Capítulo 11

29 3 5
                                    

Laia

Me había besado.

Ethan me había besado.

Era la primera vez que un chico me besaba.

Me sentía sorprendida pero mi cuerpo ni se inmuto, ni siquiera se lo correspondí, no sentí esas mariposas que en las películas afirman que tienen cuando alguien las besa, tampoco los nervios que Amaya me dijo que tenía cuando Axel la besaba, nada, no sentía nada.

–Te quiero Laia –. Me quedé sin palabras, nadie nunca me había dicho esas tres palabras. Quise decirle lo mismo pero, no podía, no era capaz. Tal vez porque en su tono se reflejaba un rastro de mentira. En vez de una respuesta pregunté algo arriesgado.

–¿Qué somos? –La pregunta le pilló de sorpresa ya que abrió los ojos como platos pero no respondió. –¿Y bien? –Lo miré con los ojos entre cerrados, con una ceja alzada, en las películas no solía pasar esto. Laia, no estás en una película.

–Lo vamos viendo, ¿Por qué poner etiquetas a lo nuestro? Estamos bien así –. El que está bien eres tú, no yo.

–El que está bien así eres tú, ¿así puedes irte con quien te dé la gana sin remordimientos no? –Él me miró con el ceño fruncido, tragó saliva nervioso pero de manera rápida se recompuso.

–Querida, si quisiera irme con otra chica lo haría, me da igual si estoy con una –. ¿En serio había dejado que este ser me besara? Ahora me sentía sucia, como si hubiera dejado que un sapo me besara, aunque creo que prefería el sapo a que él lo hubiera hecho.

–Esto es increíble, no sé en qué momento he dejado que me besaras –. Dije tratando de molestarlo aunque él ni se inmuto.

–Porque me quieres –. Su tono fue arrogante, esbozo una sonrisa llena de orgullo que me dió hasta asco.

–¿Quién te ha dicho eso? Porque te recuerdo que yo no he sido –. Esta vez quien sonreía era yo, creo que le había dado en el orgullo bastante fuerte.

–¿Y quién ha dicho que mis palabras han salido del corazón? –Esbozó una sonrisa para después soltar una carcajada.

–Me das pena, de hecho, no te quiero volver a ver, lo que sea que tengamos, ha acabado –. Me sentí orgullosa de mis palabras, sentía que tenía la situación bajo control.

–Vamos a relajarnos, porque pareces una niña pequeña, estas estresada y ya está, cuando se te pase ese cabreo que llevas encima quedamos. Adiós Laia –. Y con esas palabras, intentando hacerme creer que la culpa la tenía yo, cuando perfectamente sabía que no, se fue por donde había vuelto con la cabeza bien alta dejándome con toda la rabia en el cuerpo.

Me quedé un rato en el callejón pensando en todo y a la vez en nada, en mi familia, en mi estado de ánimo últimamente y en lo ¨mio¨ con Ethan.

La noche cayó en menos de lo que esperaba, el cielo se tiño de negro y las estrellas se hicieron prrsentes, iluminando la oscura noche, dandole belleza donde aveces no vemos, de pequeña solia salir a mirarlas en el tejado de casa para huir de mi familia y así mi mente se relajaba. Pensé que hoy podría hacer lo mismo, ir a un parque cercano donde hubiera césped y verlas.

Caminé hacia al primer parque que ví aunque no estaba tan cerca como me esperaba, unos quince minutos a pie, nada más llegar me acosté en el fresco césped y sentí como me hundía en él. Las estrellas son preciosas, unos minutos después pude ver una estrella fugaz y me sentí como si tuviera doce años pidiendo un deseo.

Que todo mejore.

¿Pero qué quieres que mejore Laia?

Si la que tienes que cambiar eres tú para que todo mejore.

Las horas pasaban y yo seguía tirada en el césped de vez en cuando me dormía pero a los pocos minutos despertaba, revisé mi teléfono y eran las 5 de la mañana, dentro de poco amanecerá, debería irme pero también quería quedarme así que eso hice, por una vez hice caso a mi niña interior dejando atrás a mis responsabilidades.

Minutos después el cielo se tiñó de tonos naranjas y algunos rosados, para mi el amanecer era uno de los mejores placeres de la vida, era un sentimiento inexplicable, cada vez que veía uno me sentía viva, como si reviviera, era empezar el día habiendo visto una de las siete maravillas porque para mí el amanecer era la octava.

Después de disfrutar del bonito amanecer encendí mi móvil y quité el modo avión y una pila de mensajes llegaron a mi móvil, la mayoría eran de Amaya y unos pocos de Ethan. Me dió tanta pereza contestar que volví a poner el modo avión y ya en la residencia me encargaría de darles explicaciones a las dos personas que parecían preocupadas por mi.

Hacía bastante frío para estar a principios de octubre, además yo iba en unas mallas cortas y una camiseta de manga corta así que estaba congelada, como no llegara rápido a la residencia iba a coger un buen resfriado que no podía permitirme a estas alturas o aún peor, una pulmonía. Caminé a paso rápido a la velocidad que mis piernas que estaban congeladas me permitían, amaba el invierno pero el frío a veces podía conmigo. Para no hacerlo si iba con ropa de verano.

–¿Qué haces por aquí tan temprano? –Escuché decir a alguien a mi espaldas, lo admito, me había dado un escalofrío del miedo. Pero al girarme solo era Liam.

–Qué te importa –. Respondí de forma automática, odiaba a ese chico, aunque no tuviera una razón racional.

–Es muy temprano, hace frío y puede ser peligroso, además solo intento ser amable –. Respondió calmado pero lo conocía, a su paciencia le quedaba poco. –¿Has dormido por aquí? Llevas la misma ropa que ayer.

–¿Tanto me observas? –Respondí con una sonrisa.

–Eres insoportable, pero voy a dejar que vayas caminando sola a la residencia, te acompaño –. Acto seguido se quitó la chaqueta quedándose en una camiseta térmica de manga larga, le quedaba demasiado bien, no podía apartar la mirada de sus musculosos brazos, parecía una niña pequeña mirando al juguete más bonito de la tienda. Laia, por favor no tienes ocho años, deja de mirarle como si estuvieras enamorada de él. –Pontela, no quiero que te resfries, por cierto, deja de mirarme los brazos que ahí no está mi cara –. Mi cara cambió radicalmente a una de vergüenza, lo miré con una sonrisa nerviosa y acepté la sudadera, estaba helada.

–Gracias Liam –. Le agradecí un poco roja.

–De nada imán de pelotas.

–Idiota.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Remates y corazones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora