En un futuro distante, la humanidad ha sido llevada al borde de la extinción por un enemigo desconocido: los Gauna, criaturas alienígenas que devoran todo a su paso. Para sobrevivir, los últimos vestigios de la raza humana se han refugiado en Sidoni...
Nagate despertó lentamente, su cuerpo estaba pesado y su mente nublada, pero a medida que recobraba la consciencia, notó algo diferente: sus manos estaban esposadas. Intentó moverse, pero el frío metal de las esposas en sus muñecas le recordó que no estaba libre. Sus ojos se abrieron completamente y observó a su alrededor. Estaba en una sala estrecha y oscura, con paredes grises. Pasar de un lugar a otro estaba volviéndose una especie de rutina aterradora.
Un oficial lo miraba desde una mesa cercana y, al notar que Nagate había despertado, dio la alerta. —Está despierto— dijo con voz firme. Dos oficiales más entraron rápidamente en la sala. Sin muchas palabras, lo levantaron de la silla donde lo habían dejado tirado y lo llevaron a una nueva habitación, esta vez a una sala de interrogatorios. El espacio era apenas grande, con una mesa simple y dos sillas, una de las cuales ya estaba ocupada.
Hoshijiro Shizuka, la joven que había visto junto a Norio antes de que lo noquearan, estaba sentada allí, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. A su lado, los oficiales se acomodaron y comenzaron el interrogatorio sin rodeos.
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—Te salvaste gracias a ella, chico— dijo uno de los oficiales, señalando a Hoshijiro. —Ella pidió que no te hiciéramos nada. Eres afortunado de que interviniera—
Nagate la miró con una mezcla de gratitud y confusión, ella le sonrió, pero no tuvo tiempo de responder antes de que comenzaran las preguntas.
—¿Quién eres?— pregunto el oficial.
—Tanikaze Nagate— respondio el.
El policía busco en los registros, se dio cuenta de que no tenia ningún habitante de sidonia registrado con ese nombre —¿Quién eres?— soltó otro oficial con tono áspero, mientras daba un golpe en la mesa para enfatizar su pregunta. —Dices que te llamas Nagate Tanikaze, pero no hay registros de ese nombre en Sidonia. No existe ningún Nagate Tanikaze. No mientas, o las cosas se pondrán más complicadas para ti—
Nagate, aún desorientado por todo lo que había sucedido, intentó responder con la mayor calma posible. —No estoy mintiendo... mi nombre es Nagate Tanikaze. Vivo en las tuberías, siempre he vivido allí...—
Los oficiales intercambiaron miradas incrédulas. Uno de ellos se acercó, inclinándose sobre la mesa, sus ojos fijos en Nagate. —¿En las tuberías, eh? Eso suena a una buena excusa para alguien que no quiere decir quien reamente es—
—Es la verdad— insistió Nagate, su voz temblorosa pero decidida. —Vivía allí con mi abuelo... Hiroki—
El nombre "Hiroki" provocó una breve pausa en la sala, pero antes de que alguien pudiera decir algo más, la puerta se abrió abruptamente. Un oficial de mayor rango entró, su expresión seria y con un aire de urgencia.
—¿Qué está pasando aquí?— preguntó el oficial, con un tono que dejó a todos en la sala tensos.
—Estamos interrogando al chico, no tiene registros y creemos que está mintiendo— respondió uno de los policías.
