Franco Mastantuono es la joya del momento, todos los ojos están puestos en él, debido a su corta edad y su gran talento con la pelota de fútbol.
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Olivia Martinez solo es una estudiante común, a la que le encantan las manualidades y los libros, suma...
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He got that boyish look that I like in a man I am an architect, I'm drawing up the plans It's like I'm 17, nobody understands No one understands
He got my heartbeat Skipping down 16th Avenue Got that, oh, I mean Wanna see what's under that attitude like I want you, bless my soul And I ain't gotta tell him, I think he knows I think he knows . . .
¿Cómo empiezo?
Después de aquella mañana donde ambos nos confesamos ser nuestra primera vez, la relación entre Franco y yo tomo un giro inesperado.
Ya no peleamos tanto, aunque las discusiones siguen siendo parte nuestra dinámica. Pero ahora, hay una tensión diferente entre ambos, una atracción que no podemos evitar.
Cada vez que nos encontramos, sea donde sea, surge la necesidad de acercarse, de compartir un beso o un pequeño momento íntimo.
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Franco estaba en medio de un entrenamiento, pateando pelotas hacia el arco con la intensidad que lo caracteriza.
Yo me acerque porque tenía que dejarle unos apuntes de una materia que teníamos en común. Me senté en el banco y busque su mochila para meter las cosas ahí. Estaba solo en el campo, así que en el banco no había más que su mochila.
Decidí quedarme a observarlo, intentando ser discreta, aunque note que el me miró de inmediato. Al terminar una serie de tiros, se acerca a mí, sudoroso y con una sonrisa juguetona en la cara. Dios, era muy lindo.
- ¿Viniste a verme entrenar o solo a espiarme?- hablo jadeante por el esfuerzo.
- Solo pasaba por acá. No todo gira alrededor tuyo, ¿sabías?- fingí indiferencia.
- ¿Ah, no? Porque siempre terminás acá cuando yo estoy entrenando...- sonrio con picardía.
Antes de que yo pueda replicar, Franco se acerca rápidamente, tomándome de la cintura y robándome un beso rápido pero intenso. Me quede sin palabras, sorprendida pero aunque no lo admita, lo disfrute.
- Estás todo transpirado, Franco.- hablé en voz baja contra sus labios, a modo de reproche.
- No te escuché quejarte.- susurro.
Con una sonrisa cómplice, me aparte un poco, pero no lo suficiente como para romper completamente el contacto. Franco me mira con intensidad antes de regresar al entrenamiento, lanzándome una última mirada que me deja claro que esto apenas empieza.
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Días después, yo estaba en mi librería favorita, revisando algunos libros. Estaba concentrada, perdida entre las páginas, cuando sentí una presencia familiar detrás mío.
