Greg estaba tan cerca que podía sentir la respiración controlada de Mycroft volverse más rápida, casi imperceptiblemente. En un movimiento inesperado, pero cargado de tensión, Mycroft lo sujetó por la nuca, acercando sus rostros con fuerza contenida. Sus labios se encontraron con un choque eléctrico, todo en ese beso era urgente, profundo, y lleno de una pasión inesperada.
Greg respondió inmediatamente, tomando a Mycroft por la cintura, tirándolo hacia él mientras sus bocas se movían con una sincronía que no habían planeado pero que se sentía inevitable. El beso se intensificaba, las manos de Greg explorando con determinación la espalda de Mycroft, mientras este, aún manteniendo el control, profundizaba el beso con un hambre contenida.
Era como si en ese momento todo se redujera a ese roce, a esa conexión feroz que ninguno de los dos había anticipado, pero que ahora los devoraba por completo.
Las manos de Mycroft, siempre tan controladas y medidas, comenzaron a deslizarse por la camisa de Greg, sus dedos finos recorriendo el cuello con un roce que le arrancó un suspiro. El beso se volvió más profundo, más demandante, mientras Greg lo empujaba suavemente contra la pared, manteniendo el control justo en el borde del desenfreno.
Mycroft, quien normalmente no cedía terreno a nadie, dejó caer la guardia, respondiendo al contacto de Greg con una intensidad que no había previsto. Era como si todo ese control que ejercía en cada aspecto de su vida se disolviera bajo el calor de ese momento. Los labios de Greg se apartaron apenas unos milímetros, lo suficiente para que sus respiraciones entrecortadas se mezclaran en el aire, pero ninguno de los dos se alejó más. No había palabras, solo el lenguaje crudo de sus cuerpos que, a pesar de las capas de ropa, se sentían como si estuvieran expuestos.
Greg lo miró, su expresión mezclando asombro y deseo. "Nunca pensé que tú..." comenzó a decir, pero Mycroft lo interrumpió, empujándolo de vuelta hacia él, sellando cualquier comentario con otro beso, más lento esta vez, pero cargado de intención.
La intensidad de la escena crecía, y aunque el mundo fuera de ese cuarto seguía su curso, para ellos no existía nada más que el calor y la conexión que se había desatado entre ambos.
Momentos antes...
Greg había empezado a levantar la voz, defendiendo su punto de vista sobre una pista que había encontrado, pero la verdad era que cada palabra de Mycroft, dicha con esa seguridad aplastante, solo le hacía sentir algo que no quería admitir. El poder de Mycroft, su control absoluto de la situación, lo excitaba de una manera inesperada. Greg no podía dejar de pensar en cómo, bajo ese exterior calculador, había algo más. La mirada fría de Mycroft, esa forma en la que siempre parecía estar un paso adelante de todos, le hacía sentir una mezcla de frustración y deseo. Sabía que en el fondo quería más que ganarle en una discusión. Quería provocar una reacción, romper esa máscara de perfección que Mycroft llevaba tan bien.
Por otro lado, Mycroft, aunque lo negaba para sí mismo, se encontraba completamente atraído por Greg. La sonrisa despreocupada de aquel detective, la forma en la que sus ojos parecían brillar incluso en las situaciones más tensas, le recordaban que no todo debía ser tan rígido. Había algo en la voz de Greg, en su naturalidad, que lo desarmaba poco a poco, aunque no lo quisiera admitir. Cada vez que Greg alzaba la voz, cada vez que lo desafiaba, Mycroft sentía un cosquilleo que jamás había experimentado con nadie más.
La pelea escaló. Ambos estaban casi a centímetros de distancia, sus palabras llenas de sarcasmo y reproches. Greg le espetó a Mycroft algo sobre su manera de manejar el caso, mientras Mycroft, con su habitual frialdad, le contestó con esa superioridad característica. Pero, mientras hablaban, sus cuerpos se inclinaban más y más hacia el otro, como si ya supieran que la discusión era solo una excusa para acercarse.
Y entonces, hubo un segundo de silencio. Un segundo donde ambos supieron que no se trataba de la pelea. Greg podía sentir el control de Mycroft como una corriente eléctrica en el aire, esa autoridad natural que le hacía perder la cabeza. Y Mycroft, por su parte, no pudo resistir más el magnetismo que Greg irradiaba con cada gesto relajado pero firme.
La pelea ya no importaba. Sin que ninguno lo planeara realmente, se encontraron mucho más cerca de lo que se suponía. Las palabras dejaron de fluir. El ambiente se tensó de otra manera, y ambos sabían perfectamente lo que venía a continuación, aunque ninguno lo admitiera.
Y así, en ese momento... Volvemos a leer el comienzo.
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Deshielando Al Hombre de Hielo
Fiksi PenggemarMycroft Holmes, siempre tan frío, calculador y reservado, no ha dejado que las emociones lo dominen en toda su vida. Para el poderoso hermano mayor de Sherlock, los sentimientos son una debilidad que no puede permitirse. Sin embargo, cuando Greg Les...