El Doppelengänger que Merece Paz

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Los niños deben tener la libertad de soñar, jugar y explorar el mundo con la inocencia y curiosidad que caracteriza su infancia, sin las presiones y responsabilidades que el mundo adulto intenta imponerles demasiado pronto, para que puedan crecer y desarrollarse de manera saludable y plena.

Me la pasé muy a gusto hablando con Bonnie, incluso la invité a mi casa para que tengamos una pijamada. Nunca en mi vida he tenido una, así que estoy muy emocionada. Además, Bonnie es la primera amiga que he tenido, y eso es algo que me hace sentir feliz y un poco triste al mismo tiempo.

De repente, escucho el timbre sonar y veo cómo la mayoría de los niños se sienta. La puerta se abre y entra Margarita con Elena. La veo hablarle a Elena para que se siente, y no puedo evitar notar que es una niña muy bonita. La observo mientras se sienta nerviosamente; nuestras miradas se cruzan y le envío una sonrisa dulce. Ella me la devuelve con timidez.

Decido llevar mi mirada al frente y tratar de concentrarme en lo que está sucediendo en la clase.

-Buenos días, niños. Es un gusto para mí tenerlos a todos aquí -dice Margarita con una sonrisa cálida que irradia paz.

-¡Buenos días! -respondemos todos al unísono, llenos de energía.

-Espero que nos llevemos muy bien -añade Margarita, y su voz suena reconfortante, como un suave abrazo.

La clase transcurre con tranquilidad. Margarita nos anima a presentarnos, y a medida que compartimos nuestros nombres, siento que la emoción crece dentro de mí. Cantamos canciones infantiles, repetimos las vocales y dibujamos con entusiasmo. Al poco tiempo, suena el timbre que indica el recreo.

-Muy bien, niños, hagan dos filas: una de niños y otra de niñas. Tomen sus loncheras y en orden, vayan al patio de recreo -nos indica Margarita con una sonrisa.

-Vamos juntas, Bon -le digo a mi mejor amiga. Hemos decidido ponerle apodos y estoy tan feliz; sé que mentalmente tengo 23 años, pero es la primera vez que tengo un amigo de esta manera y es la primera vez que puedo ser un niño sin que me estén obligando hacer el mejor y solo a estudiar, así que voy a disfrutar todo lo que pueda.

-Está bien, Line -responde Bonnie, mientras salimos en orden. Cuando llegamos al patio, tomó una de las manos de Bon y nos sentamos en un banco.

Mientras me acomodo, veo a Elena salir sola del aula y me da un poco de pena.

-Bon, ¿qué pasa si invitamos a Elena a que se siente con nosotras? -sugiero con un tono esperanzador.

-Por mí está bien, siempre y cuando sigas siendo mi mejor amiga -me dice Bon, con un toque de posesividad que me hace sonreír.

Le doy un abrazo fuerte.

-Siempre y para siempre, tu mejor amiga -le prometo, aunque en el fondo me pregunto si los Mikaelson me demandarían por derechos de autor.

-¡Elena! -le grito, y veo cómo levanta la cabeza, buscando entre los niños hasta que nos encuentra. Una sonrisa ilumina su rostro mientras se acerca a nosotras.

-Hola -dice tiernamente, su voz suena como un suave susurro.

-¡Hola! -le respondemos Bon y yo al mismo tiempo, llenas de alegría.

-Puedes sentarte -le ofrezco, moviendo un poco mi lonchera para hacerle espacio en el banco.

Comenzamos a hablar de los juegos que nos gustan y de nuestros dulces favoritos. Mientras conversamos, me doy cuenta de que a Bon le empieza a agradar Elena, aunque todavía sostiene mi mano de manera posesiva, como si temiera perderme.

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