CAPÍTULO 11

3 1 0
                                    

NARRADOR OMNIPRESENTE

El día estaba de parte de los caminantes ya que el sol permanecía semi oculto tras algunas nubes atrevidas y se asomaba sin poco resplandor de vez en cuando. No hacía calor y tampoco frío, más bien era una brisa sutil que manejaba a su antojo a los seres vivos del territorio. Grecia se acomodaba en su espalda el zurrón con los alimentos que le brindaron del asentamiento mientras Dae alistaba las armas que le entregaron en las guardas que tenía a la cintura. La chica tenía un arma a cada lado de la cintura y varias dagas escondidas en su ropa limpia y ordenada. Se recogió como pudo el cabello que ya se manifestaba insurgente y algo sucio. Estaba junto al vampiro en las afueras del campamento de cazadores mirando hacia el bosque y despidiéndose de los que la acompañaron brevemente. Algo la hacía lucir inquieta sin motivo aparente, intentó rebuscar dentro de ella pero nada pareció brindarle la respuesta que  necesitaba. Nathan estaba con los brazos cruzados liderando el grupo de despedida, también lo acompañaban Mérida con su mala cara y genio incómodo, Ariel masticando un nuevo palillo y Sulk tan callado como siempre.

La castaña se acercó al líder y posó la vista sobre los presentes, a diferencia de Ariel, la otra la miraba aún con desprecio después de haberle salvado la vida contra los reptilianos, era algo que no comprendería y no le importaba hacerlo. Nathan bajó la vista un momento y después la levantó encontrándose con los ojos melodiosos de Grecia, descruzó los brazos y quiso hablar pero nada salió de su boca, sólo un nudo entrecortado de palabras que no lograron pronunciarse.

  -Buena suerte compañera -dijo Ariel y abrazó a Grecia la cual correspondió a la muestra de afecto sincera de la chica.

  -Gracias -Ariel miró al vampiro y le hizo una seña sin acercarse.

  -Igual tú -le dijo a Dae regresando a su puesto.

  -¿Lo dices o lo preguntas? -las palabras sarcásticas del vampiro no sorprendían a Grecia.

  -Ten cuidado, el bosque es muy peligroso tanto de día como de noche, los ojos bien abiertos y no confíes en nadie -miró a Dae mientras hablaba, el líder no se confiaba de una compañía tan oscura como la de el moroi que sólo sonreía de medio lado ante sus palabras. Posó los ojos nuevamente en la muchacha valiente que se aventuraba en un mundo desconocido, profundamente la admiraba y a la vez la veía tan frágil y delicada. Los ojos de la chica eran pozos indescifrables de emociones que no podía deducir a simple vista -Aquí tienes un hogar y...siempre serás bienvenida.

Ella sonrió, quiso estrecharla en un abrazo cordial de marcha pero su orgullo de liderazgo se lo impidió, levantó la mano frente a su pecho como se saludan los hombres, ella en cambio no esperó más del hombre que tenía la mirada fría y penetrante. De lo poco que lo conoció supo que era un gran jefe, todos lo admiraban y respetaban y nunca vio síntomas de maltrato ya fuese físico o verbal. Aunque no olvidaba que le puso una mano encima sin apenas conocerla pero ella había adoptado un carácter rebelde e intransigente que superaba cualquier postura anterior. Grecia estrechó su mano con la de él mientras se miraban a los ojos, una persona femenina enojada no les apartaba la vista mientras intentaba centrarse en su lugar y es que conocía lo suficiente al hombre para saber lo que pensaba.

  -Lo tendré, gracias por todo -ella es la primera en soltarse del saludo -salúdame a Pandora, fui a verle pero no estaba.

  -Es mejor dejar las muestras afectivas para después, hay un largo camino que recorrer.

Las palabras de Dae interrumpieron cualquier letra que saldría de la boca del líder, era la hora de marchar y todos lo sabían. Grecia da una última mirada a los presentes mientras el vampiro ya se ponía en movimiento, da la media vuelta y comienza con pasos lentos y firmes tras los del guía moroi. Ariel suspira y luego se aleja mientras Mérida espera que su jefe haga lo mismo, quien se queda viendo la espalda de la cazadora hasta que se pierde de vista. Este pasa por el lado de ella sin decir una palabra pero en cambio la chica, sonreía feliz al ver que no quedaba rastro de su posible competencia.

Sangre de CAZADORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora