CAPÍTULO 20: DESTINO

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Sin poder evitarlo recordó la discusión que su padre y tío habían mantenido, entendía que las heridas aún estaban allí a pesar de que el tiempo ya las tendría que haber cicatrizado. Su tío lo había sabido llevar mejor, pero su padre aún seguía estancado.

Entendía su tortuosa relación con los Uchiha y aunque había querido hablar con respecto a eso él solo se había cerrado en banda.

Sabía que con solo hablando las cosas no se arreglarían, pero si nadie intentaba hacer algo solo se quedaría estancado y seguiría dañando todo a su alrededor. Ella y Sasuke se habían mantenido comunicados todo el tiempo, no había día desde su separación que no hubieran hablado, por eso estaba preocupada por Fugaku-san. Su novio le había dicho que su padre se sentía culpable y aunque luego había tratado de restarle importancia ella aún seguía dándole vueltas.

Entendía que el pasado era triste y doloroso, pero ella no quería que se siguiera culpando por la muerte de su abuela. A su parecer, quien más habían influenciado era su propia familia. Si no la hubieran dejado sola cuando las cosas se complicaron, tal vez aún estaría viva.

El hombre se había portado muy bien con ella y aunque su relación con Sasuke había comenzado con una mentira, había acabado cogiendo sincero cariño a cada uno de los miembros de la familia Uchiha. No quería que el hombre se siguiera martirizando por recuerdos pasados.

Así Sasuke le hubiera dicho que todo estaba bien ella sentía que no era así. Su propio padre era una muestra de ello, no había podido dejar el pasado atrás y por eso que no podía perdonar. Ambos habían cometido errores, pero a diferencia de Fugaku, él no lo quería aceptar.

—Chicas, ¿podremos pasar primero por casa de Sasuke-kun? —dijo Hinata haciendo que las tres sonrieran y asintieran encantadas.

No tuvo que hacer demasiado para convencerlas, ellas eran las que más apoyaban su relación, además no podían desaprovechar la oportunidad de que Sasuke y Hinata se vieran solos sin que nadie lo impidiera. Los guardaespaldas de Hinata eran amables y les caían bien, pero era molesto como siempre se interponían cuando Sasuke se quería aproximar demasiado a ella.

Rápido llegaron a la casa del Uchiha. Sus amigas estuvieron de acuerdo en esperarla fuera, no sabían de qué iba a hablar ni con quien lo iba a hacer, pero si no había ido para ver a Sasuke era algo que solamente ella tenía que hacer, así que respetarían su intimidad y le darían su espacio.

Hinata agradeció mentalmente por lo buenas amigas que tenía y tocó el timbre, siendo recibida por la persona con la que había venido a hablar.

—¿Hinata? —dijo Fugaku algo sorprendido de verla allí. —¿Tu padre sabe que estás aquí? —dijo preocupado.

—Necesito hablar con usted —pidió con urgencia.

El hombre la quedó mirando por unos segundos, no había respondido a su pregunta, pero no necesitaba hacerlo, seguramente Hiashi no sabía que estaba allí, no lo permitiría. Soltó un suspiro, no sabía si se arrepentiría, pero la dejó pasar.

—Vamos a mi despacho, podremos hablar con más tranquilidad —dijo el hombre.

Una vez llegaron el silencio se hizo tan pesado que incluso costaba respirar, Hinata miraba nerviosa las cosas de un lado a otro, no sabía cómo sacar el tema sin que parecía brusco.

No era momento de estar dudosa, había ido allí para intentar reparar un poco el pasado. Sabía que con sus palabras nadie sería revivido, pero necesitaba hacerle entender que él no era el único culpable de esa situación.

—Mi papa me contó lo que pasó con la tía Miroku y la abuela. Él me contó su versión, pero yo quería escuchar la suya —dijo ella.

Fugaku la miró, de alguna manera Hinata se parecía bastante a Miroku, con su cabello negro y largo y esos ojos. De nuevo la culpa lo invadió.

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