¿Alguna vez nos imaginamos al sistema solar como una monarquía?
¿Qué secretos oculta esta monarquía?
¡Te invito a descubrirlo!
Te invito a observar las situaciones que debe enfrentar un pequeño príncipe, hasta lograr ser digno del trono de su padr...
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La cena es mejor en compañía. Con las luces de varias velas. Las risas de los niños. Al calor de una familia.
Pero aquella no es una realidad para todos.
Luna comía tranquilamente, sin ninguna prisa, pero con una expresión de soledad en su rostro la cual dejaba mucho que desear.
–¿cómo estará mi padre?–
Preguntó el príncipe en voz alta. Era una costumbre que tenía, hablar con si mismo cuando quería sentirse escuchado.
–tal vez limpiando su corona y joyas para mañana–
Se respondió a sí mismo, recordando la exigencia de Tierra en cuanto la apariencia. Odiaba verse despeinado o tener una mancha en sus relucientes trajes extravagantes.
–mañana vendrá Marte ¿tendré que cuidar a sus hijos otra vez?–
Ante la pequeña idea, Luna suspiró agotado, no servía de niñero y estaba empezando a tener poca paciencia.
–debería entrenar...o inventar alguna excusa para salir del palacio–
Dijo el príncipe, con una nueva idea en mente.
–quizás salir a la plaza y ver los grandes mercados de los que Fobos tanto habla...–
La idea se le hacía increíble, pocas veces a podido observar aquellos rincones del reino, no sería tan mala idea visitarlos de vez en cuando.
–¡en definitiva sería increíble!–
Concluyó el heredero, terminando su bebida y mirando el plato vacío. Ya había terminado.
Con una sonrisa intentó salir del comedor, pero se chocaría contra su padre.
–¡papá! En serio, discúlpame–
Luna estaba algo aturdido, había caído al suelo y seguía sin entender cómo es que Tierra estaba ahí. Se suponía no iba a cenar.
–debería ser más cuidadoso...–
Dijo el rey, mirando con cierta irritación a su hijo.
–si, lo lamento, es solo que no me fijé–
Se excusó el más pequeño, levantándose con algo de dificultad y limpiando el polvo que había caído en su ropa.
–voy a irme a mi cuarto, con permiso–
Luna dio una reverencia y se fue lo más rápido que pudo, a fin de cuentas su padre ni siquiera pareció importarle.
