Relatos de One-shots envueltos cómo una sorpresa para pasar este Halloween.
Tal y cómo un caramelo misterioso, del cuál no sabes su sabor hasta que lo pruebas ¿Te encontrarás con una historia dulce cómo la miel? ¿Ácida cómo el limón? ¿O amarga cómo...
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Era extraño, ya ni siquiera sabía qué era, si estaba vivo o muerto. Un día simplemente despertó y era de esta manera, recuerda escuchar a gente gritando, fuego consumiendo a su alrededor, el olor del pánico humano en el aire era apestoso. No recuerda su vida antes de ese día, ni siquiera sabía si había tenido una vida o si había sido siempre así, suponía que debió ser alguien antes, después de todo, veía a las personas que antes eran alguien ser consumidas frente a sus ojos por sus iguales y cómo éstas se transformaban rápidamente en uno de ellos.
Pensaba que si era alguien antes, era alguien muy raro, incluso ahora era un ser raro. Y no porque parte de su carne estaba en putrefacción, caminaba cojeando y su ropa estaba sucia y rota, no claro que no era nada de eso, era porque a diferencia del resto de su especie; él no podía comer humanos.
Lo había intentado, esas inevitables e irresistibles ansías que lo invadían y le hacían desear clavar sus dientes amarillentos en carne fresca hasta desgarrarla e ingerirla. Eran sus instintos, pero no podía seguirlos.
Hasta ahora había "sobrevivido" comiendo carne de animales, era una buena alternativa, después de que la ciudad fuera despoblada y sólo quedasen los muertos vivientes rondando por allí, varios animales habían tomado dominio del lugar, saliendo de los bosques y adentrándose en la selva de cemento. La mayoría de los de su especie los ignoraban a menos que tuviesen demasiada hambre, así que era perfecto para él y aunque debía comer muchos animales para sentirse saciado, estaba bien con eso.
Creía sentirse conforme con la "vida" que llevaba, si es que siquiera podía sentir algo, ahora que lo pensaba mejor, en realidad no sentía nada más allá que su carne fría, su corazón paralizado y sus ojos cansados, sabía que no estaba vivo, ni muerto, se sentía cómo la nada, actuando por instinto y vagando por las calles vacías de la ciudad abandonada o así era hasta que lo vió.
Y Dios, al verlo, puede jurar que el órgano muerto en su pecho, volvió a la vida, volvió a latir.
Un humano que cruzaba rápidamente y con precaución una calle a pocos metros de dónde se encontraba, tanta es su sorpresa o lo que sea que estaba experimentando que deja de comer el hígado del venado desmembrado frente a él y sólo se queda observando cómo esta persona de cabellos de oro y un par de ojos de un carmesí rojo cómo la sangre seguía avanzando, casi por inercia decide levantarse, maldecía más que nunca sus extremidades desgastadas, puesto que sus movimientos eran muy lentos y sólo quería alcanzar a ese ser que tanto había despertado su curiosidad.
Sin embargo, algo lo hace detenerse de golpe, el humano no estaba solo. Detrás de este rubio comienzan a pasar más personas, puede contar al menos unas 5 más que seguían casi en una fila al cenizo, esto lo hace sentirse molesto por alguna razón y esto se expresa en un gruñido que rasguña sus cuerdas vocales expuestas en su tráquea, no podía acercarse ahora, sabía que era peligroso, había visto cómo los humanos mataban a los de su especie perforándoles el cráneo o directamente desmembrándolos. Aunque bueno, los humanos tenían buenas razones para hacer esto.
