🟢Capítulo 11- Desesperación

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Beelzebub, inmóvil y sin mostrar una pizca de emoción, observaba a Saitama con una intensidad perturbadora. Su rostro vacío de gestos, sus ojos sombríos y su postura serena irradiaban un aura de frialdad absoluta. El silencio que seguía a su mirada gélida parecía hacer más pesado el aire en la arena.

Saitama, acostumbrado a peleas rápidas y sin mayor dramatismo, empezaba a sentirse incómodo ante la falta de reacción. El héroe de apariencia despreocupada rascaba su nuca, lanzando una mirada algo confundida. Su incomodidad era evidente mientras murmuraba para sí mismo:

—¿Qué le pasa a este tipo? Ni siquiera parpadea... Esto está empezando a ser raro.

El contraste entre la inexpresividad de Beelzebub y la inquietud creciente de Saitama generaba un extraño ambiente de tensión en la arena.

Saitama, con su tono despreocupado y su característica indiferencia, rompió el incómodo silencio diciendo:

—Normalmente, son los monstruos quienes me atacan primero... ¿Debería comenzar yo? No quiero humillarte tan rápidamente.

Su comentario resonó en la arena, y la reacción fue inmediata. Los dioses en las gradas se indignaron. Sus rostros se torcieron en una mezcla de incredulidad y furia. Murmullos y gritos de desdén se alzaron en el público divino.

¿Cómo un simple humano osaba dirigirse así a uno de los suyos?

El ego de los dioses temblaba ante tal insolencia.

Sin embargo, en contraste absoluto con la furia que sacudía las gradas, Beelzebub permanecía imperturbable. Con su rostro sombrío y su expresión vacía, no parecía en lo más mínimo afectado por las palabras de Saitama. No dijo nada. Simplemente alzó su bastón de cráneo, cuya oscura y siniestra energía parecía crecer en intensidad, y lo apuntó directamente hacia el héroe.

La atmósfera cambió al instante. La oscuridad que envolvía a Beelzebub parecía respirar, cargada de una maldad insondable. El simple gesto de apuntar a Saitama hizo que el aire se volviera más denso, como si el mal augurio de un terrible poder estuviera a punto de desatarse. Pero, como era típico en él, Saitama sólo parpadeó, con una ligera inclinación de cabeza y una expresión de aburrimiento, sin percibir aún el verdadero peligro.

De pronto, una onda de energía tan sutil que podría haberse confundido con una simple brisa de aire emergió del bastón de Beelzebub. La onda avanzó silenciosa pero imparable, impactando directamente en Saitama. El suelo bajo él se quebró en un patrón irregular, y una gran cantidad de escombros y polvo se levantaron hacia el cielo, ocultando la figura del héroe calvo por unos instantes.

El silencio reinó en el estadio. Nadie, ni siquiera los dioses más sabios, entendían qué acababa de ocurrir. ¿Qué clase de ataque tan imperceptible había sido capaz de causar tanto daño al entorno? Mientras los espectadores intentaban descifrar lo que acababan de presenciar, una voz se alzó en las gradas.

Era Senku, el brillante científico de "Dr. Stone", que, aunque atónito, ya estaba analizando el fenómeno con la precisión de un genio.

—Ondas vibratorias...— explicó Senku, con la mirada fija en el lugar del impacto. —Ese ataque no fue una explosión común. Beelzebub ha usado ondas de alta frecuencia. Vibraciones capaces de desestabilizar y romper la materia desde dentro. ¡Es una idea revolucionaria! Jamás pensé que algo así podría utilizarse en combate.

El asombro en su voz no pasó desapercibido por los suyos. Kohaku, Chrome y Gen se miraban entre sí, impresionados y preocupados a partes iguales.

Senku continuó, visiblemente inquieto.

—Beelzebub puede manipular las vibraciones a tal nivel que destruye todo a su paso sin siquiera crear una explosión directa. Si es capaz de generar ese tipo de ondas... ni siquiera puedo imaginar cómo podremos enfrentarnos a algo así. Este poder es más de lo que cualquier ciencia humana ha podido concebir. Me pregunto... ¿Habrá algún otro dios con alguna habilidad fuera de nuestra comprensión?, ¿Seré capaz de ganar en la ronda que me llegué a tocar?

Multiverse no Valkyrie (Anime vs Dioses)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora