CAPÍTULO 13: La Redención

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Había pasado un tiempo desde todo lo que sucedió, y me encontraba en una etapa de crecimiento, no solo física, sino emocional y mentalmente. Aquel año había sido una prueba tras otra, un laberinto lleno de trampas que me obligaba a adaptarme, a transformarme y a sobrevivir. Las relaciones amistosas que antes parecían frágiles se habían fortalecido. Mis amigas ya no solo eran mi apoyo, sino mis defensoras, como una barrera protectora que me cuidaba de cualquier ataque. Y lo que fue aún más sorprendente, logré hacer lo impensable: convertí enemigos en amigos. Personas que antes eran cercanas a los Morgan ahora se acercaban a mí, intentando entender por qué razón ellos habían dicho tantas mentiras sobre mí. Manipulé las circunstancias, jugué mis cartas con astucia, y poco a poco, los Morgan comenzaron a sentir el peso de sus propias acciones.

Con el paso del tiempo, la gente empezó a quererme más. La percepción que tenían de mí cambió, no por lo que dijera o hiciera de forma directa, sino porque comencé a mostrar quién era realmente. Cada día que pasaba, me llevaba mejor con más personas, y eso me daba poder. Sentí cómo las murallas invisibles que me rodeaban comenzaron a desmoronarse, dejando espacio para que los demás se acercaran. Era extraño, pero gratificante. La desconfianza inicial se convirtió en respeto y el respeto pronto dio paso a la admiración. Esa capacidad para conectar con los demás no solo me ayudaba a sanar, sino que también me ayudaba a consolidar una red de apoyo, una que antes no creía posible.

El 21 de agosto, teníamos planeado un retiro. Sabía que ese momento sería importante, una oportunidad para demostrarme a mí misma lo lejos que había llegado. Decidí prepararme para ello de la mejor manera posible. Volví al gimnasio con más disciplina que nunca. Mi cuerpo, que una vez había sido una fuente de dolor, marcado por la fractura y la operación, empezó a transformarse. Era como si estuviera puliendo una armadura, fortaleciendo no solo mi físico, sino también mi mente. Cada día que pasaba, sentía cómo recuperaba mi fuerza, mi agilidad, y algo aún más importante: mi confianza. La disciplina se convirtió en mi compañera más fiel, y con cada repetición, con cada serie de ejercicios, me recordaba que no había límites para lo que podía lograr. El cuerpo que antes había sido una fuente de vergüenza y frustración ahora me brindaba orgullo.

Cada vez estaba más cerca de ese retiro, y me sentía preparada no solo física, sino mental y emocionalmente. Iba a compartir esos días con una de mis mejores amigas, y juntas nos dispusimos a vivir esa experiencia al máximo. Sabíamos que sería un retiro para desconectar de la rutina, pero para mí sería mucho más. Sería una oportunidad para cerrar ciclos, para enfrentar todo lo que había guardado dentro de mí durante tanto tiempo. Había aprendido que sanar no era solo cuestión de tiempo, sino de voluntad, y ese retiro sería mi momento de demostrarme a mí misma que lo había logrado.

Cuando finalmente llegó el día, todo parecía alinearse. El lugar era tranquilo, rodeado de naturaleza, y el ambiente invitaba a la reflexión. Las actividades que nos propusieron no eran las típicas dinámicas escolares, sino que estaban diseñadas para conectar con nuestras emociones más profundas. Durante una de las actividades, las emociones de todos estaban a flor de piel. Algunos lloraron; otros se desahogaron contando cosas que llevaban guardadas por mucho tiempo. Yo, en cambio, hablé desde mi proceso de sanación. Les conté que había pasado por un largo camino, lleno de dolor y frustración. Hubo un tiempo en el que solo pensaba en venganza, en cómo hacer pagar a quienes me habían herido. Pero ahora, me sentía en paz. Había comprendido que era mejor que esas personas, que tenía un valor que jamás podrían arrebatarme.

— Sé que soy mucho mejor que aquellos que me lastimaron —dije, con una voz firme pero serena—. Y si ni siquiera pueden disculparse, no me quiero imaginar cómo les irá en el futuro. Si no son capaces de ofrecer una disculpa, no sé cómo pretenden ser grandes profesionales.

Twin Crowns, One FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora