- No Me Lo Recuerdes -

25 6 0
                                    

El dolor de cabeza fue lo primero que sentí cuando desperté. La luz que entraba por la ventana se clavaba en mis ojos como agujas, y el malestar en mi estómago no ayudaba en nada. Me giré en la cama, con una sensación de pesadez, como si mi cuerpo no me perteneciera del todo. Y entonces lo recordé.

El beso. El maldito beso.

Me incorporé de golpe, aunque eso fue un gran error, porque el mareo me obligó a recostarme de nuevo. Pero el pánico había tomado el control. ¿Qué había hecho? Lo último que quería era ver a Sea ahora, no después de lo que había pasado anoche en la fiesta. Mis manos aún temblaban al recordar la sensación de sus labios, y el torbellino de emociones que se había desatado en mí. No sabía si era el alcohol o algo que había estado ocultando por mucho tiempo, pero lo que sí sabía es que no podía seguir ignorándolo.

Al menos Book había vuelto conmigo a casa después de la fiesta. O mejor dicho, me había arrastrado de vuelta. Recordaba vagamente cómo me había encontrado después de que yo hiciera esa escena, y Force mirándonos con esa sonrisa de complicidad. En serio, ¿acaso todos estaban disfrutando de mi caos?

—¡Jimmy, estás vivo! —Book irrumpió en mi cuarto sin previo aviso, con una sonrisa divertida y un café en la mano—. No puedo creer lo que hiciste anoche, ¿sabes?

—No me lo recuerdes —murmuré, llevándome una mano a la frente—. Estoy... estoy tratando de olvidarlo.

—¿Olvidarlo? —Book se dejó caer en la silla junto a mi cama—. No, amigo. Eso no lo vas a olvidar tan fácilmente. Quiero decir, besaste a Sea, en medio de la fiesta, con media universidad mirando.

—¡Por favor! —exclamé, avergonzado hasta el punto de querer esconderme bajo las sábanas—. No tenía que recordármelo de esa manera.

Book se rió suavemente y me ofreció el café.

—Fue una escena épica, eso te lo concedo. Pero... —su tono se volvió más serio—. ¿Qué vas a hacer ahora?

Suspiré, sintiendo el peso de la pregunta. Sabía que el beso había cambiado algo, pero no estaba seguro de qué o cómo lidiar con ello.

—No lo sé —admití finalmente, tomando un sorbo del café—. Fue el alcohol. Yo... perdí el control.

Book me miró fijamente por un momento, como si estuviera evaluando si debía decir lo que estaba pensando.

—Tal vez el alcohol solo fue una excusa, Jimmy. Sabes que hay algo más ahí. Siempre lo ha habido.

Lo miré, queriendo negarlo, pero las palabras no salieron. Sabía que Book tenía razón. Siempre había sentido esa atracción hacia Sea, aunque lo había reprimido con todas mis fuerzas. Pero ahora, después de lo que pasó, ya no podía esconderme de ello.

—¿Y qué hay de Sea? —pregunté, temiendo la respuesta—. ¿Cómo reaccionó?

Book se encogió de hombros.

—No lo sé. Después de lo que pasó, no lo vi mucho más. Force estaba con él, y ya sabes cómo son esos dos.

Claro, Force. Probablemente Sea estaba riéndose de todo lo ocurrido con él, haciéndolo ver como otra de sus bromas. La idea me retorcía el estómago, pero no podía esperar otra cosa de él.

—Hablando de Force... —Book dijo de repente, bajando la vista como si no estuviera seguro de seguir hablando—. Anoche... pasó algo raro.

Levanté una ceja, esperando que continuara.

—No sé cómo explicarlo, pero... Force ha estado demasiado cerca últimamente. No solo contigo, también conmigo. Y anoche, después de que todos se fueron, él... bueno, no paraba de provocarme.

Me reí, a pesar del malestar general.

—Eso es Force, Book. ¿Desde cuándo te sorprende?

—No, Jimmy, fue diferente esta vez. —Book me miró con seriedad, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas—. No sé si era el ambiente de la fiesta o qué, pero hubo un momento en el que pensé que... No lo sé. Como si estuviera esperando algo de mí.

—¿Y qué hiciste? —pregunté, sintiendo curiosidad por esa dinámica entre Force y Book que parecía estar evolucionando.

Book miró hacia otro lado, incómodo.

—Lo ignoré. Me aparté. No sé, Jimmy, Force es como Sea. No quiero meterme en algo que me vaya a quemar después.

Entendí lo que quería decir. Force y Sea eran iguales en muchos sentidos: impredecibles, difíciles de leer, y siempre dispuestos a jugar con el límite de lo aceptable. Y eso asustaba a personas como Book y como yo, que preferíamos la estabilidad.

—Tal vez... no todo sea un juego para Force —dije en voz baja, pensando en lo que había visto entre ellos en las últimas semanas.

Book me lanzó una mirada dudosa, pero no dijo nada. Sabía que, como yo, estaba confundido por lo que había ocurrido la noche anterior. Ninguno de los dos sabía qué hacer con esos sentimientos nuevos, pero algo me decía que no íbamos a poder ignorarlos por mucho tiempo.

---

El día pasó lento, y aunque traté de distraerme, mi mente no podía dejar de pensar en Sea. Sabía que tenía que enfrentarlo, pero cada vez que pensaba en lo que iba a decirle, sentía cómo mi estómago se revolvía. A pesar de todo, sabía que no podía seguir evadiéndolo.

La oportunidad llegó más rápido de lo que esperaba. Esa misma tarde, recibí un mensaje de Sea: "Ven al lugar de siempre. Necesitamos hablar."

El mensaje era corto, directo. Y eso solo empeoró mi ansiedad.

Cuando llegué al café donde solíamos encontrarnos para trabajar, lo vi sentado en una de las mesas junto a la ventana. Parecía tranquilo, pero algo en su postura me indicaba que también estaba esperando este momento con cierta tensión. Me acerqué, con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho.

—Sea... —empecé, pero él levantó una mano para interrumpirme.

—Primero, siéntate —dijo, su tono más suave de lo que esperaba.

Me senté frente a él, y por un momento, el silencio entre nosotros fue insoportable. Finalmente, Sea habló.

—Lo de anoche... —empezó, y sus ojos me miraron con una intensidad que no había visto antes—. No fue solo el alcohol, ¿verdad?

Abrí la boca para negarlo, pero no pude. En lugar de eso, asentí lentamente, incapaz de seguir fingiendo.

—Sabía que había algo entre nosotros desde hace tiempo, pero no esperaba que tú lo admitieras —continuó Sea, su voz baja, casi como si hablara consigo mismo—. Y menos de esa forma.

—Lo siento —dije, sintiendo cómo el calor subía a mi rostro—. No sé qué me pasó. Solo... perdí el control.

Sea me observó por unos segundos, y luego sonrió levemente.

—Tal vez está bien que pierdas el control de vez en cuando, Jimmy. No siempre tienes que tener todo bajo control.

Sus palabras me desconcertaron. No era la respuesta que esperaba.

—¿Entonces qué pasa ahora? —pregunté finalmente.

Sea se encogió de hombros, pero sus ojos brillaban con algo que no podía descifrar del todo.

—Eso depende de ti, Jimmy. Tú empezaste esto, y ahora te toca decidir qué hacemos con ello.

El desafío estaba en el aire, y aunque una parte de mí quería huir, otra parte, más fuerte, me decía que ya no había marcha atrás.

—No sé si estoy listo —admití, sintiendo el peso de mis propias palabras.

—Tal vez nunca lo estarás —respondió Sea, inclinándose hacia mí—. Pero si lo que pasó anoche significó algo para ti, entonces no importa si estás listo o no.

El silencio se apoderó de nosotros nuevamente, pero esta vez era diferente. Ahora había una comprensión mutua, una decisión que se estaba gestando en el aire.

Y sabía que pronto tendría que tomarla.


Entre libros y señales rojas | JimmySeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora