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Tomo la maleta y bajo. Camino hacia la puerta rápidamente. No es muy grande. Llevo mis libros del colegio, mis libros para pasar el rato, mi dije y mi libreta de ideas. Ropa, la necesaria. Además, Gothel ha dicho que allá Valka tiene ropa preparada para mí, lo cual me preocupa, ya que no todos conocen mi estilo. Pero sería para nada cortés no usar la ropa. No sé que haré. Espero que no sean de mi talla o algo así. Paro un taxi y le doy la dirección. Miro por la ventana, las casas por aquí son muy lujosas. El señor me deja al frente de una casa amarilla, con un decorado en mármol. Tiene dos pisos, una fachada ancha y un balcón amplio. El decorado en mármol va más en el balcón. Veo que hay una pequeña ventanilla en el techo, lo que me dice que hay sótano. Ayudará para saber donde se esconde el pequeño travieso.

Le pago al señor, le agradezco y me bajo. Camino a la puerta donde me recibe una señora castaña y de ojos verdes.

—  ¡Melissa! —dice extendiendo sus brazos hacia mí.

—  Mérida. —le corrijo.

—  Lo siento.

Nos reímos y entramos a la casa. Ella se sienta en el comedor y yo la imito.

—  Se supone que te haría un interrogatorio, pero dado el poco tiempo que me queda para alcanzar la junta e irme con mi esposo a Italia, no lo haré.

—  Tranquila, su hijo va a estar en buenas manos.

—  Y eso no lo dudo, cariño, me preocupas tú.

La miro extrañada—. ¿A qué se refiere con eso?

—  Hipo es algo... rebelde, por decirlo de una manera sutil.

—  Ya veo.

—  Por eso decidí una niñera más joven, así se entenderían mejor.

Sonrió—. Creo que sí.

—  Bueno, cariño, ya me voy. La segunda habitación de arriba es la de él. Dile que te indique.

—  ¿Me podría decir la edad del chico y su nombre?

—  Hiccup, Hiccup Haddock, y tiene 19. Bien, adiós. —dice y cierra la puerta tras ella.

Sonrío hasta que caigo en cuenta de lo que acaba de decir.

¡¿Hiccup Haddock?!

—  ¡Esto no puede estar pasando! —digo aterrada.

Volteo a las escaleras y lo veo.

—  Miren nada más quién es, si es Mérida, la nerd y ahora niñera, Dunbroch.

Lo miro con furia—. Ya es suficiente con que me aplastes en la escuela, pero no voy a dejar que me aplastes aquí.

—  ¿Ah sí?

—  Sí, ¿o qué harás para impedirlo?

Él me mira y gruñe.

—  ¿Por qué tengo que tener una niñera? —se queja él.

—  No sé, tal vez porque un niño de 5 años tiene más responsabilidad que tú. —le grito.

—  De todas las niñeras que pudieron ponerme, me ponen a la nerd. ¿Qué hice para merecer esto? ¡Señora Chamberlin, vuelva!

—  ¡Cállate de una vez, bueno para nada! Si dejas de chillar como una nena, creo que podré hacer mi trabajo.

—  No, no me callo, y te lo advierto de una vez, Dunbroch, tu trabajo aquí no será nada fácil.

Chillo y me doy media vuelta hacia las escaleras. Intento subir, pero Hiccup me detiene.

—  ¿Por qué te vas, Dunbroch? ¿Te diste cuenta que ya tienes la pelea perdida?

—  ¿Disculpa? ¿Me estás declarando la guerra?

—  Bravo, Einstein. —dice aplaudiendo falsamente.

—  No te atreves.

—  Si. Si me atrevo.

—  Si así lo quieres.

Hago mi salida triunfal hacia las escaleras y entro a mi cuarto. No miro nada, apago el foco y me echo a dormir.

La niñera [Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora