𝟎𝟗| 𝙰𝚕𝚖𝚊𝚜 𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎𝚝𝚎𝚓𝚒𝚍𝚊𝚜

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Los chicos llegaron al club rústico del pueblo con una mezcla de emoción y curiosidad. Desde afuera, la fachada del lugar parecía una cantina antigua, con su madera desgastada y letrero de neón parpadeante. Sin embargo, al cruzar la puerta, se encontraron con un ambiente sorprendentemente ligero y acogedor, diseñado especialmente para adolescentes.

El interior estaba lleno de vida. Las luces de colores parpadean al ritmo de la música que comenzaba a sonar, creando una atmósfera vibrante. Había más adolescentes de otros grados de la misma preparatoria, probablemente también acompañados por sus profesores. Todos los presentes habían ganado el primer juego, lo que añadía un aire de celebración y camaradería al lugar.

Algunos maestros de otras materias vigilaban discretamente el club, asegurándose de que todo se mantuviera bajo control y no se convirtiera en un desastre. Oliver, decidió hacer reír a sus amigos fingiendo ser el barman del lugar. Con movimientos exagerados y una sonrisa traviesa, preparaba bebidas imaginarias, arrancando carcajadas de todos a su alrededor.

En contraste, Bill se mantenía serio, observando todo desde el margen junto a Hellen, Aunque no participaba en las travesuras de Oliver, su presencia tranquila y protectora era un ancla para el grupo. Hellen, a su lado, le daba un apretón de manos, compartiendo una mirada que decía más que mil palabras.

Tom observaba la escena con una mezcla de amargura y resignación. Mientras sus amigos reían y disfrutaban del ambiente festivo del club, él se sentía apartado, como si una barrera invisible lo separara del resto. La risa de Oliver, las luces parpadeantes y la música que llenaba el lugar parecían acentuar su sensación de aislamiento.

Ginny, notó la seriedad en el rostro de Tom. Mientras los demás seguían riendo y disfrutando, Ginny decidió que no podía ignorar la seriedad de su amigo. Con determinación tomó un vaso de alcohol. Se sentó a su lado y le ofreció el vaso, intentando romper el hielo con una sonrisa.

—Ya dime, ¿qué te traes? —le preguntó Ginny, su tono directo pero lleno de preocupación.

Tom levantó la mirada, sorprendido por la repentina atención. Durante un momento, dudó. Suspiró, tomando el vaso que Ginny le ofrecía

—Este premio es una mierda—dijo Tom, tomando un sorbo del vaso

Ginny soltó una carcajada, su risa resonando por encima de la música.

—¡Vamos, anímate! —le dijo Ginny, dándole una palmada en la espalda—. Nunca hay alcohol gratis, así que deberías disfrutarlo mientras puedas.

Tom no pudo evitar sonreír ante la actitud despreocupada de Ginny. Aunque seguía sintiéndose un poco fuera de lugar

Enseguida llegó Oliver, siempre buscando animar el ambiente, y se le ocurrió la idea de hacer shots con todos los presentes. La propuesta fue recibida con entusiasmo, y pronto todos se reunieron alrededor de la barra improvisada.

Tom fue el primero en aceptar la invitación. Quería olvidarse de todo lo que sentía en el pecho, de esa mezcla de amor y culpa que lo atormentaba. Un sentimiento que lo consumía por dentro y que sabía que estaba mal. Cada vez que veía a su hermano, su corazón latía más rápido, pero al mismo tiempo, una voz en su cabeza le recordaba que esos sentimientos eran inapropiados. El peso de esa contradicción lo aplastaba, y Tom sentía que no podía compartirlo con nadie. La única salida que veía en ese momento era el alcohol, esperando que al menos por una noche, pudiera entumecer esos sentimientos que lo atormentaban.

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⏰ Última actualización: Oct 28 ⏰

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𝗔𝗹𝗺𝗮𝘀 𝗥𝗼𝘁𝗮𝘀;  Bill and Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora