Sumérgete en los pensamientos y sueños de cada uno de los vecinos de la calle Perdidos, donde los secretos susurran detrás de las cortinas y las esperanzas naufragan en las sombras de lo cotidiano.
Cada puerta esconde una historia que entrelaza a...
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Si alguna vez hubiera pensado en lo que haría tras encontrar el diario de una víctima de asesinato, habría imaginado algo más emocionante: tal vez códigos secretos, mensajes ocultos, o pistas directas sobre su asesino.
Pero no, lo que tengo delante es un libro de reflexiones, una especie de diario de vida, con frases que bien podrían haber salido de una cuenta de Instagram de autoayuda.
«Quererse a uno mismo es el primer paso a la felicidad».
¿Quererse a uno mismo? Si eso fuera tan fácil, el mundo sería un lugar mucho más feliz. ¿Blanca realmente creía eso? ¿O lo escribía para convencerse a sí misma? Mientras sigo leyendo, me doy cuenta de que el diario es una mezcla extraña. Entre las frases motivacionales y los pensamientos vagos sobre el amor propio, empiezo a notar algo más. Comentarios sobre su vida en la urbanización. Y lo que leo no pinta un cuadro agradable.
—Aquí hay algo —murmuro, más para mí misma que para Owen, que está ocupándose de revisar los alrededores.
Blanca había tenido problemas con varios de sus vecinos. En entradas que datan de meses atrás, menciona discusiones, tensiones. Gente que la miraba mal en los pasillos, comentarios en voz baja que la hacían sentir incómoda. Incluso escribe sobre haber recibido notas anónimas en su buzón, diciéndole que "no era bienvenida".
«Genial», pienso. La clásica historia de acoso vecinal que se nos está yendo de las manos.
Le menciono todo esto a Owen cuando volvemos al coche, pero, por supuesto, él no parece impresionado.
—Eso no es evidencia —dice, con su típica actitud de todo lo que no son pruebas físicas es basura.
—Es algo que podría ayudarnos a entenderla mejor —insisto. No puedo dejar de pensar que el diario de Blanca podría tener más valor de lo que parece a simple vista.
Él se encoge de hombros.
—Está bien, sigue con eso. Pero no dejes que te distraiga de las pruebas reales.
Suspiro y sigo hojeando el diario, buscando algo más concreto. Blanca no era precisamente querida en su edificio, y eso es una pista, aunque Owen no quiera admitirlo. Sus problemas con los vecinos, las notas anónimas, las miradas hostiles... todo apunta a que alguien en ese edificio quería hacerle la vida imposible. ¿Pero hasta el punto de matarla?
Mientras Owen sigue su línea de investigación, yo me concentro en lo que Blanca dejó escrito. Cada palabra me hace sentir que, de alguna manera, aún está tratando de contar su historia. Aunque ya no esté aquí, su voz sigue resonando a través de estas páginas, y no puedo evitar pensar que, si le presto suficiente atención, tal vez Blanca pueda decirme quién le hizo esto.
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