Relatos de One-shots envueltos cómo una sorpresa para pasar este Halloween.
Tal y cómo un caramelo misterioso, del cuál no sabes su sabor hasta que lo pruebas ¿Te encontrarás con una historia dulce cómo la miel? ¿Ácida cómo el limón? ¿O amarga cómo...
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Sinceramente no lo entendía ¿De dónde había salido todo esto en primer lugar? Ni siquiera estaba enterado que tenía una especie de tío lejano a decir verdad, todo le parecía sumamente raro, más el hecho de que sus viejos jamás le habían contado sobre la existencia de este extraño familiar. Daba igual, herencia era herencia, aunque esta dicha herencia se tratara de un extraño "museo" por así decirlo, porque más que museo parecía un nido de ratas, se notaba que el lugar estaba completamente abandonado ¿Qué mierda se supone que haría con algo cómo esto?
Las puertas dobles del lugar se abren de par en par, acompañando el movimiento con un irritante chirrido proveniente de las bisagras viejas. Al entrar observa un panorama espantoso, estaba todo lleno de polvo y telarañas, todos los muebles cubiertos de unas mantas blancas, al menos tenía grandes ventanales que permitían entrar la luz, el lugar no poseía mala arquitectura, le recordaba mucho al estilo victoriano o gótico, si no estuviese todo tan sucio probablemente sería un lindo lugar.
Sí, definitivamente no podía quedarse con esto, debía venderlo. Aunque claro, nadie compraría el lugar en estas condiciones, tampoco contaba con tanto dinero cómo para contratar a personas que hicieran el trabajo, tendría que hacerlo él mismo. Soltando un suspiro saca el celular de su bolsillo trasero y marca un número que tenía cómo contacto rápido.
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— Bien...cuándo mencionaste que sería un trabajo díficil no imaginé algo así, Kacchan.
La mueca disgustada en la cara del peliverde mientras admiraba el panorama desde la entrada del lugar era desalentadora. Katsuki suelta un suspiro mientras se desordena su cabello cenizo con una de sus manos.
— Sé que igual estás ocupado con tu trabajo y todo eso, pero pienso pagarte por la ayuda, no tienes que preocuparte por eso. Además, no quise llamar a nadie más porque tú sabes el desastre que podría armarse aquí.
— ¿Qué? ¡No! Kacchan, no necesito que me pagues, somos amigos. Y entiendo lo otro, si sería un alboroto si todos estuviesen aquí...Además, no es un lugar demasiado grande.
Izuku avanza un poco por el lugar, admirando los detalles de la estructura, se acerca con curiosidad hacia uno de los muebles cubiertos por una sábana blanca y al quitar esta se encuentra con el rostro de una persona, el susto lo hace gritar y retroceder, casi cayendo de espalda al suelo de no ser por el agarre de Katsuki.
