you don't really love the sun...!!

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07. POOR LITTLE SUMMER CHILD

muchas veces reprimimos esos recuerdos de nuestra infancia, ya sea porque son muy irrelevantes, o porque son muy dolorosos o traumáticos. muchas veces recordamos cosas cómo las cosas que comíamos, los juegos a los que íbamos... y nuestra mente se encarga de guardar, bajo un candado, las cosas más horrendas y dolorosas que alguna vez hemos experimentado. 

pero paulo, desde niño, había sido un niño muy perspicaz, dándose cuenta de ciertas cosas que, en ocasiones, ni los adultos querían que se enterase de eso. paulo conoció a tiago desde muy niños y desde un principio, notó que las cosas no iban tan bien como este aparentaba. a veces paulo se daba cuenta de que el chico llegaba a la escuela con moretones, que disimulaba diciendo que se había caído. 

lo veía ir con remeras de manga larga o con buzos, siempre cubriendo sus brazos; estaba seguro de que, aun sí el clima fuera de 100°, tiago seguiría sin descubrirse sus brazos. 

—¿qué te pasó ahí? —le preguntó en una ocasión, durante el descanso, mientras estaban sentados en los columpios. tiago movió los piecitos, desviando la mirada hacia estos. paulo veía esa mancha, un poco roja, en toda su mejilla. 

—me caí. soy un boludo —susurró, pues no solía usar "malas palabras". a su madre no le gustaban y él quería que su mami estuviera contenta. 

—eso es mentira —dijo paulo, con la misma tranquilidad de siempre. cuando tiago lo miró, se veía algo ofendido. —un golpe por una caída no se ve así, titi. 

—no me llamés así —se quejó el chico de corte en forma de casco, sonrojándose un poco. le habían dicho que ese era un apodo de niña y cuando tiago dijo que no tenía nada de malo ser niña, se burlaron de él. 

—está bien, pero estoy seguro de que ese golpe no es de una caída... 

—mi papá me pegó —susurró, confesándole la verdad a su mejor amigo, antes de limpiarse la cara, evitando que unos lagrimones cayeran al suelo, sorbiendo también su nariz. a paulo le pareció muy triste e inconcebible esa idea: ¿por qué un padre golpearía de ese modo a su hijo? se supone que un padre debería proteger a su hijo, no que el hijo se protegiera de su padre.

el rubiecito se levantó y abrazó a su amigo, quien empezó a soltar algunas lágrimas, haciendo todo lo posible por no arruinar la ropa de paulo. paulo confirmaría sus sospechas cuando ya habían entrado a la escuela primaria y tuvieron que hacer un trabajo en equipo. la casa de tiago era pobre y más pequeña que en la que paulo vivía, incluso compartía la habitación con su hermanita, una pequeña de un año. 

estaban ocupados, haciendo la tarea, cuando empezaron a escuchar los gritos y los golpes provenientes del otro lado de la casa (que estaba a unos metros). luego todo se convirtió en sollozos, siendo la madre de tiago la fuente de estos. pronto, los pasos se acercaron a ellos, y el rostro enojado del hombre se hizo presente. su enojo disminuyó y volvió a aumentar cuando vio al invitado.

—hijo, vení acá un momento. 

tiago se levantó, casi en automático, y caminó hacia su padre. antes de salir de la habitación, lanzó una mirada lastimera a paulo y a su hermanita, que parecía no darse cuenta de ello. el rubio se acercó a la pequeña por instinto, teniendo miedo por su amigo. quería ir y salvarlo, pero tampoco quería ser golpeado. ningún niño debía ni quería ser golpeado. 

pronto lo vio regresar, con los ojitos llenos de lágrimas, directo a sus brazos. sin embargo, no dejó salir sus lágrimas, pues la bebita los observaba con curiosidad. así fue la niñez de tiago, hasta que sus padres se divorciaron y su padre jamás se volvió a acercar a ellos. esos recuerdos, paulo lo sabía, estaban bloqueados dentro de la mente de tiago. a día de hoy, sabía que probablemente era ese trauma con su padre el que posiblemente lo orillaba a buscar una pareja que fuera similar a él. por eso seguía con mauro, pensó.

—¿estás bien, paulito? —preguntó tiago, acariciando el cabello de su amigo. el rubio asintió.

—sí, sólo estaba pensando... 

—ah, ¿vos pensás? —se burló—. es joda, bro. ya, ¿en qué pensás? 

—en nada importante, ti. 

—ti... —repitió, como si estuviera en un trance—. ¿recordás que me decías titi?

—jaja, sí, y no te gustaba.

—ya, pero es que me golpeaban por ser un apodo de mujer... 

—¿te golpeaban...?

—mi viejo. 

la respuesta llegó con tanta simpleza, que paulo se sorprendió un poco al verlo tan indiferente. tal vez había tratado el tema de su padre en terapia, pensó. pero para paulo, tiago seguía siendo su niño del verano, ese que odiaba el sol, aunque dijera que lo amaba; ese que amaba los rociadores en los pastos, pues le gustaba mojarse con ellos.

—mi vieja dice que al principio no era malo. fue el alcohol. dice que, al principio, él estaba feliz por mi nacimiento. 

—titi... 

—ya, perdón. me puse melancólico. 

paulo lo miró, más preocupado que nunca por él. tal vez, el encerrarse en esa fantasía de amor perfecto era lo que tiago hacía para evadir su realidad, con ese novio que no lo valoraba ni lo quería del todo. pero tiago se aferraba a él, como un náufrago se aferra al único trozo de madera restante del barco.

—mauro me quiere —dijo tiago, con un nudo en la garganta. —solo que es difícil para él, soy su primer novio, ¿sabés?

—ah... eso no justifica que a veces te trata para el orto, tiago...

—ya, pero no es su culpa, yo estoy seguro de que puede cambiar —susurró, desviando la mirada, pues no quería ver a su amigo juzgándolo. paulo suspiró, diciéndose que él no tenía por qué meterse en la vida amorosa de tiago, sólo tenía que acompañarlo en ese proceso y estar ahí para él si las cosas se ponían mal.

—está bien, hermano.







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𝒔𝒖𝒑𝒆𝒓𝒂𝒄𝒉𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora