LIMERENCIA X

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Cuando llegamos a su casa, me puse a empacar mis cosas...

- Silvana, ¿Vos creés que a mi me interesa esa vieja?, Obviamente no, a mi me interesas vos, osea es que a quien no, mirá la belleza de mujer con la que estoy.- Coqueteandome exclamó, pero si creía que así tan fácil soy, esta medio confundido.

R - Lindaa, amor, vení hablemos, ¿Que queres, la borro de todos lados, le escribo y le hago entender en esa cabezota que yo solo te amo a vos? - Cuando esta molesto se ve tan lindo y me encanta como me habla, se le sale lo paisa, que lindo, pero NO, no puedo caer.

S - Pues si a usted le parece hágalo, pero demuéstrame que vale la pena, ¿Usted cree que a mi me van a mover sus palabras?, demuéstrelo con AC-CIO-NES.-

R - Ay ya mi blanquita linda, vení y no te enojés, vos sabes cuanto te quiero, y ya no digo nada más, por que te lo voy a demostrar, esa vieja ya es pasado amor.- Dijo cogiendome de las manos y sentándome en su cama.

S - Richard, que sea la primera y última vez, no me vaya a coger de estúpida.-

R - Uy mi princesa, ¿Vos sabes lo linda que te vez emputada? Ya tranquilizate amor, además ¿Coger de estúpida?, yo lo que la quiero es coger de otra forma mi amor.- Dijo con una sonrisa pícara.

S - Jumm hágase el bobo, y respete.-

R - Ay pero segura que no quiere, yo la conozco señorita.-

S - Además tu que vas a saber, si puros besos nada más. -

R - Uy mi corazon, no me tiente que lo que no ha habido es oportunidad, en Barranquilla yo ocupado y vos igual.-

S - Ah sii? ¿Y ahora que tal? -

R - Pues tenemos casa sola, vos queres y yo quiero, decime que falta y te lo traigo mujer.-

S - ¿Si?, ¿Y como estas tan seguro de que yo quiero?-

R - Fácil, mi monita bella, por que hace rato tengo la mano en su pierna y no he visto que se queje...-

S - Jai, ve este atrevido. - Exclamé mientras me sentaba en sus piernas y lo tomaba del cuello para besarlo.

La luz del atardecer se filtraba a través de las ventanas, llenando la habitación con un cálido resplandor dorado. Me senté lentamente sobre sus piernas, sintiendo la suavidad del sillón y la firmeza de su cuerpo bajo mí. La cercanía era electrizante; podía sentir cada latido de su corazón resonando en mi pecho.

Nuestras miradas se encontraron y, en ese instante, el mundo exterior se desvaneció. Sonrió, y su expresión estaba llena de complicidad y ternura. Sin pensarlo dos veces, me incliné hacia adelante, mis labios rozando suavemente los suyos. El primer beso fue cauteloso, como si ambos estuviéramos degustando la dulzura del momento.

Con cada beso, la tensión creció. Me acomodé más en su regazo, sintiendo cómo sus brazos me rodeaban con una suavidad que me hacía sentir segura. Mis manos viajaron a su cuello, mientras él deslizó los dedos por mi espalda, provocando un cosquilleo que recorría todo mi ser.

Los besos se volvieron más intensos; podía sentir cómo el deseo crecía entre nosotros. Cada caricia era un susurro de complicidad. Sus labios se movían con una pasión que me dejaba sin aliento, y yo respondía a cada toque con suaves suspiros, entregándome por completo al momento.

Cuando nuestros labios se separaron brevemente, nuestras miradas se cruzaron nuevamente. Había promesas en sus ojos y secretos compartidos que solo nosotros entendíamos. El ambiente estaba impregnado de emoción; era un instante perfecto que deseaba que durara para siempre.

El ambiente se tornó a algo de curiosidad por mi parte, sería mi primera vez, el bajó mi vestido así haciendo que me quedara en bra y apenas mi ropa interior, yo avancé quitando su camisa, el me alzó y me acostó en la cama, apenas pude sentir sus manos rodeando mi cuerpo, bajo su pantaloneta y comenzó a besarme de nuevo, su mano bajaba delicadamente por mi cuello hasta mi abdomen y de ahí a mi ropa interior. La bajó y me hizo sentirlo; el entrando en mi es una sensación que jamás olvidaré, su cuerpo haciéndolo lentamente mientras, yo sentía alto deseo por más y más de el, lo hacía lento; de alguna forma había entendido que era mi primera experiencia.

Luego de tan romántico momento nos acostamos así viéndonos fijamente sin decir ni una sola palabra; sus ojos lo decían todo.

- Te amo, Silvana.- Dijo con su voz algo ronca y casi susurrando mientras me rodeaban sus manos y me acercaba a el. - Te amo, princesa.-

Levanté la mirada y le dije - Te amo, más.-

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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LIMERENCIA, Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora