El frío recorría cada centímetro de mi cuerpo, mis ojos observaban con admiración y adoración las marcas de patines sobre aquella pista de hielo, dejé escapar un suspiro mientras que en las bocinas anunciaban mi número y mi nombre, cerré mis ojos dejándome llevar por mis sentimientos. Mis pies se movieron lentamente hasta la pista, donde al tocar el frío hielo los aplausos y bitores no se hicieron esperar, al abrir mis ojos pude ver a la gran cantidad de personas que se encontraban allí, sonreí antes de ponerme en posición y dar la señal para que la música comenzara a sonar, una melodía que conocía a la perfección desde que tenía tan solo seis años, aquella misma que había sonado la primera vez que había competido en Londres.
Mis pies comenzaron a moverse al son de la melodía, mientras con mis manos expresaba cada sentimiento que quería transmitir, mi traje de color azul brillaba en sintonía al hielo bajo mis pies.
Aquella sensación de sentirme viva mientras olvidaba al resto del mundo, esa de ser yo misma y de convertirme en una sola con la pista, esa sensación de euforia a cada salto, esa sensación de paz ante cada pirueta, esa sensación indescriptible de hacer lo que amo, todo eso era mi felicidad.
La música se detiene súbitamente mientras entro al arco final de la presentación, las luces bajan, dejando una sola sobre mí. Mi respiración agitada, y mi corazón latiendo desenfrenadamente me indican que la mejor parte ha llegado finalmente, sin embargo, la música no suena, un silencio abrazador inunda todo el lugar, y soy incapaz de moverme un solo centímetro, el hielo comienza a agrietarse, caigo de rodillas y noto como una mancha roja se forma, llevo una de mis manos hasta mi nariz, la sangre mancha la mancha mientras siento como mi cuerpo se debilita poco a poco, intento pedir ayuda desesperadamente, pero no hay nadie, un escenario completamente vacío; caigo completamente sobre la frialdad del hielo, mientras pienso "no quiero morir aún, deseo patinar, deseo con todo mi corazón volver a sentirme viva" las lágrimas se desbordan rápidamente mientras pido en un susurro una última vez, hasta que en un momento todo se vuelve una completa oscuridad que me abraza fuertemente y se aferra a mí, impidiéndome correr.
Despierto con lágrimas en los ojos y una tristeza inmensa en mi pecho, el frío de la madrugada me recuerda que aún estoy viva, así como también me recuerda la cruel realidad de tener cáncer, el tiempo cada vez es menos, las probabilidades existen, pero no prometen nada, mientras soy testigo de cómo mi vida se marchita lentamente como los pétalos de una flor.
Seco mis lágrimas e intento hacer como si no hubiese pasado nada al salir de la tienda de campaña.
--ya despertaste—dice Jasper mientras me observa con aquel brillo triste de sus ojos, aquel que me cautiva y me encanta.
Asiento y camino los pocos pasos que me faltan para llegar a ellos, al parecer ya resolvieron sus asuntos, lo cual me alegra, odiaría que ellos se pelearan por mucho tiempo, ambos se han acompañado el uno al otro desde siempre.
--estuve pensando mucho, y al final creo que quizás voy a intentarlo—vuelve a hablar Jasper—lamento haber hecho que ustedes tomaran esa decisión para que yo pudiera hacerlo—
--no debes disculparte—digo intentando evitar la mirada de ambos—nosotros tampoco teníamos derecho de forzarte—pongo difícilmente una sonrisa en mi rostro.
Un silencio abrumador inundo el ambiente durante unos segundos—¿Cuánto tiempo dormí? –pregunto cambiar el tema.
Spencer observa su reloj de muñeca—una media hora—hace una pausa—ya casi son las cuatro, el sol saldrá pronto—
Sonrió, será lindo ver el amanecer.
--eso no pude ser—escuchamos a Jasper decir sorprendido mientras se levanta, Spencer y yo lo observamos curiosos sin entender bien aquella reacción—mi mamá dijo que debía estar en casa a las tres, lo olvidé por completo—dice mientras coloca sus manos a ambos lados de su cabeza.
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La melodía del invierno
Storie d'amoreA veces en el silencio de las frías noches de invierno se puede escuchar una bella, pero triste melodía, su viejo corazón marchito sigue tocando fielmente las desgastadas teclas de aquel viejo piano, las pinturas aun permanecen intactas en el baúl d...