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Me entro al auto de Hiccup, ya que me dijo que lo esperara un momento.

Salgo a buscar un rotulador que se me quedó en el casillero.

Corro rápidamente, abro el casillero y saco el rotulador fucsia.

Salgo disparatada al auto, pero alguien me toma del brazo. Me volteo y veo los ojos verdes aqua de Aster.

— Dime que esperabas que fuera otra persona.

— L-lo esperaba. —digo tartamudeante.

— No besa tan bien como yo. —dice y me besa forzosamente.

No puedo separarme de él, ya que me aferra a él.

Introduce su lengua en mi boca y se me hace repugnante.

Si hay algo que odie son los besos forzosos.

Lo empujo y volteo a la salida. Veo a Hiccup con los brazos cruzados.

Corro a la entrada y veo a Hiccup entrando a su auto.

— ¡Ábreme! —le suplico tocando los vidrios.

Él baja el vidrio—. Ves a donde Aster a que te lleve.

Sus celos venenosos me encantan.

— ¡Hiccup! —digo.

— No me importa si quieres besar al Instituto, pero necesito tiempo para mí y mi novia, Astrid.

Suelto la ventana, mis ojos se cristalizan.

Hiccup se va, dejándome como idiota a las afueras del Instituto.

Escucho el claxón de un auto, bajan la ventana y veo la cabellera blanca de Jack.

— ¿Qué tienes?

— Tendré que irme caminando.

— Sube, roja. —me dice él abriendo la puerta.

Sonrío con ganas de llorar y subo al auto de Jack.

— Gracias. —musito.

Jack me lleva a casa, mientras hablamos de cosas incoherentes.

— ¡Y yo le dije Hakunamatata! —grita Jack.

— Una forma de seeeer. —canto yo.

Empezamos a reír y él frena el auto.

— Llegamos, pirata.

— ¡Arrr, camaradas! —digo imitando a un pirata.

Jack se ríe y yo me bajo del auto.

La puerta me da miedo.

Entrar y saber que voy a tener que discutir con Hiccup.

Entro y veo unos tacones tirados en el piso. Se me hace extraño, subo las escaleras donde encuentro prendas exteriores de mujer y la ropa de Hiccup.

Esto no es en serio.

Él solo jugaba contigo.

Las lágrimas empiezan a resbalar por mis mejillas.

El oido de los gemidos se escuchan en ¿mi habitación?

Pongo el oído en la puerta, efectivamente vienen de allí.

Empiezo a llorar y salgo de allí, tomo mi vieja bicicleta y manejo a mi antigua casa.

Llego a ella y toco la puerta con insistencia.

Gothel me abre la puerta y me mira con dulzura. Me tiro sobre ella.

Ella me abraza.

— Todos me han hecho daño. —le digo entre sollozos.

— Oh, pequeña —ella cierra la puerta—, sabía que volverías.

Me empuja y caigo sobre la pared.

— Y nunca más saldrás de aquí. —dice antes de reír malévolamente.

Te odio, Hiccup. Morite, forro.

La niñera [Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora