Sinopsis:
Siempre he querido proteger a mi hermano Nezuko, pero la traición de aquellos en quienes confiaba me arrastró a un abismo oscuro. Regresada al pasado, me encuentro en un laberinto de secretos y corrupción dentro de la organización cazadora...
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Tiré al suelo los pergaminos con frustración, mis manos temblaban de rabia e impotencia. ¡Estaba aquí! ¡Estoy segura de que estaba aquí!
El aire en la habitación parecía pesado, cargado con mi ansiedad. Caminé de un lado a otro, mi mente luchando por encontrar una solución, por recordar algo, cualquier cosa que me diera una pista sobre lo que estaba sucediendo.
La clave para encontrar a Muzan, la llave para saber cómo podía devolverme al pasado... estaba en ese pergamino. El mismo que contenía la información sobre el lirio de la araña azul. Había pasado tanto tiempo investigando, reuniendo cada fragmento de información para poder negociar con él, como lo había hecho antes.
Pero ahora...
No estaba.
Me mordí la uña con fuerza, mi mente corriendo en círculos sin dirección. El pergamino, esa pieza crucial, había desaparecido. Lo había tenido bajo mi custodia, guardado con todo el cuidado que podía permitirme. Había revisado esa información tantas veces que podía recitar partes de ella de memoria. Entonces, ¿cómo era posible que ahora, cuando más lo necesitaba, simplemente no estuviera?
Un torrente de preguntas llenaba mi cabeza. ¿Alguien lo había tomado? ¿Había sido destruido? ¿Era esto parte de algún plan más grande del que aún no tenía idea? No podía permitirme fallar, no ahora.
Mi plan había sido simple: encontrar a Muzan, presentarle las pruebas, y asegurarme de que hiciera otro trato conmigo, uno en el que uniriamos nuestras fuerzas para lograr nuestros objetivos. Era una oportunidad única, la única que tenía. Pero sin ese pergamino, no tenía pruebas. No tenía nada con lo cual negociar.
Me desplomé de rodillas en el suelo, rodeada por los pergaminos que no me servían de nada. Mis dedos se apretaron contra las telas, el frío de las superficies solo amplificando la desesperación que crecía dentro de mí.
—¿Cómo...? —Mi voz tembló, un susurro que apenas reconocí como mío—. ¿Cómo lo haré sin eso?
Mi mente trató de calmarse, de encontrar alguna otra solución, alguna otra pista que pudiera seguir. Pero no había otra. Ese pergamino lo era todo. Sin él, Muzan no me tomaría en serio, no tendría ninguna razón para escucharme, y mucho menos para confiar en mí. Después de todo, ya sabía lo peligroso que era tratar con él. Un paso en falso, y todo estaría perdido.
Inhalé profundamente, intentando calmar el torbellino de emociones. Necesitaba pensar. Necesitaba otro plan, otra forma de conseguir lo que quería. Porque rendirme... eso no era una opción.
