Erin se estira perezosamente, abre los ojos y mira el despertador. Erguida como un rayo, con el corazón en un puño, agarra el móvil con la esperanza de que se haya equivocado de hora.
"Mierda", gime la terapeuta, intentando que no cunda el pánico. Tenía 15 minutos para arreglarse antes de salir hacia el trabajo. Y eso si todo iba bien; el autobús casi siempre llegaba tarde. Recoge su bata del suelo, se la pone y vuelve a mirar el horario del autobús en su teléfono.
¿Por qué el Barça no había dejado aún el estúpido coche de alquiler?
De repente, la puerta del baño se abre y Alexia sale con una toalla y el pelo húmedo.
"Hola, espero que no te importe que haya usado tu ducha", pregunta tímidamente la capitana, con las manos a la espalda.
Parecía adorable.
"N... no, en absoluto", balbucea Erin, besando rápidamente a la mediocampista en la mejilla, y deslizándose junto a ella hacia el cuarto de baño, dejando la puerta abierta tras de sí.
Apresurándose a recogerse el pelo y a agarrar el cepillo de dientes, levanta la vista para ver a Alexia que la observa con curiosidad desde la puerta.
"¿Estás... disgustada?", pregunta dubitativa la capitana, con los ojos clavados en el suelo. A Erin se le encoge el corazón.
"No, no, lo siento. Estoy estresada y tengo prisa. Me he quedado dormida... Tengo que salir para tomar el autobús dentro de unos minutos", divaga, sintiéndose fatal.
Acercándose a la morena, Erin le levanta suavemente la barbilla para mirarla a los ojos.
"Ayer fue increíble. No estoy disgustada. Eres perfecta", continúa, tratando de animar a la atleta. Alexia le devuelve la mirada por un momento, antes de sonreír ligeramente.
Se sintió aliviada.
"Vale... Bueno, podría llevarte al trabajo. Si eso ayuda con el tiempo...", ofrece tímidamente, los ojos una vez más mirando hacia el suelo.
"Oh", Erin hace una pausa, ladeando la cabeza.
Después de lo de anoche... ¿cómo es que Alexia seguía siendo tan tímida?
"Sería fantástico, gracias", añade.
"Creo que aún tardaremos 15 minutos o así...", estima Alexia, pasándose nerviosamente las manos por el pelo mientras mira a su alrededor, buscando la ropa que llevaba el día anterior.
"Estupendo. ¿No te importa?", tararea Erin alegremente, volviéndose hacia el lavabo para cepillarse los dientes.
"No, de todas formas, me gusta llegar pronto... ¿pero quizás tienes un juego extra de ropa del Barça que me puedas prestar?", pregunta Alexia de forma tierna, haciendo un gesto de impotencia hacia la toalla que aún llevaba puesta.
"Mhm", murmura Erin en torno a su cepillo de dientes, pasando por delante de la capitana para tomar dos juegos de su armario, entregándole uno a Alexia antes de volver corriendo al cuarto de baño.
Cuando vuelve a salir, Alexia está vestida y sentada en el borde de la cama perfectamente hecha, parece orgullosa de sí misma.
"Pareces cansada, Erin", dice descaradamente.
"Soy consciente de ello. Gracias por recordármelo", responde Erin, guiñándole un ojo a la atleta, que se sonroja en respuesta.
Por supuesto, ambas recordaron la conversación que habían mantenido durante su primera cita juntas.
"S... siento haber dicho eso", balbucea Alexia, jugando con las manos. La terapeuta se acerca, se coloca entre las piernas de la capitana y le pasa un mechón de pelo suelto por detrás de la oreja.