8* Un encuentro inesperado

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El bar al que nos dirigimos se llama La Esquina Oscura, un lugar que parece haber estado fuera del tiempo

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El bar al que nos dirigimos se llama La Esquina Oscura, un lugar que parece haber estado fuera del tiempo. Las luces tenues y la música suave crean un ambiente melancólico, donde el murmullo de las conversaciones se entrelaza con el tintineo de los vasos. Al entrar, una nube de humo de cigarrillo nos envuelve, y mi instinto me dice que no todas las sombras aquí son solo decorativas.

Owen y yo nos dirigimos hacia la barra, donde un barman con un aspecto cansado nos observa mientras limpiamos un vaso. Al acercarnos, le muestro mi placa.

—Estamos buscando a un chico llamado Lucas, ¿ha estado por aquí? —pregunto, tratando de no sonar demasiado ansiosa.

El barman frunce el ceño, como si estuviera recordando.

—Lucas, sí, lo he visto. Viene aquí a menudo, pero hoy no ha aparecido. Últimamente ha estado algo extraño, más callado que de costumbre —responde, mientras su mirada se desliza hacia el fondo del bar.

—¿Extraño en qué sentido? —le pregunto, sintiendo que cada palabra puede ser una pista más en nuestro misterio.

—No sé, solo... más reservado. Siempre tenía un grupo de amigos, pero ahora parece que está solo. Hace una semana tuvo una discusión aquí con otro chico. Casi se va a las manos. Nadie sabe por qué. —Se encoge de hombros.

La tensión en mi estómago se intensifica. Lucas no solo está en problemas, sino que parece estar en un lugar oscuro.

—¿Tienes idea de a dónde podría ir si no está aquí? —pregunta Owen, su voz firme.

El barman se encoge de hombros nuevamente, mirando hacia la entrada como si esperara que Lucas apareciera de repente.

—No lo sé, amigo. Tal vez a casa. O quizás a algún lugar que le gusta estar solo —responde, su tono vago.

—¿Puedes darme una descripción de cómo se ve? —insisto, sintiendo que cada pequeño detalle cuenta.

—Es alto, cabello oscuro y rizado, siempre viste de negro. Pero si lo ves, no te acerques demasiado. A veces se pone agresivo —advierte, mirándome de forma seria.

El comentario hace que me estremezca. Lucas se está convirtiendo en un rompecabezas complejo, y cada pieza nueva añade una capa más a la intriga.

Justo cuando estoy a punto de sugerir que esperemos un poco más, la puerta del bar se abre de golpe, y un viento frío recorre el espacio. Alguien entra, y no puedo evitar contener la respiración.

Lucas aparece en la entrada, con su cabello desordenado y una expresión sombría en su rostro. Las luces parpadean ligeramente, y por un instante, parece como si estuviera rodeado por las sombras que mencionaba Blanca en su diario. Owen y yo intercambiamos una mirada de complicidad antes de acercarnos a él.

—Lucas —dice Owen, acercándose con confianza—. Somos detectives, y necesitamos hablar contigo sobre Blanca de la Cruz.

Al principio, Lucas parece sorprendido, sus ojos se abren con incredulidad. Luego, una sombra de desdén cruza su rostro.

—¿Qué queréis de mí? No tengo nada que ver con su muerte —responde, su voz llena de frustración.

—Nadie está diciendo eso. Solo queremos hacerte algunas preguntas —digo, tratando de calmar la situación.

Lucas da un paso atrás, como si estuviera preparado para huir.

—No tengo nada que decir. No sé por qué tienen que meterse en mi vida. ¡Dejadme en paz de una puta vez! —exclama, levantando la voz.

Owen se mantiene firme, con sus ojos grises fijos en el chico.

—Blanca fue asesinada. Necesitamos saber qué sabes sobre ella y sobre lo que pasó en las semanas anteriores —afirma.

La tensión se siente en el aire, y los ojos de Lucas se oscurecen con una mezcla de rabia y miedo.

—No sé nada. Solo estaba tratando de ayudarla —dice, apretando los dientes—. Siempre estaba hablando de sombras, de cosas que la perseguían. No sabía si era serio o si solo estaba asustada.

—¿Ayudarla en qué sentido? —pregunto, tratando de captar su atención—. ¿Te preocupaba su bienestar?

—Era mi amiga, claro que me importaba —responde, su voz ahora más baja, casi suplicante.

Owen da un paso adelante, su tono se suaviza.

—¿Había alguien más en su vida que pudiera haberla amenazado?

La mirada de Lucas se oscurece, y por un momento, parece que está al borde de romperse.

—Ella solo tenía miedo. No sé por qué —susurra—. Nunca pensé que fuera real, pero...

Owen se acerca un poco más, casi con una calidez que contrasta con la intensidad de la situación.

—Por favor, Lucas. Cualquier información que tengas podría ayudarnos a resolver esto, ¿hubo algo que notaste? Alguna conversación, algo fuera de lugar —insiste.

Lucas cierra los ojos, como si estuviera luchando con sus propios demonios. Finalmente, los abre, y su expresión es de desesperación.

—Había un chico. Alguien que la miraba. La seguía a veces. La vi una vez hablando con él. Me dio mala espina, y le dije que tuviera cuidado. Pero ella me dijo que era solo un amigo. No sé quién era, pero se llamaba... Mateo.

El nombre resuena en mi mente como un tambor. ¿Mateo? Otra pieza del rompecabezas.

—¿Dónde podemos encontrarlo? —pregunta Owen, su voz llena de determinación.

—No lo sé. Creo que va a un bar cerca de aquí a veces. No tengo el número —responde Lucas, claramente frustrado.

Owen le agradece y nos dirigimos a la salida, sintiendo que hemos hecho un pequeño avance, pero al mismo tiempo, la confusión aumenta. Cada nueva pista parece abrir un nuevo hilo de preguntas. La red de secretos se está volviendo cada vez más complicada, y la urgencia de resolverlo crece en mi pecho.

Voces de almas paralelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora