Capítulo 6.- El cortejo

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—No te entiendo. —Charles estaba cruzado de brazos, Carlos también estaba cruzado de brazos, ambos se veían como si quisieran golpearse, el monegasco tenía una ligera mueca de desagrado en sus labios y Carlos torció los ojos.

—¿Qué cosa no te fue clara? —Ironizó, porque según él, había sido muy claro. Leclerc apretó el mohín de los labios y bajó los brazos después.

—¿Qué es esto, Carlos? —Señaló la cajita que Carlos había dejado en la mesa. Una cajita pequeña de gamuza roja con un broche dorado, estaba abierta, en ella había un anillo dorado adornado con una guirnalda y tres piedras. La de en medio era un diamante en forma de corazón.

—Es un anillo de compromiso, Charles.

—No me digas, Sherlock.

Volvieron a mirarse como si quisieran golpearse.

—Cásate conmigo.

—¿Por qué?

Carlos quiso gruñir por lo testarudo que estaba siendo Charles, así que bajó los brazos y algo exasperado, exclamó. —¡Porque quiero que te cases conmigo!

—No me grites. —Le reclamó el otro. —¡No sé por qué quieres que me case contigo! —Subió su tono de voz también, cuando Carlos comenzó a caminar alrededor como para desfogar algo de energía.

—¡Porque no quiero que te obliguen a casarte con cualquiera, o a tener un bebé!

—¡Y eso a ti que te importa!

—¡Me importa y me importa mucho!

—¡Eso no es cierto solo quieres conservar tu asiento en Ferrari!

—¡UGH! ¡francés testarudo!

—¡Soy de Mónaco!

Los dos comenzaron a respirar fuertemente después de estarse gritando un poco. La situación era de cierta forma cómica, aunque ninguno de los dos se estaba riendo, solo estaban siendo estúpidos por ninguna razón justificada.

—Charles Marc Hervé Perceval Leclerc, cásate conmigo, maldita sea. —Gruñó el alfa y Charles le gruñó de vuelta.

—No me gruñas, alfa tonto.

—¡Pues entonces di que sí!

—¡No! ¡¿Dime por qué quieres que me case contigo?! ¡Sé sincero!

—¡Porque me gustas! ¡Demonios, niño! ¡Me gustas! ¡Estoy enamorado de ti desde que te conocí!

Charles se esperaba que Carlos se confesara, diciéndole que lo quería para tener una excusa para conservar su asiento en Ferrari, que le rompiera el corazón de esa forma para poder seguir adelante y quizá llegar a un acuerdo. No se esperaba que Carlos se confesara de esa forma, que le dijera eso. Su corazón palpitaba con fuerza y su cara estaba caliente.

—¡Pues tú también me gustas y deja de gritarme!

—¡Te grito porque me estás sacando de quicio!

—¡Si tanto te saco de quicio entonces cállame!

Carlos no se esperó a que le dijera nada más, tiró de su brazo y Charles se quejó por el tirón, pero se calló rápidamente cuando aquel le estampó tremendo beso, sujetándolo de la cintura y con la otra mano puesta en la parte trasera de su cabeza, donde sujetaba su cabello con fuerza, pero sin lastimarlo, tal como siempre lo hacía, ese gesto que le volvía loco y lo estremecía.

El beso fue desesperado y apasionado, cuando se separaron, ambos jadeaban, Charles tenía la cara roja y los ojos brillosos, Carlos sonreía.

—Te callaste...

La Propuesta (Elígeme a mí) {Chestappen}Where stories live. Discover now