🏐Cap. 29🏐

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Como un conquistador de nuevas tierras, el castaño se deleita en la extensión de carne expuesta solo por y para él

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Como un conquistador de nuevas tierras, el castaño se deleita en la extensión de carne expuesta solo por y para él. 

Pero lo que más le calienta, es observar la entrega de aquel que juró -alguna vez- no dejarse llevar por el calor que emanaban cuando sus ojos se cruzaban.

Así que verlo jadeando de necesidad ante cada bocanada de aliento que se acerca hasta su firme dureza es tan sensual, que se pierde en pensamientos de lo que podría ser y será.

Es que el deseo es tal, que no puede separar la razón del corazón. Y tener la dicha de su entrega solo hace que su mente imagine diversos escenarios en donde el afecto es el primer protagonista de cada acción.

Y perdido en la afección que todo esto le genera escucha entre la bruma sexual que los rodea: "Chupa... Maldita sea". El desesperado pedido del rubio de extraer cada condenado vestigio de su ser.

Así es que transmuta como un buen maestro que se convirtió en un buen alumno agachándose para rozar con bocanadas de caliente necesidad, aquella llorosa extensión que sufre de anticipación...

Hermoso paisaje, ver al otro elevar la cadera para -finalmente- chocar con su rostro. Con el rostro de aquel que está dispuesto a mostrarle la luna en cada una de sus fases.

Entonces, abre la boca y recibe cada movimiento, cada pequeña estocada que de a ratos lo ahoga. Dejando al capitán hacer su trabajo, el trabajo de guiar el cómo lo quiere y hasta dónde quiere llegar.

Hasta que una feroz contracción abdominal, más la toma de su cabellera castaña, hace que trague cada gemido que emana como manantial del monumento que yace acostado. Llenando su boca de abundante calor mediante un grito arrollador y maldiciones a todos sus antepasados.

De inmediato, el punta reacciona calmando, besando cada ondulación de piel a los costados de sus labios con tal de evitar el rechazo que puede traer el subidón y posterior bajón. Pero lo que no se imaginaba es ser arrastrado hasta sellar sus labios en un caliente contacto... Contacto que de inmediato, se transformó en un imparable fuego arrollador.

Haciendo que Joaco se agarre como un desquiciado ante la inminente necesidad que le genera la fuerte succión de sus labios y recibiendo a cambio, a un decidido rubio que se arrastra hacia el sur dejando que su lengua haga el trabajo con cada relieve a su paso hasta terminar en aquella dureza que desespera por más contacto.

Recogiendo el capitán, diversos sabores y un sin fin de emociones que atraviesan su columna vertebral, enloqueciendo su mente que más parece dormida por el éxtasis y el encanto que por los problemas que le pudiera ocacionar.

De este modo arrastra sus manos empujando, amoldando y tragando a medida que el punta se sostiene de sus brazos maldiciendo y gimiendo por lo bajo.

Segundos de gloria en donde el alumno busca la aprobación de su maestro y un maestro, que está mucho más que satisfecho.

Logrando lo impensado en el rubio, estar unido al contrario en un clima de éxtasis empañado de maldiciones y reclamos. Dejando de lado cualquier raciocinio cuando su boca es colmada de un sabor dulzón y a la misma vez, amargo...

El rubio despierta -lentamente- del cobijo de sus sueños, sintiendo adolorida su mandíbula cuando un bostezo aparece a medida que estira cada porción de su musculatura

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El rubio despierta -lentamente- del cobijo de sus sueños, sintiendo adolorida su mandíbula cuando un bostezo aparece a medida que estira cada porción de su musculatura.

Y junto a la mandíbula, un ligero dolor de cabeza se hace presente a la par de las sugestivas imágenes que inundan su mente.

No quiere ni meditar en lo que pensará su compañero de cuarto cuando tantas veces se tildó de heterosexual para terminar mamando como ternero guacho... Acción que no se puede refutar así como no se puede tapar el sol con una mano.

Se ríe pensando en la comidilla de dinero que se hará la psicóloga a la que asistirá para controlar los impulsos agresivos de su mente. Ya se imagina diciendo que él fue hetero, hasta que le dijeron bonito y le miraron el trasero. Maldito proyecto de homo encubierto tras años de sentir hablar barbaridades de aquellos que "supuestamente" aman anormalmente.

Se encuentra perdido entre los entretejes de su mente cuando el acceso del cuarto es abierto, apareciendo un gigantesco castaño con el pelo mojado y oliendo a jabón fresco.

E inevitablemente, su mente se repleta de recuerdos.

De esos labios recorriendo cada centímetro de su cuerpo.

De esas manos acariciando como si fuera el objeto más perfecto.

Y de esos ojos que lo miraban como si fuera lo más hermoso... Incorrecto.

Nada de pretérito imperfecto cuando es presente todo lo que siente.

Siente cómo su mirada lo atraviesa exponiendo sensaciones que -aún- no se atreve a ponerlas en letras.

Acelerando su corazón de tal manera, que cree que no podría dejar de mirar aunque quisiera.

Entonces, su marcado porte hace presencia y se acerca.

Se acerca a medida que lo observa y desespera.

Desespera porque no puede dejar de quedar prendado en su mirar.

En la forma que adoptan sus ojos cuando lo observan con una hermosa sonrisa enmarcada en su faz a medida que le cachetea diferentes verdades al azar.

Una de ellas es que esto... Esto es el comienzo de todo aquello que no tuvo final.

Sellando el contrato cuando lo envuelven unos fuertes brazos y sus labios son acariciados por los cálidos del contrario.  

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"Remate al corazón" (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora