Caos y Fiesta

sireno en subasta

Subasta en Alta Mar

El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo las olas de un rojo profundo mientras la subasta clandestina en el puerto de Bahía de las Sombras llegaba a su punto más álgido. Piratas de toda la región se habían reunido en busca de riquezas exóticas, reliquias perdidas y criaturas más allá de la imaginación. Entre ellos, Griefer, un pirata conocido por su reputación de ser implacable y astuto, observaba desde la sombra, esperando encontrar algo que despertara su interés.

La subasta había transcurrido sin grandes sorpresas: cofres de oro, gemas relucientes y armas forjadas por maestros. Sin embargo, el ambiente cambió cuando uno de los subastadores, un hombre delgado con una capa deshilachada, golpeó la plataforma para presentar su más reciente descubrimiento.

—¡Caballeros, hoy les traigo algo nunca antes visto en nuestras aguas! —gritó el subastador, tirando de una tela que cubría una gran jaula de hierro—. ¡Una criatura de leyenda, atrapada entre las olas! ¡Un sireno!

El alboroto creció entre los presentes cuando la jaula quedó al descubierto. En su interior, PartyNoob (Poob) se encontraba encogido, con una expresión de miedo y tristeza en su rostro. Sus escamas brillaban bajo la tenue luz del ocaso, de un color azul profundo que parecía reflejar la misma esencia del mar. Sus manos, aferradas a los barrotes, temblaban ligeramente, y sus ojos se paseaban de un lado a otro, buscando desesperadamente una salida.

Griefer, desde su rincón en la penumbra, sintió una punzada en su pecho al ver a Poob. Algo en la mirada de la criatura, tan llena de desesperación y miedo, hizo que el frío corazón del pirata se tambaleara. Mientras los demás comenzaban a lanzar sus ofertas, Griefer apretó los dientes y se adelantó hacia la plataforma.

—Ofrezco todas mis riquezas por la criatura. —La voz de Griefer resonó, fuerte y decidida, haciendo que el murmullo entre los otros compradores se detuviera de inmediato.

El subastador levantó una ceja, claramente sorprendido por la generosidad de la oferta, pero no tardó en aceptar con una sonrisa avariciosa.

—¡Vendido al caballero de la chaqueta verde!

Poob levantó la vista, sus ojos encontrando los de Griefer a través de los barrotes. Aunque aún temblaba, la desesperación en su mirada se mezclaba con una chispa de esperanza. Griefer, sin dejar de mirarlo, se acercó a la jaula y le entregó al subastador una bolsa de oro, lo suficientemente grande para garantizar la compra.

Una vez que la transacción estuvo hecha, Griefer ordenó que soltaran a Poob. Los guardias abrieron la jaula, y el sireno, todavía desconfiado, dio un paso fuera, moviendo sus aletas con dificultad en tierra firme. Griefer extendió una mano hacia él, y Poob dudó antes de tomarla, sus dedos temblando al hacer contacto.

—No te preocupes, no voy a dejar que te lastimen —susurró Griefer, su voz mostrando una calidez inusual.

Poob lo miró, sorprendido por la gentileza detrás de la fachada del pirata. A pesar de su desconfianza inicial, algo le decía que Griefer no lo veía simplemente como un trofeo más. El sireno permitió que el pirata lo guiara lejos del bullicio de la subasta, dejando atrás las sombras de la Bahía de las Sombras mientras la noche caía sobre el océano.

A bordo del "Marea Sombría"

El Marea Sombría se deslizaba a través de las olas, iluminado solo por la débil luz de la luna. En la cubierta, Poob observaba el horizonte, su cola de sireno todavía húmeda reflejando destellos plateados bajo el cielo estrellado. Griefer se mantenía cerca, apoyado contra el mástil, observando en silencio a la enigmática criatura que había decidido salvar.

La brisa del mar susurraba entre las velas, y el silencio entre los dos se sentía pesado. Finalmente, Griefer rompió el silencio.

—¿Por qué estabas tan lejos de tu hogar, sireno? —preguntó, su voz seria pero con un matiz de curiosidad. Poob dudó un momento, su expresión revelando una mezcla de miedo y tristeza.