La tensión en el aire es palpable mientras nos dirigimos de regreso a la comisaría. La revelación del diario de Blanca ha encendido una chispa en mí. La sensación de que la situación es mucho más compleja de lo que pensábamos se adhiere a mis pensamientos como una sombra persistente.
Owen enciende el motor y me lanza una mirada rápida, como si pudiera leer mis pensamientos.
—Lo que escribió Blanca es inquietante —comenta mientras tomamos la carretera. Su tono es más grave que de costumbre.
—Sí, es como si estuviera convencida de que algo o alguien la acechaba. No puedo dejar de preguntarme quién o qué podría ser —respondo, intentando mantener la calma, aunque las palabras resuenan en mi mente como ecos.
—Es una buena pregunta. Necesitamos más información sobre su vida antes de su muerte. No solo lo que sus vecinos piensan de ella. Tal vez haya algún otro indicio que nos lleve a entender qué le sucedió —sugiere Owen, su mente claramente trabajando a mil por hora.
—¿Y si buscamos en su apartamento? —propongo, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. No debería sentirme así, pero la idea de explorar el espacio donde Blanca pasó sus últimos días es intrigante y aterradora al mismo tiempo.
Owen parece contemplarlo.
—Buena idea. Pero necesitaríamos permiso de la familia para acceder al apartamento. —Suspira, como si ya anticipara las complicaciones burocráticas que se avecinan—. Vamos a la comisaría primero, luego podemos intentar contactar a alguien de su familia.
Cuando llegamos a la comisaría, me siento como un torbellino de nervios y adrenalina. Mientras Owen se sumerge en una pila de informes, decido revisar el archivo de Blanca. La luz fría del fluorescente me hace sentir incómoda, como si el ambiente estuviera cargado de sombras invisibles.
Después de unos minutos de búsqueda, encuentro su expediente. Blanca de la Cruz, veinticinco años, soltera. No había antecedentes criminales, pero lo que más me llama la atención es su trabajo: diseñadora gráfica en una pequeña agencia. Tal vez haya algo más en su vida laboral que nos ayude a entender su situación.
—¿Qué has encontrado? —me pregunta Owen al acercarse, notando mi concentración.
—Trabajaba en una agencia de diseño. Tal vez deberíamos hablar con alguien de su trabajo. Quizá ahí puedan darnos una mejor perspectiva de lo que estaba pasando en su vida —respondo, pasándole la información.
—Buena idea. Después de hablar con la familia, podemos investigar su empleo. Y no olvides que necesitamos más información sobre ese alguien que cree que la estaba vigilando —me recuerda, antes de volver a su mesa de trabajo.
Mientras espero que termine con los papeles, no puedo evitar sentir que el reloj avanza lentamente. La ansiedad por obtener respuestas crece. La imagen de Blanca, atrapada en un mundo de sombras, se repite en mi mente, cada vez más vívida.
Finalmente, Owen se levanta de su asiento y se acerca a mí con una expresión decidida.
—Vamos a ver a la familia de Blanca. —Respira hondo y añade—. Esperemos que no se interpongan.
La familia de Blanca vive a las afueras de la ciudad, en una pequeña casa que parece abarrotada de recuerdos. El jardín está desordenado, y al mirar la puerta principal, me siento un poco incómoda, como si estuviera a punto de invadir su dolor.
Owen llama al timbre, y la puerta se abre lentamente, revelando a una mujer mayor con ojos cansados y lágrimas recientes. Su rostro se ilumina al vernos, pero al instante se transforma en una máscara de tristeza.
—¿Qué quieren? —pregunta, su voz temblando levemente.
—Soy el detective Crew, y esta es mi asistente, Hanna Baker. Lamentamos su pérdida y estamos investigando el caso de su hija —explica Owen con un tono profesional pero sensible.
La mujer parece luchar con sus emociones antes de dar un paso atrás, invitándonos a entrar.
—Gracias por venir. No sé cuánto les puedo ayudar... —susurra, como si la simple mención de Blanca le causara un dolor físico.
Nos sentamos en la sala de estar, y el ambiente se siente pesado. La mujer se presenta como Laurie, la madre de Blanca. Su voz tiembla al hablar.
—Blanca era una buena chica. Pero en los últimos meses, se volvió diferente. No era la misma, estaba... angustiada —dice, con una mirada distante.
—¿Angustiada? ¿Por qué? —pregunto, sintiendo que la conversación comienza a tomar un rumbo importante.
—No lo sé, pero a menudo decía que sentía que la observaban. Creía que alguien la seguía —responde, su voz quebrándose al final.
Las palabras me golpean como un martillo. Parece que esa sensación de ser vigilada no era solo una paranoia.
—¿Alguna vez le mencionó a quién creía que la seguía? —pregunta Owen, cuidadosamente.
Laurie se rasca la frente, intentando recordar.
—Mencionó un chico, un tal Lucas. Dijo que había estado cerca de ella, pero nunca me dio detalles. Yo pensé que solo era un malentendido. —Se detiene, sacudiendo la cabeza—. Blanca siempre había sido tan sensible, tan amable... nunca pensé que pudiera estar en peligro.
Owen toma notas rápidamente mientras yo absorbo la información. ¿Lucas? ¿Quién es este chico? Y más importante, ¿podría haber tenido algo que ver con su muerte?
—¿Podemos ver su habitación? —pregunta Owen, y me sorprende su audacia.
Laurie asiente, claramente perdida en sus pensamientos, y nos lleva a la habitación de Blanca. La puerta se abre a un espacio que aún huele a su perfume, lleno de recuerdos y objetos que cuentan su historia: una cama deshecha, dibujos en las paredes, y el diario que encontré en su piso.
Siento una punzada en el corazón al mirar la habitación. Es como si los ecos de su vida estuvieran atrapados en el aire.
—¿Hay algo que le gustaría que supiéramos? —pregunta Owen mientras observa el desorden.
Laurie mira hacia el suelo, y por un momento, parece que la tristeza la ha paralizado. Luego, con un susurro casi inaudible, dice:
—Ella tenía un amigo... un buen amigo. Pero también había días en que no quería hablar de él. Nunca entendí por qué.
—¿Y cómo se llama? —pregunto, sintiéndome cada vez más interesada.
—Nathan. Él... era un poco extraño, pero nunca pensé que fuera una mala influencia. Siempre la hacía reír. —Sus ojos se llenan de lágrimas—. Pero luego se alejó. No sé si fue por ella o por él. No me lo decía.
Owen asiente, y mi mente comienza a girar. Nathan puede ser nuestra próxima pista. Pero, por supuesto, también hay que considerar a Lucas. La vida de Blanca está cada vez más enredada.
—Gracias, señora de la Cruz. Nos ha sido de gran ayuda —dice Owen con suavidad.
Mientras nos dirigimos hacia la puerta, un pensamiento me golpea con fuerza. La imagen de Blanca en su habitación, sintiéndose cada vez más sola, observada, es algo que nunca podré borrar.
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Hola!!! Qué tal?
La historia está tomando
buen rumbo!!
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Voces de almas paralelas
Mystery / ThrillerSumérgete en los pensamientos y sueños de cada uno de los vecinos de la calle Perdidos, donde los secretos susurran detrás de las cortinas y las esperanzas naufragan en las sombras de lo cotidiano. Cada puerta esconde una historia que entrelaza a...