Desperté sobresaltada por un sonido fuerte. Toc, toc, toc. Al principio, mi mente estaba desorientada. No recordaba dónde me encontraba. La habitación estaba oscura, con solo un pequeño rayo de luz que se filtraba por las cortinas. Al girar la cabeza, lo vi a él: Alexander Morgan. El recuerdo de la noche anterior me golpeó como una ola fría.
— ¡Verga! —grité en un susurro, tratando de no despertar a Alexander.
— ¿Estás bien? —preguntó una voz desde el otro lado de la puerta. Era mi amiga.
— Sí, sí... solo que me espantaste. ¿Qué pasa? —respondí, sintiendo aún el peso del sueño en mi cuerpo.
— ¿Tomaste? —preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad.
— Creo que solo dos copas... pero ya sabes cómo me cae el alcohol —mentí, sabiendo que había sido mucho más que un par de copas. La verdad es que tenía la cabeza a punto de estallar, pero no por el alcohol, sino por lo que había hecho la noche anterior.
— Solo quería ver si quieres venir a desayunar con las chicas. Son las 9:30, ¿te animas o prefieres quedarte?
— Creo que me quedaré durmiendo. Necesito descansar un poco más. Gracias por la invitación —le respondí, intentando sonar normal.
— Está bien, Camille. Nos vemos más tarde. ¡Adiós!
Me quedé en la cama unos minutos más, sintiendo el calor del cuerpo de Alexander a mi lado. No podía creer lo que había pasado. "¿Cómo fue que llegamos a esto?" pensé, sin poder apartar los recuerdos de mi mente. Cuando intenté levantarme, sentí su brazo rodeándome con firmeza. Me atrajo hacia él de manera posesiva, como si no quisiera que me fuera. El contraste entre su gesto protector y mis pensamientos contradictorios me dejó inmóvil. Me sentía atrapada entre la vulnerabilidad de mis emociones y el poder que él intentaba ejercer sobre mí.
El sueño volvió a apoderarse de mí, y cerré los ojos nuevamente.
II
Desperté otra vez, esta vez con la claridad del día iluminando la habitación. Miré el reloj: eran las 10:30. "¿Cómo es que sigue dormido?", pensé mientras quitaba su brazo de encima con cuidado, evitando despertarlo. Me levanté en silencio, observando cómo la habitación estaba sumida en un profundo silencio. Revisé si alguien más estaba en el departamento, pero todo parecía vacío. Me dirigí al baño, buscando un escape, un lugar donde poder pensar con claridad.
El agua caliente de la ducha golpeó mi piel, y con ella, los recuerdos de la noche anterior volvieron a inundar mi mente. Las imágenes, las sensaciones, todo se repetía en mi cabeza como una película que no podía detener. "¿Qué hice?", me pregunté mientras el agua corría por mi rostro. "¿Cómo pude hacer algo así con Alexander después de todo lo que me hizo?"
Me quedé quieta bajo el agua, tratando de encontrar alguna explicación lógica a mis acciones. Pero entonces, un pensamiento sombrío me atravesó: "¿Será por eso que lo hice? ¿Porque me hizo sufrir?". Me mordí el labio, recordando el dolor que él me había causado en el pasado. Y ahora, había sido yo quien había tenido el control. "Se lo merece", pensé finalmente, intentando justificarme.
Al salir del baño, me envolví en una toalla y volví a la habitación. Alexander estaba sentado en el borde de la cama, sus ojos fijos en mí, con una expresión de desconcierto.
— Tú... —dijo con una voz gruesa, pero no terminó la frase.
Sentí un nudo en la garganta. Todo lo que había reprimido, todo lo que había intentado evitar, estaba a punto de salir. Tenía que enfrentarlo.
ESTÁS LEYENDO
Twin Crowns, One Flame
RomanceEn un mundo donde el deseo y el poder chocan, Camille Bellerose se sumerge en un viaje seductor y provocador en su último año en la exclusiva "Institut des Étoiles". Mientras enfrenta la inminente separación de sus amigos y la incertidumbre del futu...