9. Lejos

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Pedro no vio a su hermana Lux hasta una semana después de haber regresado a lo que quedaba de Chile. Por cuestiones que no entendía, era uno de los países más compuestos desde que la crisis mundial se había desatado en magnitud. Los extranjeros lo llamaban "el pasillo", de manera despectiva, por la forma larga y delgada del territorio, prácticamente al borde de Sudamérica.

Las regiones más al norte habían perecido bajo la sequía, pero el sur seguía intacto. Los que pudieron se mudaron allí, otros hacían esfuerzos por recuperar la zona central. Los migrantes de otros países ya no podían entrar, las autoridades tenían miedo de que los refugiados provocaran algún colapso y las fronteras estaban tan protegidas como no lo habían estado nunca.

Cuando se puso de pie, su hermana menor se lanzó a abrazarlo y le dio un sonoro beso en la mejilla. Pedro sonrió notando su piel más bronceada. Había estado en la zona central haciendo trabajos como voluntaria para ayudar a las personas que vivían allí. Su plan era quedarse el resto del año, pero como su hermano estaba de vuelta, decidió regresar, al menos hasta que se fuera.

Estaba segura de que no se quedaría allí mucho tiempo.

–Qué bueno que viniste. –dijo quitándose la mochila de viaje y dejándola a un lado de la silla de enfrente. –Te extrañamos mucho. Javi se puso como loca cuando supo lo del accidente.

Javiera, que estaba lavando unos trastes detrás de ellos, se giró con una expresión ofendida en el rostro.

–Tú fuiste la que se deshizo en lágrimas por semanas, Lux. Sentada frente al teléfono esperando a que Nico nos dijera algo.

–Mentirosa. –Lux hizo una mueca y se sentó frente a su hermano. Se veía casi igual que cuando se había ido la última vez. Tenía unas canas más, pero se había imaginado cosas horrorosas cuando escuchó que su vehículo había explotado y apenas sobrevivía. No tenía ningún rasguño ni cicatriz a la vista.

–Siento haberlas puesto en esa situación.

Ella intentó parecer despreocupada, pero odiaba que sus hermanos estuvieran en la Luna, lo odiaba con todas sus fuerzas.

–De todas maneras te ves como si no hubiera ocurrido nada.

–Me cuidaron muy bien. –dijo Pedro antes de dar el último sorbo a su café, lo que más había extrañado de no estar en la Tierra era eso, el amargor de un café bien cargado le traía cierta tranquilidad.

Ahora, lejos de la Luna, extrañaba otra cosa. Y estaba seguro de que ella lo odiaba.

–Entonces, ¿cuánto tiempo te quedarás?

–No lo sé.

–¿Pero vas a regresar? –Lux parecía impaciente. Javi se sentó junto a ellos en la cabecera y cruzó una mirada de reproche con su hermana.

–Lo importante es que está aquí, ¿verdad? Aprovechemos el tiempo, ahora que Lux llegó podemos hacer algún plan. Podríamos ir a la playa, te la has pasado en tu habitación o con la nariz metida en el jardín comiéndote las fresas, esta mañana fui y no quedaba ninguna madura.

Lux se rió.

–Deberías ver la fruta que comemos allá, es tan perfecta que ya no la soporto. Todo es tan insípido, no aguantarías un día allí.

–Una razón más para que te quedes. –intervino la menor.

–¡Lux! –Javi exclamó. Pedro se echó a reír.

–¿Qué? Es mucho más divertido estar aquí con nosotras. Tú y Nico deberían estar aquí, jamás debieron irse, para empezar. –Lux se puso de pie, nerviosa. Javi sabía que había estado molesta durante los últimos años porque sus hermanos se habían ido. Al principio, decía que las habían abandonado. Con el tiempo se acostumbró, pero después del accidente de Pedro, esos sentimientos habían vuelto a aflorar.

L E J O S [Pedro Pascal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora