Once

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Chenle podía jurar que, en ese preciso momento, se sentía como el alfa más satisfecho del mundo. No sabía exactamente cómo describir la extraña sensación que lo invadía, pero su cuerpo se debatía entre sentirse ligero y pesado al mismo tiempo. Un cosquilleo sutil recorría su piel, especialmente al recordar la marca de dientes en su hombro que fue hecha hace unos días. Su corazón latía a un ritmo acelerado al pensar en la sonrisa tranquila de Jisung, el alfa con el que había estado compartiendo tanto últimamente.

Había algo innegable en lo que sentía: le gustaba Park Jisung. Aunque lo desconocía casi por completo, aunque sus interacciones se limitaban a encuentros en la cama, entre gemidos y sudor, había una conexión inexplicable entre ellos. Chenle se encontraba a menudo aferrándose a la espalda ancha del alfa, gimiendo con fuerza ante la energía dominante que irradiaba de él. Sabía que algo profundo sucedía, incluso si a veces se sentía incómodo con la idea de someterse a las feromonas de otro alfa. A pesar de que su genética alfa lo hacía reticente a dejarse dominar, había algo en Jisung que desafiaba esa resistencia natural.

El placer era una gran parte de ello. Jamás había sentido algo tan intenso como cuando estaba con Jisung. El sonido de sus gruñidos, las mordidas posesivas que dejaba en su piel, los toques que bordeaban la agresión... Todo lo hacía sentir increíblemente vivo. Era el mejor sexo que había tenido en su vida. Nunca se había sentido tan lleno de vitalidad como en esos momentos en que visitaba a Jisung. La conexión entre ambos parecía trascender la simple lujuria; se sentía poderoso, lleno, como si cada vez que sus cuerpos se unían, una energía nueva lo envolviera.

A tal punto había llegado su deseo que ya no le importaba si alguien los veía o escuchaba. No se preocupaba de si sus gemidos podrían ser oídos por alguien más allá de esas paredes, ni de si alguien notaba la frecuencia con la que se escapaba para encontrarse con Jisung. Lo único que importaba era el placer, la sensación de ser llenado por esa esencia alfa que luego se escurría por sus muslos temblorosos. Si había un lugar en el departamento de Jisung que no había sido testigo de sus encuentros, ya no podía recordarlo. Chenle se estaba volviendo codicioso, queriendo más y más cada vez.

La voz de Haechan lo sacó bruscamente de sus pensamientos, sobresaltándolo.

—¡Te pintaste el cabello!— exclamó Haechan, sonando sorprendido detrás de él.

Chenle, que estaba de pie frente al espejo, observando de reojo la marca de dientes en su hombro, subió rápidamente la tela de su camisa para cubrirla. Ni siquiera había notado que su amigo estaba ahí.

—Sí, el staff me dijo que querían hacerme un cambio para el comeback— respondió, algo incómodo.

La verdad, no le encantaba el color de cabello. Sabía que se veía bien, pero también pensaba que lo hacía lucir más pálido de lo habitual. No estaba completamente convencido.

—Te ves hermoso, Lele...— murmuró Haechan, acercándose y tomando su rostro entre sus manos para girarlo suavemente. —Te lo he dicho mil veces, eres increíblemente guapo, pero... Ah, ¿cómo puedo decir esto?

Chenle frunció el ceño, confundido por el tono pensativo de su amigo.

—¿Hiciste un pacto con el diablo o algo?— dijo Haechan con una sonrisa juguetona, aunque sus ojos denotaban curiosidad real.

—¿Por qué lo dices?— preguntó Chenle, parpadeando con sorpresa.

Haechan suspiró, soltando su rostro y cruzándose de brazos.

—Mira, no hemos estado durmiendo bien. Renjun y yo apenas logramos dormir tres horas al día con todo lo que está pasando. La dieta que estamos siguiendo es una mierda, Renjun y yo podemos ganar el récord Guinness de las ojeras más grandes del mundo. Incluso mi piel está hecha un desastre, ¡y eso que hago mi rutina de cuidado facial todos los días!— Haechan lo miró de arriba abajo, visiblemente frustrado. —Y tú, Chenle, ¿cómo es que te ves tan bien?

Un poco confundido || JichenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora