Erin, la conocida terapeuta del club Manchester City, tenía la sensación de estar soñando desde que recibió la llamada del entrenador del Barcelona, Jonathan Giraldez.
Después de facturar varias maletas, cargar con su equipaje de mano en el avión y encontrar su asiento, la realidad se impone por fin. La adrenalina corre por sus venas.
Erin estaba muy nerviosa.
No había planeado trabajar para un club de fuera del Reino Unido, pero, tras su buen rendimiento como principal terapeuta del equipo femenino del Manchester City en los últimos años, era normal que otros clubes se hubieran interesado por ella.
¿Y quién podría rechazar al Barcelona?
Jonathan envió el contrato por correo electrónico para comprobar que las condiciones eran aceptables y, desde entonces, todo había sido un borrón.
Sólo una semana después de recibir la llamada de Jonathan, la rubia dejaba atrás Manchester, dispuesta a empezar su nuevo trabajo en el club profesional.
Tras recoger sus pertenencias, salir de la terminal y contemplar el tiempo sorprendentemente lluvioso, Erin apenas tiene un segundo para preguntarse qué se supone que debe hacer a continuación, cuando ve a alguien que la saluda emocionada.
"¡Hola! Por aquí", una voz femenina y amistosa resuena desde el coche justo en la entrada.
"Hola", sonríe nerviosa la rubia, acercándose a la desconocida, que inmediatamente la estrecha en un fuerte abrazo, pillándola completamente desprevenida.
"¡Tú debes de ser Erin! Bienvenida a la soleada Barcelona. Mi nombre es Martha", exclama la mujer de pelo negro, apretando con fuerza a la sorprendida rubia, dejando a Erin sonrojada ante el familiar saludo.
"Soy Erin. Encantada de conocerte", ríe la rubia, mientras sus ojos se detienen en la pegatina de Barcelona del exterior de la furgoneta de Martha. Por suerte, había espacio suficiente para su equipaje.
"Creía que en Barcelona siempre hacía sol...", bromea Erin, refiriéndose al tiempo lluvioso, mientras las dos meten sus maletas en el enorme maletero.
"Normalmente, lo es. Aunque nos vendría bien la lluvia. Y a mí me vendrías bien... estas últimas semanas como única terapeuta en el club han sido realmente agotadoras", bromea Martha, metiendo la última maleta, antes de subir al coche.
"¿Por qué eras la única terapeuta?" se pregunta Erin, recostándose de nuevo en el asiento del copiloto mientras Martha arranca el motor.
"Mi antigua compañera, Rose, rompió su contrato a finales del mes pasado. Pero hacía tiempo que había oído rumores de que Jonathan te quería en el equipo. Tienes una gran reputación en Europa, ¿sabes?", explica Martha con voz relajada, concentrándose en la carretera.
"Nunca me imaginé trabajando fuera de Inglaterra, pero estoy muy contenta de estar aquí. Además, Barcelona tiene una gran reputación", dice Erin entre risas, con la emoción claramente audible en su voz.
"Bueno, estoy aliviada de que estés aquí. Y probablemente las atletas también estarán encantadas de conocerte por fin", sonríe Martha con alegría, aparcando delante de la pequeña casa que el club había proporcionado a su nueva empleada.
"Eso espero", suspira Erin nerviosa, con las mejillas enrojecidas por la emoción y el cansancio. Se sentía un poco abrumada imaginando conocer a todos sus nuevos compañeros de trabajo e imaginando todo lo que quedaba por hacer para que su nuevo hogar fuera cómodo.
Pero se alegró de haber conocido a Martha.
Mientras Martha ayudaba a Erin a desembalar algunas de sus pertenencias, las atletas del FC Barcelona se preparaban para la primera sesión de entrenamiento del día.