El grito del caos

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En medio de una de las zonas más desoladas de Pixelville, donde las luces de neón se apagaban y solo quedaba la oscuridad de los callejones, Griefer y PartyNoob se encontraban frente a una situación difícil. Algo en Griefer estaba cambiando; un brillo oscuro se reflejaba en sus ojos mientras su respiración se volvía irregular y su expresión, usualmente burlona, se retorcía en una mezcla de dolor y rabia.

—¡Griefer, respira! —intentó decir PartyNoob, acercándose con una mezcla de preocupación y esperanza en su rostro, el cuerno de fiesta todavía colgando de su boca, aunque sin sonido. Pero no era el mismo Griefer de siempre el que respondía.

Griefer se llevó una mano a la cabeza, como si intentara detener algo que lo estaba consumiendo desde dentro.

—¿Por qué... estás aquí...? —murmuró entre dientes, pero su tono parecía dirigido a alguien más—. No... yo... ¡Silencio! —Su voz se quebraba entre gritos, como si discutiera con una presencia invisible.

PartyNoob dio un paso más cerca, extendiendo la mano, pero se detuvo cuando Griefer se giró violentamente hacia él, los ojos ardiendo con una intensidad que nunca había visto antes. Sin embargo, justo antes de que su ira lo consumiera por completo, algo profundo en Griefer hizo que sus movimientos se detuvieran, temblando.

—Griefer, soy yo, Poob. —PartyNoob intentó mantener la calma, aunque su tono traicionaba su miedo—. ¡No sé qué te está pasando, pero sé que sigues ahí! ¡No tienes que luchar solo!

Griefer dio un paso hacia él, pero algo lo frenó; su mano se quedó suspendida en el aire, temblando como si luchara contra sí mismo. Las sombras a su alrededor parecían tomar forma, susurrando palabras que solo él podía oír, como ecos que resonaban en su mente.

—No... quiero... lastimar... —Griefer murmuró, esta vez con un tono casi suplicante, mientras sus ojos se llenaban de confusión. Era como si estuviera atrapado en una lucha interna, entre la fuerza oscura que lo empujaba al abismo y la presencia de PartyNoob que intentaba alcanzarlo desde la luz.

PartyNoob aprovechó el momento de duda y, con más valentía de la que había sentido en mucho tiempo, se acercó y tomó la mano de Griefer, aún temblorosa.

—Sé que eres más fuerte que esto, Griefer —susurró PartyNoob, sus ojos reflejando la preocupación genuina que sentía—. No voy a dejarte solo.

Las palabras de PartyNoob atravesaron la tormenta en la mente de Griefer. A pesar de que las sombras seguían susurrando y la ira seguía amenazando con desbordarse, algo profundo dentro de él no le permitió dañar a Poob. Sus músculos se tensaron una última vez, y luego su cuerpo se desplomó ligeramente, como si el conflicto interno finalmente cediera.

—Poob... —Griefer murmuró, su tono apenas audible—. No dejes... que vuelva a pasar.

PartyNoob sonrió, aunque sus ojos seguían reflejando la preocupación.

—No lo haré, Griefer. Estoy aquí, y no me iré a ningún lado.

 Estoy aquí, y no me iré a ningún lado

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