, en unos minutos se convertiría en su esposo.

Cuando Megumi llegó, Sukuna tomó sus manos. Ambos temblaban evidenciando su nerviosismo, pues a partir de ahora estarían unidos como un matrimonio frente a los ojos de los hombres. Aunque su enlace ya tenía más de dos meses de haberse consumado.

El juez comenzó la ceremonia, diciendo las típicas frases y consejos para los futuros esposos. Una vez que terminó su discurso, llegó el turno de los votos, siendo Megumi el primero en decirlos:

— Jamás olvidaré las palabras de mi madre, "Eres libre de forjar tu propio Destino". Era muy joven para entender en ese entonces, pero ahora comprendo a lo que se refería: A no limitar mi felicidad. Por mucho tiempo creí que había perdido la oportunidad de encontrar a la persona correcta que estaba destinada para mí, que esa era la única opción para ser feliz. Pero cuando te conocí, Sukuna, me enseñaste que el destino no es dueño de nuestras vidas, sino que somos nosotros mismos quienes lo construimos. Y yo quiero construir uno nuevo contigo, un nuevo comienzo, un nuevo destino. Te amo, Sukuna, y prometo estar junto a ti hasta el final de nuestros días, en la salud y enfermedad, en la prosperidad y la adversidad, en nuestros días soleados y en los más oscuros. De ahora en adelante, tomaré tu mano y jamás pienso soltarte.

No siempre es el Destino (GoYuu/SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora