- 29. 'Momentos'

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Miami, Florida - Estados Unidos de América

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Miami, Florida - Estados Unidos de América. 07:30 AM. Rainelis' POV.

Abrí los ojos solo para tener la certeza de que no he estado en un sueño. Estábamos exactamente donde nos habíamos acostado anoche, en el suelo de la sala cerca de la chimenea que en ese momento no tenía fuego. Miré la cómoda y vi las dos copas presentes con el líquido restante que ni nos molestamos en terminar. Miré nuestras ropas esparcidas por el suelo y me enfoqué en la sudadera de Alondra, quería levantarla para sentir su dulce aroma. Cuando me di cuenta que no la necesitaba, pues tenía a la dueña del perfume acostada a mi lado, boca abajo, con su espalda desnuda y el restante de su cuerpo cubierto con la sábana que estaba allí. Su cabello estaba perfecto, la ganas de pasar mis manos por el fueron enormes y no me contuve, solo me dejé llevar por el momento.

Pasé mis manos sobre su espalda desnuda, subiendo mi mano hasta su cabello, en el cual relajé mi mano y comencé un camino allí, coloqué su cabello a un lado y pude ver las marcas en su cuello que denunciaban exactamente lo que habíamos hecho la noche anterior, las marcas de amor. Amor.

Alondra me amaba y yo la amaba a ella, perdida y locamente, aquella mujer es mi inicio y mi fin. Si, ella es mi vicio, mi dueña, mi paraíso en el infierno.

Empecé a distribuir besos en las marcas que tenía en su cuello, fue cuando la mujer dio señales de que se había despertado.

— Si cada vez que hacemos el amor me despiertas así, tendremos que hacer el amor para siempre. — Dijo la mujer con aquella voz ronca, arrastrando las palabras, llenas de mimos.

— Si se trata de una orden, tendrá que ser más clara. — Le susurré al oído, llena de segundas intenciones. Dando un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja al final.

Segundas intenciones que no pasaron desapercibidas por Alondra, que se giró totalmente desnuda, con su piel blanca y blanda, que yo me podría quedar admirando por años.

Me llevó a su regazo, sentándose junto a mí, pegando su boca a mi oído para decir:

— Yo no acostumbro a pedir, señorita Rosario, eso claramente fue una orden. — Dijo con su manera prepotente y arrogante, y solo de esa manera me estremecí de pies a cabeza.

Alondra comenzó a pasar sus manos por mi espalda desnuda mientras distribuía besos en mi cuello, y solo con eso ya me estaba volviendo loca.

Tomé su cabello que ya estaba en mal estado por la noche anterior, y solté una pequeña risa al acordarme nuevamente de lo que habíamos hecho ayer, no solo ayer, si no todo el fin de semana. Fue entonces cuando Alondra dejó lo que estaba haciendo y me miro de manera confundida.

— ¿Le estoy haciendo cosquillas, señorita Rosario? — La castaña dijo de una manera tan linda, que solo me hizo reír de nuevo.

Alondra me miró con cara de pocos amigos, porque había cortado su momento sexy. Fue entonces que decidí provocarla un poquito.

The stripper || RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora