🏐Cap. 30🏐

5 1 0
                                    

El rubio se siente extasiado y perdido en el exquisito sabor de esos labios que dicen todo sin necesidad de decir algo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El rubio se siente extasiado y perdido en el exquisito sabor de esos labios que dicen todo sin necesidad de decir algo.

Una mezcla de diferentes sensaciones que van desde la inseguridad o temor a lo desconocido hasta unas inmensas ganas de resguardar cada toque, cada roce que se le hace extraordinario ante una exigente boca que reclama en cada tacto.

Se nota poseído en un limbo donde solo puede dar sitio a la locura de sentirse atraído por un tipo. Un hombre que eriza cada centímetro de su musculatura. Un hombre que enloquece sus escasos vestigios de cordura y del cual está recibiendo una dosis de afecto que lo descoloca.

Afecto que lo fragmenta cuando su mente quiere recordar que ésto... Ésto es incorrecto, a medida que su corazón palpita fuerte sobre su pecho haciendo -inevitablemente- acuosa la cuenca de sus ojos aunque maldiga por dentro.

Y se aferra...

Se aferra a los anchos hombros de aquel que le dice que todo estará bien a través del contacto de su cuerpo. Devolviendo cada roce, cada toque y cada abrazo como solo con él, sabría hacerlo.

Dejando atrás los demonios que quieren tomar parte como sombras al acecho, como aquellas voces que susurran que todo es incorrecto aunque nada malo se haya hecho.

Al cabo de unos cuantos segundos cargados de sumo afecto, el castaño se aleja de esos esponjosos y apetitosos labios para cuestionar por la hambruna del momento. No ha pasado por alto el ruidoso sonido que emana desde la panza del contrario. Y decidiendo ser quién vele por su capitán, pone freno a la situación que quiere consumirlos como brasero.

—Vamos, lávate un poco que preparo el desayuno, medio almuerzo, o merienda en todo caso —suelta el argentino, acomodando los cabellos revueltos del rubio y preocupado por incorporar algo sólido en aquel cuerpo que casi se deshidrata bebiendo —Ten —saca de su bolsillo, una pastilla a medida que le arrima una botella con agua —, es para la resaca, "sumamente efectiva" dijo el de la farmacia... ¡Ah! Tu celular no paraba de vibrar bien entrada la mañana pero no te desperté porque necesitabas recuperar toda la energía gastada —con un guiño de ojo, el punta se retira antes de recibir un almohadazo de su reciente conquista.

Rubio que trata de rastrear aquel móvil que ha dejado tirado por estar viciado en tocar otro tipo de aparato, pero se detiene confuso y llenando su cuerpo de incipiente nerviosismo, cuando lee el nombre de su progenitor en la ventana de notificaciones.

Y de un momento a otro, se llena de rabia por sentirse inseguro. Varios años han pasado desde que puede plantarse ante aquel ser que desprecia todo lo que ahora, le llama tanto. Tratando de no pensar demasiado y controlando las ganas de llorar como un niñato, aprieta el verde botón del espanto.

Luego de un par de timbrazos mediante un silencio que llena de inseguridad cada fracción de su cuerpo, resuena una voz que lo altera, al otro lado.

<¿Por qué no atendías?>

El inmediato reclamo de su progenitor incrementa su mal humor como olla a presión, pero tratando de no mostrar cuánto le afecta su falta de afección, seco contesta: <Estaba ocupado>

<¿No será que estás escondiendo algo?>

Maldice por dentro porque pareciera que ese monstruo al acecho vuelve cada vez que intenta ser feliz sin sentirse corrupto a medida que la bilis sube formando un nauseabundo caldo sobre la base de su garganta, aún así,  responde tragando sus ganas: <¿Necesitas algo?>

<Sí, que me avises cuando haya partido. O se te olvida que estudias gracias a mi plata>

"Maldito bastardo" inunda sus pensamientos a medida que niega con su cabeza... La muerte de su madre ha dejado un seguro a nombre suyo que usa como pago universitario y su progenitor, se cree con poder de reclamar algo.

<De mi madre, querrás decir...> suelta indignado por la desconsideración de aquel que contribuyó a que viniera a la vida porque de padre, solo tiene las sílabas vacías.

Al otro lado se escucha un refunfuño molesto seguido de algún golpe seco -posiblemente- una mano, hasta que unas duras palabras atraviesan el espacio: <Entré al portal universitario para ver alguna imágen de mi hijo en su momento más digno como armador titular de su equipo y en primera plana aparece un asco de imágen>

Rotundo silencio seguido del incremento de su respiración, se sucede en el estadounidense. Era de esperarse que alguna imágen se filtrara cuando no tuvo reparo en estar bajo el cuidado de Joaco, y más por ser él, de un perfil un poco más alto.

Pero cuando suena la notificación de una imagen enviada en donde aparece bailando muy pegado entre medio de dos desconocidos y él, bastante borracho, lo inunda la calma.

<Solo estaba divirtiéndome, ¿acaso es pecado? No tengo tiempo para tus reclamos infundados, yo, puedo hacer lo que se me dé la gana porque soy lo suficientemente mayor para ello>

Dicho esto, corta la llamada largando una fuerte exhalación a la par que intenta controlar su respiración acelerada. De inmediato, lo rodean por detrás, unos fuertes brazos que intentan dar calma.

Es como si fueran diseñados para fusionarse con su cuerpo adoptando la temperatura necesaria y calmando tempestades que antes hubieran terminado en una creciente ansiedad generalizada.

Necesita sacarse el peso de lo que significan las profundas heridas que desangran cada vez que su progenitor hace presencia en algún momento de su vida, o cuando aparece como pensamientos intrusivos que invaden su mente.

Y pensando en ello, no puede retener las lágrimas que empiezan a correr como si fueran un manto de agua bendita...

No solo fueron golpes cuyos moretones se desvanecieron con el paso del tiempo, fueron años de abuso psicológico recalcando el error que fue que quedará vivo y su querida madre, difunta.

Más de una vez rogó por morir y no tener que aguantar más la pesadilla que significaba vivir bajo la capa de ese monstruo que florecía, mucho más, cuando su cuerpo de alcohol se llenaba y él, en saco de boxeo se convertía.

Hasta que unas sentidas palabras se abrieron camino entre la bruma de desazón e impotencia: —Llora todo lo que tengas que llorar bonito, libera momentáneamente tu mente. Y si me permites, te prometo que buscaremos ayuda.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Gracias por leer, comentar y votar ♥️

Como verán, las heridas son profundas y puede dañar a cualquiera que se atreva a querer cubrirlas...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

&quot;Remate al corazón&quot; (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora