Cuando la reunión llegó a su fin, Alexia empezó a divagar. No podía concentrarse en lo que Jonathan estaba diciendo; de todos modos, no volaría a Múnich con ellos.
Suspirando de nuevo, se queda mirando cómo se disuelve el grupo; algunas jugadoras salen a calentar para la sesión de entrenamiento, otras se quedan para ponerse al día después de su día libre.
Erin y Martha se levantan y recogen sus cosas. Cuando se disponen a salir, Patri se acerca corriendo por detrás y rodea con un brazo los hombros de la rubia.
Alexia frunce los labios con curiosidad. Con la cabeza aún más hundida en la capucha y las manos metidas en los bolsillos, las sigue hasta el gimnasio para entrenar la fuerza, con el grupo de jugadoras lesionadas.
"¡Martha! ¡Erin! Hola", sonríe Patri, colgándose cómicamente de Erin.
"Hola Patri...", se ríe Erin levemente. Todas las españolas se habían mostrado muy cariñosas desde que había llegado, y se estaba acostumbrando.
"Me preguntaba si tendrías tiempo de revisarme el tobillo después del entrenamiento. Puede que lo haya sobrecargado un poco y se acerca el día del partido", explica Patri, sonriendo tímidamente a la rubia.
"¿Sobrecargado? ¿Por qué no lo has dicho antes? Lo habría comprobado", exclama Erin, bajando la vista hacia el pie derecho de Patri, que camina con cuidado.
"En realidad no es nada... Pero, por si acaso", Patri se encoge de hombros. La rubia asiente rápidamente, antes de mirar su reloj, pensando en su agenda.
"¿Sabes qué? Hagámoslo ahora. Es mejor antes del entrenamiento, y además tengo la agenda muy apretada", ofrece Erin, empujando a Patri hacia su despacho.
"Es muy bonito... Gracias", Patri chirría agradecida, saltando junto a la rubia.
Alexia observa cómo la puerta se cierra tras ellas y continúa lentamente por el pasillo. La morena sintió que se le hacía un nudo en la garganta. De alguna manera, se sentía... malhumorada por ello. A esas horas, las terapeutas solían estar ocupadas ayudando en el gimnasio y en el campo de entrenamiento.
Entonces, ¿por qué Patri tenía una cita?
Alexia intenta olvidarlo, pero el persistente nudo de celos en la boca del estómago no desaparece ni siquiera cuando empieza a calentar.
Normalmente, se centraba en las pequeñas mejoras que hacía cada día, lo que la mantenía motivada. Pero la imagen de Patri sonriéndole tímidamente a Erin con el brazo sobre el hombro no dejaba de rondarle la cabeza.
¿Por qué tardaban tanto?
Sólo de pensarlo, Alexia se subía por las paredes. Lo odiaba.
Erin debía estar allí.
"Ale, ¿estás bien?", pregunta Jana. Se había dado cuenta de que su amiga se había quedado pensativa, frunciendo el ceño hacia la pared que tenía delante.
"Um... Si. Sólo estoy pensando", miente Alexia, mirando de nuevo a la puerta, esperando que Erin pase para poder dejar de obsesionarse.
Unos 20 minutos después, la puerta del gimnasio se abre y entra una rubia radiante. Alexia levanta los ojos de inmediato. La capitana contiene la respiración al ver que la terapeuta pasa a su lado sin mirar.
La capitana se burla, poniendo los ojos en blanco. No podía dejar de imaginárselas a las dos flirteando en el despacho de Erin.
Quería irse. Salir furiosa de la habitación e irse a casa.
Pero no pudo.
En lugar de eso, se centra en el entrenamiento, haciendo de todo menos mirar a la despampanante rubia que se paseaba por el gimnasio guiando a las jugadoras lesionadas en sus ejercicios.