《Capítulo 7》

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Narrador omnisciente.
Luego de un rato de pláticas y risas, Zack se acercó a ellos.

—Aquí estás —dijo con un suspiro.

Ambos lo miraron curiosos.

—¿Pasa algo? —preguntó Oliver con confusión.

—Tienes que venir, vamos a... —dijo y se detuvo, echándole una mirada fugaz a ella—... reunirnos.

—Oh... —murmuró el peliblanco, con su mirada levemente más oscura. Ella lo miró curiosa y confundida, viéndolo ponerse de pie—. Nos vemos luego, peque.

—Quiero ir también —dijo ella poniéndose rápidamente de pie también.

Zack se detuvo y se giró, mirando a Oliver como diciéndole que hiciera algo. El último suspiró y se giró hacia ella, teniendo que inclinarse levemente para estar a su altura.

—No creo que te sea interesante, linda.

—¡Pero...!

—Oliver —llamó Zack.

El peliblanco miró apenado a su amiga.

—Lo siento, bonita, tal vez en otra ocasión —dijo sonriéndole apenado para luego irse con su amigo.

—¡Oliver...! —ella exclamó corriendo unos pocos pasos, deteniéndose al ver que ni siquiera se iban a detener.

Ella suspiró desilusionada y bajó la mirada. Se giró y se encaminó a su casa y a su habitación; una vez allí, se dirigió a su cama y se sentó.

Se mantuvo con su expresión desilusionada unos momentos, luego se giró a su mesita de noche y, del cajón, sacó las fotos de sus hermanitos. Las observó y sonrió con tristeza.

"Los extraño tanto... Espero que estén bien..."

Abrazó la foto contra su pecho y se dejó caer de espalda a la cama, mirando el techo con tristeza y nostalgia.

Luego de varios minutos, ella se puso de pie y, tras guardar la foto de regreso en el cajón, miró su arco y su estuche con flechas; los tomó y se encaminó hacia el bosque.

Una vez allí, en lo profundo de la gran arboleda, sacó un cuchillo de su bota y comenzó a tallar unos blancos en los árboles a su alrededor.

Unas dos horas pasaron y se colocó en el centro de entre los árboles, tomando una flecha de su estuche colgado en su espalda y lo enganchó a la cuerda, acomodándolo correctamente; tomó aire al mismo tiempo que apuntaba, retuvo la respiración y, cuando la soltó, disparó.

La flecha cortó el aire, atravesando el espacio entre ella y el árbol hasta llegar a clavarse en una diana entre el centro y la más externa.

Suspiró algo decepcionada y frustrada; sin embargo, volvió a tomar y acomodar otra flecha y repitió el proceso en otro blanco.

Esta vez, se acercó más al centro.

Apretó los labios y siguió repitiendo los pasos con el resto de blancos. Algunas más cerca y otras más lejos del centro.

Al llegar, al último, lo hizo una vez más.

Enganchó la flecha a la cuerda, la acomodó correctamente, apuntó con sus ojos centrados en el centro y su ceño levemente arrugado en concentración. Inhaló profundamente, entreabriendo levemente sus labios y tensando la cuerda. Mantuvo su mirada fija en el centro y, exhalando, soltó la cuerda y dejó ir la flecha.

La flecha cortó el aire, giró en su trayecto y, finalmente, se clavó justo en el centro.

Ella bajó el arco y sonrió levemente, orgullosa.

Cuentos de noche-TPN •Oliver y tú• [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora