72 14 18
                                    

Estaba sentado en la sala de espera, cruzado de brazos, con Zonic a mi lado. Él no parecía ni un poco inquieto, aunque yo no podía decir lo mismo. Tenía los ojos pegados a su telecomunicador, revisando algo. Sabía que estaba viendo si alguno de sus compañeros policías estaba cerca del área. Probablemente les había puesto rastreadores para asegurarse de que no nos encontraran, que nadie interfiriera en nuestros asuntos. Era típico de él. Siempre obsesionado con el control. Cada movimiento, cada decisión, todo bajo su mirada fría y calculadora.

Me explicó antes que habíamos estado mudándonos de lugar porque planeaba hacerlo permanente. Iba a llevarme a otro lugar pronto, una nueva casa. Él tenía mucho dinero. Había ahorrado durante todos sus años de servicio como comandante, lo suficiente para vivir cómodamente hasta por diez años más, como mínimo. No tendríamos que preocuparnos por eso, me dijo. Pero ahora, mientras esperaba, no podía quitarme la sensación de nerviosismo de encima.

No sabía qué hacer. Si zonic se entera que estoy encinto y me golpea. No, no podía permitírselo. Y entonces, una idea me golpeó como un rayo. Pastillas abortivas. Si pudiera conseguir unas, podría deshacerme de este engendro antes de que él lo descubriera. Sería rápido, limpio, y nadie lo sabría jamás.

Justo en ese momento, la enfermera llamó nuestro nombre, sacándome de mis pensamientos. Zonic me tomó de la mano firmemente, y no tuve opción más que seguirlo al consultorio. Al entrar, nos recibió un búho con bata médica y gafas, quien nos saludó amablemente.

- ¿Qué les trae por aquí? - preguntó, mirándonos a ambos.

Zonic respondió por mí, como siempre.

- Hace unas semanas noté que ha tenido episodios de náuseas y arcadas, especialmente después de comer - dijo con tono serio. Me miró de reojo, como esperando que agregara algo más, pero no iba a darle el gusto.

El doctor se volvió hacia mí.

- ¿Algo más? ¿Dolores, mareos, vómitos? - preguntó directamente.

Negué con la cabeza rápidamente. No quería que supiera sobre los mareos, los vómitos o los antojos que había estado teniendo. Sabía muy bien que si revelaba todo eso, el doctor diría directamente que estaba embarazado. Así que, usando el lenguaje de señas, le indiqué que tal vez se trataba solo de una infección estomacal.

El búho ajustó sus gafas, mirándome con cierta sospecha, pero no dijo nada. En lugar de eso, se limitó a responder:

- Vamos a hacerte un análisis de sangre para estar seguros de qué es lo que está pasando. Los resultados nos dirán más.

Zonic asintió con satisfacción, como si ya supiera lo que iba a suceder. Yo, por otro lado, no pude evitar sentirme atrapado. Sabía que el análisis de sangre podría delatarme, pero no había forma de escapar. Así que seguimos al doctor hasta el laboratorio.

No fue nada agradable cuando me sacaron sangre. Nunca me ha gustado, y desde que Zonic me traumatizó con eso cuando me atrapó la primera vez, mi cuerpo se pone tenso cada vez que veo una aguja. Intenté no mirar, pero no ayudaba mucho cuando Zonic no se apartaba de mi lado ni por un segundo. Su mirada fija en mí me hacía sentir como un juguete que debía cuidar, o mejor dicho, como un objeto bajo su control total. Era como un psicópata vigilando su posesión más preciada.

Después de que me sacaron sangre, la enfermera me lanzó una mirada extraña.

- ¿Por qué tienes tantos moretones en los brazos? - preguntó con preocupación.

Mi mente trabajó rápido.

- "Me-e caí. Soy bastante torpe, me golpeo todo el tiempo" - respondí con lenguaje de señas, pero de una manera tan casual que ella pareció creerme, o al menos fingió hacerlo.

🥀• VoZ SiLeNciOsA • 🥀[Zonourge] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora