2

68 13 0
                                    

12 de octubre de 1989

Nunca he sido mal estudiante, pero ese día no podía concentrarme en nada, mi mente divagaba cada segundo a lo ocurrido en el puente y al hacho de que se supone que debo conocerla, pero no la recuerdo.

--dónde estuvo tu cabeza toda la clase amigo—pregunto Spencer chasqueando los dedos frente a mi cara—oye despierta—

--buena pregunta—respondo caminando frente a él—¿podrías hacerme un favor? —

--claro, lo que quieras—

--podrías llevar mi bicicleta en tu camioneta, hoy quiero caminar hasta mi casa—él pareció confundido, pero no hizo ninguna pregunta al respecto.

Al llegar al estacionamiento me ayudo a sujetar bien la bicicleta al auto para que no se cayera a mitad del camino—por cierto, ayer olvide darte tu regalo de cumpleaños—dijo sacando de su bolsillo una pequeña caja de color azul marino—no es la gran cosa, pero espero que te guste—sonrió y me extendió la caja—nos vemos más tarde—encendió el auto y desapareció después de unos segundos

Una vez estuve solo, abrí la pequeña caja, encontrándome con un casete de Michael Jackson, sonreí al verlo, ya que Spencer mejor que nadie sabía que el pop no es mi genero musical de preferencia, y por ello a estado intentando adentrarme a ese mundo junto con él.

Guarde el regalo en mi mochila y comencé a caminar hacia mi casa, hoy particularmente hacia mas frío que otros días, aun no nevaba, pero parecía como si fuese a hacerlo pronto, aunque eso no era tan posible contando con que aún estamos en octubre.

Mi caminata iba normal hasta que la misma escena del día anterior estaba ocurriendo frente a mí, camine rápido hasta que llegue cerca de ella—me mentiste, si piensas saltar—hable para llamar la atención de Mhia.

--no voy a saltar—dijo mientras bajaba del barandal del puente—ayer estaba allí por la misma razón que hoy, sólo busco inspiración—

--¿sobre un puente? –dije alzando una de mis cejas.

--puede que para ti parezca ridículo, pero si vieras el paisaje con mis ojos pensarías otra cosa—dijo colocando sus brazos sobre el barandal y recostando su cabeza en estos—la inspiración no siempre llega por si sola, a veces hay que buscarla—giro a verme—aunque hoy no estoy aquí por eso exactamente—vi como sus mejillas pálidas tomaban cierto rubor.

--entonces ¿Qué hacías? –pregunte acercándome mas a ella y colocando mis manos sobre el barandal tome la misma pose que ella.

--estaba esperado a que llegaras—dijo con la vista al frente—no quiero que pienses que soy una especie de acosadora o algo por el estilo, pero ayer desde que vi tus ojos no paro de pensar en ellos—

No supe que decir, era raro, no, era más que eso. Ante mi silencio ella contino hablando—tus ojos son muy diferentes a otros que haya visto, son de un color café muy oscuro, casi negros, pero no es eso lo que más me gusta—giro a verme—lo que más llama mi atención es tu mirada—

--no entiendo a qué te refieres—dije sinceramente a lo que ella sonrió.

--tu mirada es triste, he visto miradas de tristeza antes, muchas veces, pero nunca una como la tuya, sabes, es algo propiamente de ti, no es porque estés triste o algo así, simplemente tus ojos tienen ese brillo de tristeza que los vuelve únicos—

--no creo que mis ojos tengan nada de especial—

--quizás no para ti, pero para mí, no lo sé, es diferente—sonrió y luego se alejó del barandal—desde hoy serás el chico de los ojos tristes—dijo y luego empezó a caminar, o bueno, a dar pequeños saltos como una niña pequeña.

La melodía del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora