"Bonnie Bennett: Una bruja que merece más"

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"En la travesía de la vida, aprendemos que el dolor puede ser un maestro implacable que nos enseña a levantarnos de nuestras caídas, a abrazar nuestras cicatrices como símbolos de fortaleza y a aceptar que, aunque la pérdida y el sufrimiento son inevitables, cada paso hacia adelante es una declaración de nuestra resiliencia y un testimonio de nuestra capacidad para encontrar la luz incluso en los momentos más oscuros."

Tengo cinco años. Gracias a Dios y a todos los dioses de todas las religiones, ya no tengo que tomar leche del seno. Solo duré cuatro meses en eso; cuando mi madre se dio cuenta de que no iba a seguir, empezó a darme fórmula. Si hubiera tenido que seguir tomando del seno, me habría tirado de la cuna, lo juro.

Hoy es un día especial: voy a empezar el jardín de infantes. Lo más seguro es que conozca a la pandilla de Scooby-Doo, como los llamaban los Mikaelson. Durante estos cinco años, traté de relajarme y vivir mi infancia. Sabía que tendría que hacer planes, pero por primera vez en mi vida quiero ser una niña, poder jugar, correr, caer y ser feliz. Por ahora, soy libre.

Amo a mi mami; es la mejor que hay. Mi relación con Bill no está mal, aunque aún le guardo rencor. Dejar de llorar cuando él me cargaba fue un pequeño triunfo, pero no quise acercarme demasiado, ya que sé que se va a terminar yendo. Es una herida que, aunque pequeña, sigue abierta en mi corazón.

Ya estoy lista para mi primer día de clase. Me preparé mentalmente para conocer a todos, y estoy súper feliz de poder conocer a Bonnie Bennett. Después de Caroline, ella es uno de mis personajes favoritos y también es una de las que más ha sufrido. Lo perdió todo. Cuando dijo "todo es todo". La única familia que le quedó fue su madre, y ella no merecía ese título. Así que mi meta es hacerme la mejor amiga de Bonnie y patear a cualquiera que le quiera hacer daño. Le enseñaré que no todos los vampiros son malos, pero que no debe hacer nada gratis. Si vampiros, humanos o cualquier ser sobrenatural quiere algo, tendrán que dar algo a cambio.

Con Elena Gilbert tengo sentimientos encontrados. Ella fue una víctima; solo tenía 17 años cuando sus padres murieron, y se sentía muy culpable por sobrevivir. Perdió a su tía, la última figura materna que le quedaba, y vio morir a su hermano muchas veces. La persiguieron solo por su sangre. Lo único que no me gustó fue su relación con Damon; creo que Elena merecía algo mucho mejor, y ninguno de los Salvatore era eso.

Stefan era mi favorito de los hermanos, pero hacerse siempre como si fuera el bueno, ocultando que también era un monstruo, me enojaba muchísimo. Creo que merece algo mejor. Ni Elena ni Katherine eran las personas correctas para él. El hecho de que exista la maldición de los doppelgängers, que los obliga a enamorarse, dice mucho.

Y luego está Damon... lo odio muchísimo por todo lo que le hizo a Caroline. Lo odio con el alma. Cada vez que Elena no hacía lo que él quería, mataba a Jeremy o torturaba a alguien. Eso me cabrea.

-Caroline, cariño, ya es hora de ir a la escuela -escucho gritar a mi mami desde la planta baja.

Me veo por última vez en el espejo. Estoy emocionada y un poco nerviosa. Tomo mi mochila de la cama y salgo de mi habitación. Bajo las escaleras y me encuentro con mi mami.

-Ya estoy lista, mami. ¿Cómo me veo? -le pregunto con una voz tierna, mientras giro sobre mí misma para mostrarle mi atuendo.

-Te ves hermosa, mi niña -me dice mi mami, mientras me da un beso en la frente. Su sonrisa me llena de confianza.

Hoy es un nuevo comienzo, pienso, sintiendo que la emoción me recorre. Estoy lista para enfrentar lo que venga.

Mientras salimos de la casa, el sol brilla en el cielo, y una parte de mí siente que, por fin, estoy empezando a vivir la vida que siempre quise. La aventura apenas comienza.

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Después de salir de casa, nos montamos en el auto del sheriff y vamos directo al jardín de infantes. Mientras tanto, miro por la ventana, observando cómo el paisaje pasa velozmente. El sol brilla sobre los árboles, y cada vez que pasamos junto a un parque, me imagino jugando en esos columpios.

-Ya hemos llegado -me dice mi mami, mientras se desmonta y me abre la puerta.

El aire fresco de la mañana me llena de energía mientras camino hacia la escuela a su lado. A medida que avanzamos, veo a varios niños correr y jugar, sus risas resuenan en mis oídos como una melodía alegre. Cuando llegamos a la puerta, una señora que debe tener más o menos 50 años me saluda con una sonrisa dulce que transmite paz y alegría.

-¡Liz! Cuánto tiempo sin verte -dice la señora, dirigiéndose a mi madre con familiaridad-. Esta debe ser la hermosa Caroline.

-Así es, me da mucho gusto verte, Margarita -responde mi mami con una sonrisa.

La señora, que ahora sé que se llama Margarita, le devuelve la sonrisa a mi mami.

-Saluda, Caroline -me dice mi mamá, instándome a presentarme.

-Buenos días, mi nombre es Caroline Forbes y espero que nos llevemos bien -le digo de manera tierna, haciendo una pequeña reverencia.

-¡Pero qué niña tan educada y tierna! -exclama Margarita, sus ojos brillando con admiración.

Mientras mi madre me observa con una sonrisa orgullosa, siento que mi corazón se llena de felicidad. Es un momento simple, pero me hace sentir especial.

-¿Por qué no vas entrando al aula, Caroline, y conoces a tus compañeros? -sugiere Margarita.

-Está bien. Adiós, mami, te amo -le digo, sintiendo un nudo en la garganta.

-Adiós, mi amor, yo también te amo -me responde mi mami, dándome un cálido abrazo antes de que entre al aula.

Al entrar, me siento un poco nerviosa. Hay muchos niños, y el bullicio de sus risas y conversaciones me envuelve. Reconozco a dos de ellos: Matt Donovan y Tyler Lockwood. Me gustaría hablar con ellos, pero no tengo el valor aún. Busco a Elena, pero parece que no ha llegado.

Mientras sigo observando, me encuentro con una niña morena hermosa. Me doy cuenta al instante de quién es: Bonnie Bennett. Decido acercarme a ella, sintiendo una conexión especial.

-Hola, me llamo Caroline -digo una vez que llego a su lado, sonriendo de manera amigable.

-Hola, soy Bonnie -me responde tímidamente, un poco insegura.

En ese momento, me dan ganas de abrazarla,. Reuniendo valor, digo:

-A partir de ahora, eres mi mejor amiga.

Bonnie me mira sorprendida, pero su expresión se suaviza y una sonrisa se dibuja en su rostro.

-Está bien, ahora somos mejores amigas por siempre -me dice, devolviéndome la sonrisa con calidez.

Un sentimiento de felicidad me invade. Mientras nos sentamos juntas, puedo sentir que este es solo el comienzo de una hermosa amistad. Quiero protegerla y asegurarme de que siempre esté a salvo.

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