59 15 10
                                    

El restaurante estaba lleno de gente, las luces suaves y la cálida calefacción contrastaban con el frío invernal de afuera. Al principio, todo parecía estar bien. Scourge, como siempre, parecía distraído, especialmente con la pequeña cascada que tenía peces nadando en ella, como si quisiera meter la mano para atraparlos. Yo lo observaba, sentado frente a él, consciente de cada detalle a nuestro alrededor.

La mesera llegó. Era una coneja atractiva, y aunque no le presté demasiada atención en un principio, pronto me di cuenta de cómo sus ojos se quedaban pegados en Scourge.

Coqueteaba descaradamente, algo que me irritó desde el primer momento. No hice un escándalo al respecto, pero la tensión ya comenzaba a acumularse en mi pecho.

- ¿Scourge? - Lo llamé cuando me di cuenta de que no estaba escuchando nada de lo que la mesera o yo decíamos.

Él levantó la vista hacia mí, confundido.

- ¿mmm?

- La comida. Ya la pedí - le expliqué, señalando a la mesera, que continuaba sonriendo coquetamente. Scourge simplemente asintió y volvió a fijarse en los peces de la cascada, ignorándola por completo.

La mesera tomó nota de la orden, pero antes de irse, le lanzó una última mirada cargada de intenciones a Scourge. Yo lo vi todo y me contuve. Apenas se alejó, me incliné hacia Scourge, quien estaba completamente ajeno a lo que había pasado.

- Voy al baño. Quédate aquí, ¿entendido? - le dije, mirándolo con firmeza.

Scourge sonrió burlón, ese gesto que siempre usaba para desafiarme.

- "Entendido jefe" - mueve sus dedos con esa arrogancia que me sacaba de quicio pero de alguna forma, también me entretenía.

Le di una última mirada antes de dirigirme al baño, confiando en que no se metería en problemas. Sin embargo, la confianza duró poco.

Cuando volví, lo primero que vi fue a la maldita coneja otra vez, de pie frente a Scourge, escribiendo algo en su libreta. Se lo estaba dando, un papel con su número. El hecho de que Scourge no lo rechazara de inmediato me llenó de una furia controlada, una que ya había sentido antes, pero que siempre trataba de mantener bajo control.

Me acerqué despacio, sin decir nada al principio. Scourge me vio de reojo, y pude notar que se tensaba un poco. La coneja no se dio cuenta de mi presencia hasta que estuve justo frente a ella.

- Será mejor que te vayas... ahora - dije con una sonrisa tensa, apenas disimulando el peligro en mis palabras.

La conejita, claramente asustada, recogió su libreta con rapidez. Su rostro pasó de la confianza al miedo en cuestión de segundos. No dijo nada, solo giró sobre sus talones y desapareció tan rápido como pudo.

Me senté frente a Scourge, sin quitarle la vista de encima. Él, por su parte, parecía incómodo, como si no supiera exactamente qué decir o cómo salir de esta.

- "No-o fue mi culpa" - empezó a decir, levantando las manos en señal de rendición — "Intenté rechazarla, pero insistió"

- ¿Y por qué no rompes su numero? - señalo serio la mesa y scourge inmediatamente hizo pedazitos el pequeño papelito que le dio aquella chica — Sabes que odio este tipo de situaciones, Scourge.

Él soltó un suspiro exasperado, frotándose la nuca mientras desviaba la mirada.

- "Porque pensé que se iría sola, ¿vale? No quería armar un espectáculo"

Lo miré en silencio, cruzando los brazos mientras procesaba sus movimientos. Sabía que no tenía sentido discutir más aquí, pero esto no iba a quedar así.

- Lo hablaremos en casa - dije finalmente, bajando la voz. No era una sugerencia; era una orden. Scourge sabía bien lo que eso significaba y espero que prepare bien su cuerpo para los golpes.

El ambiente seguía tenso mientras comíamos en silencio. Scourge, claramente incómodo por todo lo ocurrido con la mesera, intentaba concentrarse en su plato, aunque era obvio que estaba luchando con algo más. Luego de varios minutos de silencio incómodo, finalmente intentó romperlo, usando nuevamente su  lenguaje de señas.

- "¿Cómo sabías que me gustaba el espagueti?" - preguntó, moviendo las manos con rapidez, tratando de desviar la conversación hacia algo más ligero.

Lo miré de reojo, dejando que una pequeña sonrisa, apenas perceptible, cruzara mi rostro. Respondí con calma, apoyando los codos sobre la mesa y mirándolo directamente.

- Antes de que ingresaras a prisión — hice una pausa, disfrutando del momento en que Scourge me miró con sorpresa - Sé todo sobre los prisioneros que capturo.

El gesto relajado que había intentado mantener se desvaneció en cuestión de segundos. Lo vi tensarse ligeramente, como si una corriente de aire frío lo hubiese atravesado. Era evidente que mis palabras le dieron escalofríos, y no lo culpaba. Me aseguraba de que todos los que estaban bajo mi custodia fueran estudiados meticulosamente. Scourge, por supuesto, no fue la excepción.

- "¿Todo?"

Asentí despacio, disfrutando del ligero nerviosismo que se reflejaba en su mirada.

- Todo - confirmé, mirando cómo intentaba recomponerse.

No solté más información de inmediato, pero ese simple intercambio fue suficiente para que él supiera que no había detalle de su vida que yo no conociera o pudiera descubrir. Scourge trató de reírse para disimular, pero el hecho de que yo supiera detalles de su vida antes de la prisión claramente lo afectaba.

- "Eso es... inquietante"- movio sus manos, sin saber bien cómo reaccionar.

- Lo sé - respondí, dándole una mirada calculada. - Pero es parte de mi trabajo.

Scourge dejó el tema en ese momento, aunque estaba claro que le había dejado una impresión. Nos quedamos en silencio unos minutos más, pero pronto volví a notar que se ponía pálido, su mano cubriendo su boca rapidamente evitando vomitar.

- ¿Estás bien? - pregunté, un poco exaltado por la arcada que dio 

Scourge asintió rápidamente, sus manos temblorosas moviéndose en el aire para responder.

- " Si-i...solo casi me atraganto otra vez. No es nada"

No le creí ni por un segundo. Sabía que no era normal que Scourge, alguien que siempre parecía tener todo bajo control, reaccionara así con la comida. Mi mirada se endureció mientras lo observaba, y mi voz salió fría y directa.

- Eso no es cierto, Scourge. Hace una semana que tienes náuseas con la comida. Mañana te llevaré al médico. Ya sacaré la cita.

Él sacudió la cabeza con desesperación, intentando persuadirme.

- "No es nada grave. Estoy bien, de verdad" - insistió, usando el lenguaje de señas con rapidez, como si al moverse más rápido pudiera convencerme.

Pero no iba a dejarlo pasar. Sin decir una palabra más, agarré su muñeca y la apreté lo suficiente para que suelte un gemido de dolor y entendiera que no tenía elección.

- Iremos - dije con tono bajo y peligroso. No había margen de discusión.

Scourge trago saliva de los nervios y soltó un suspiro tembloroso y asintió, claramente preocupado por lo que eso significaba. Sabía que si íbamos al médico, podría descubrir algo que llevaba tiempo intentando ocultar. Y si estaba en lo cierto, pronto tendría que enfrentarme a una verdad que ninguno de los dos había previsto.


🥀• VoZ SiLeNciOsA • 🥀[Zonourge] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora