《Capítulo 8》

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Narrador omnisciente.

2 días después.

Ella se encontraba en el molino, bebiendo un poco de agua, cuando Gillian pasó por detrás con Paula.

La pelirroja se giró a mirarlos curiosa.

—Hola, chicas.

Ambas se detuvieron y se giraron hacia ella sonriendo.

—¡Hola, ____________! —saludó la rubia animada.

—¿Adónde van? —preguntó curiosa.

—Tenemos reunión con los demás en el sótano —explicó Paula con su calma.

—¿Creen que pueda ir?

—Ahm... —Ambas chicas se miraron nerviosas y apenadas.

—Tal vez en otra ocasión, linda —dijo Paula sonriéndole levemente, retomando su paso con la mirada irritada de la pelirroja.

Gillian le sonrió apenada.

—Nos vemos —saludó y siguió su camino junto a la azabache.

—En otra ocasión, ¿huh? —murmuró para ella misma una vez que se quedó sola—. Hace cuatro años me dicen eso.

Tomó su arco y flechas de la silla donde las había dejado y salió, encaminándose al bosque.

Se había vuelto rutina; cuando estaba triste, molesta, de mal humor o simplemente quería estar sola, tomaba su arco y flechas y caminaba hasta el medio del bosque para practicar. La ponía de mejor humor y la calmaba.

Pasaron 3 horas y, tras haber practicado al menos 8 vueltas de tiro y habiendo juntado todas las flechas, se había trepado a un árbol para sentarse en la rama más gruesa. Tenía una rodilla flexionada hacia ella y la otra estirada sobre la rama; estaba tallando en su arco de madera con su navaja, concentrada y calmada.

Pasó su dedo por sobre lo tallado y sopló para quitar los restos de madera, observando calmada un pequeño lobo aullando a una luna y estrellas, bordeado por pequeñas rosas. Suspiró calmada y se recostó en el tronco, dejando colgar la pierna que tenía estirada, mirando la arboleda a su alrededor.

De repente, un golpe bastante grande hizo sacudir apenas notablemente los troncos, cosa que ella sintió al estar sentada y apoyada sobre uno. Se enderezó lenta y cuidadosamente, preguntándose si acaso allí existían los terremotos, observando su entorno con suma atención.

Segundos después, un grave y fuerte rugido resonó en eco por todo el bosque, llegando hasta oídos de los que estaban tranquilos en el pueblo.

Todos detuvieron sus actividades, girándose hacia donde provenía el rugido. Oliver frunció levemente el ceño, intercambiando miradas serias, alarmadas y preocupadas con sus compañeros y amigos, y con Lucas, que salía del molino luciendo preocupado.

Ella tomó su estuche con flechas y se lo colgó en la espalda, tomando su arco y bajando del árbol, llegando al suelo con total silencio.

Tomó una flecha y la colocó en el arco que cargaba, lista para disparar a cualquier amenaza.

Se escucharon fuertes pisadas, por lo que ella se escondió tras un tronco.

Se esforzaba por mantener la respiración calmada y no hacer ni un sonido que pudiera alertar de su posición o existencia.

Una respiración pesada se escuchaba.

Ella, suspirando, se asomó por un lado del tronco, frunciendo el ceño al no ver nada.

Intentó rodear el tronco y, al dar tres pasos, sintió esa misma respiración pesada, lo suficiente para reconocer que pertenecía a algo gigante, detrás de ella, haciendo que sus ondulados cabellos se mecieran hacia adelante y sus ojos se abriesen como platos.

Cuentos de noche-TPN •Oliver y tú• [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora